David Toscana: «López Obrador critica más a los periodistas que a los narcos»

'El peso de vivir en la tierra' transcurre en 1971 entre la muerte de Jim Morrison y de Nikita Kruschev, con la clausura de la carrera espacial soviética. Parafraseando a Tolstói: «Todos los viajes espaciales felices se parecen unos a otros, cada viaje desdichado lo es a su manera». Del viaje que propone Toscana desde un bar de Monterrey devenido en estación Sályut cuelgan aventuras de aliento quijotesco y con parada en planetas con nombre de escritor: Chéjov, Ajmátova, Bulgákov, Bunin, Dostoievski, Babel, Grossman, Pasternak…

-¿Cómo surge la idea de convertir en rusa su ciudad natal, Monterrey?

-Nací en una casa sin libros y mis dos primeras lecturas serias fueron el Quijote y 'Crimen y castigo' de Dostoievski. El personaje de Cervantes es muy querido en una cultura como la rusa, martirizada siempre por la falta de libertad.

-La literatura como evasión de una realidad que no nos gusta.

-Permite vivir otras vidas. Y convocar a los personajes de nuestras novelas predilectas ante determinadas situaciones de la vida para que orienten nuestro comportamiento. La literatura es experiencia, no mera evasión: puede servir de ejemplo y como aventura. Quien no frecuenta la literatura pierde capacidad de sabiduría.

-El comunismo y México están muy unidos: el asesinato de Trotski, el estalinismo de Siqueiros y Rivera…

-Hoy sigue habiendo nostálgicos del comunismo y simpatía por la Cuba castrista como un país que se sacrifica por un ideal, pero nadie se va a vivir a Cuba. También simpatizan con Putin, que se parece más a los zares.

-La invasión de Ucrania ha propulsado cierta rusofobia cultural…

-Desde Pushkin hasta 1971, que es el año donde acaba mi novela, la lucha de los escritores rusos es poder expresarse libremente bajo un régimen totalitario. Todos padecen purgas, exilios, prisiones, campos siberianos y excomuniones (de la Iglesia o del Partido que es todavía peor). La culpa no es de Chaikovski, es a Putin y a sus emisarios institucionales a quienes se debe vetar.

-¿El indigenismo del que blasona López Obrador ha sustituido a la utopía comunista?

-El comunismo defendía a los obreros y perseguía a los escritores. A López Obrador no le preocupan los obreros y se dedica a insultar a los escritores desde su púlpito matinal. Critica más a los periodistas que a los narcos que matan periodistas.

-En su novela recoge pasajes de muchas novelas rusas. Como el baile de Natasha en 'Guerra y paz' que desvela el alma rusa frente a la occidentalización en la época de los zares.

-Tolstói se esforzó por exhibir un alma campesina, pero no lo consiguió. El noble se puede permitir el lujo de ser campesino por un día, pero el campesino no puede reconvertirse en noble. Incluso en la cárcel o en los campos se mantenía esa división social

-¿Del canon ruso con que autor se queda?

-Antes de escribir la novela hubiera dicho que el Dostoievski de 'Crimen y castigo' y 'Los hermanos Karamázov', pero después de cinco años de escritura me he leído las Obras Completas de Chéjov en la edición de Páginas de Espuma. Me ha fascinado su evolución desde una visión humorística del mundo a las reflexiones profundas aquejado por la tuberculosis.

-¿Hay muchos motivos para evadirse de la realidad mexicana?

-México está en la cuerda floja: volver a la dictadura de partido como en los tiempos del PRI pero mucho peor… Si con el 'priismo' mandaban las instituciones del Estado, ahora será el ejército. Somos una sociedad dividida. Quienes provienen de universidades filocomunistas y apoyan a Daniel Ortega tachan de reaccionarios a quienes cumplen con la obligación de criticar al poder.

-¿Y cuánto pesa vivir en la tierra?

-Como dice Nicolás en la novela, «la vida es lo único infinito que tiene final».