Víctor del Árbol, premio Nadal con la «La víspera de casi todo»

Nacido en Barcelona en 1968, Víctor del Árbol conoce de primera mano el género negro: durante veinte años –de 1992 a 2012- fue mosso d’esquadra, hasta dedicarse a tiempo completo a la escritura. Licenciado en Historia y locutor radiofónico, en 2006 debutó como novelista con «El peso de los muertos» , y en 2008 quedó finalista del XIII Premio Fernando Lara con «El abismo de los sueños» . Su primer aldabonazo literario fue «La tristeza del samurai» (2011), traducida a una decena de idiomas y bestseller en Francia: el semanario «Le Point» le otorgó el Prix du Polar Européen en el Festival de Novela Negra de Lyon.

En «La víspera de casi todo», Víctor del Árbol se desmarca un tanto del género negro clásico para ahondar en «ciertas formas de locura, y cómo nos ubicamos en un mundo que a cada paso amenaza con dejarnos en la cuneta». Más reconocido en el país vecino que por estos pagos, su obra «Respirar por la herida» fue finalista en 2014 del premio a la mejor novela extranjera en el Festival de Cine Negro de Beaume, y en 2015 el Grand Prix de Littérature Policier. Ese mismo año, Destino publicó «Un millón de gotas» , thriller que recorre la tragedia europea del siglo XX: la historia de los idealistas que transitaron de las utopías revolucionarias al gulag soviético. Admirador de Dostoievski y Camus, el autor de «La víspera de casi todo» asoma a los dos protagonistas de la novela a los acantilados de la Costa da Morte. Dos seres torturados por el pasado en perpetua huida hacia adelante en tensión ante una tempestad inminente...

El premio Josep Pla recayó en Lluís Foix (Rocafort de Vallbona), 1943), por «Aquella porta giratòria» , obra autobiográfica que retoma la senda de «La marinada sempre arriba» (2013) relato en el que el periodista evoca su infancia rural y la educación espartana en la leridana Vall del Corb. La obra ganadora constituiría la segunda entrega de este ciclo memorialístico; Foix retoma sus vivencias a partir de su llegada a Barcelona, cuando se desveló su vocación periodística. «Aquella porta giratòria» alude al vestíbulo de «La Vanguardia» en la barcelonesa calle Pelayo, el rotativo donde empezó de traductor y acabó siendo director en 1983. El autor agavilla anécdotas y experiencias de corresponsal en Londres y Washington: «El mejor antídoto contra la crisis del periodismo es hacer más y mejor periodismo» , advierte.

Analista crítico del proceso separatista, Foix se refería en su blog a la rueda de prensa de Artur Mas: «Ya hemos pisado la línea vergonzosa del ridículo… Si seguimos inventando comportamientos políticos que no tienen precedentes, corremos el riesgo de provocar una risa sarcástica en el ancho mundo».

Mientras los focos se dirigían a los políticos que gestionan nuestras desdichas, no está de más decir que en el Nadal –también- había escritores: Nuria Amat , José C. Vales –ganador el año pasado con «Cabaret Biarritz»-, Carme Riera , Dolores Redondo, Pepe Ribas, Ignacio Vidal Folch… Que sirva de consuelo.