«El sistema falló con el secuestro de la farmacéutica de Olot. Todo lo que podía salir mal salió mal»

Han pasado casi treinta años del secuestro de Maria Àngels Feliu. ¿Qué alcance mediático tuvo?

Fue enorme. El otro día el editor me hizo ver que el 45 por ciento de la población de hoy no había nacido cuando ocurrió, con lo cual la historia es nueva para muchos. Este suceso abrió informativos durante muchos días. El hecho de que la víctima fuera una madre de tres niños pequeños entró en las casas de la gente, algo así no era frecuente.

¿Por qué decidió embarcarse en esta investigación?

Empieza con una anécdota, con un amigo que me preguntó si sabía cómo había acabado el secuestro de la farmacéutica. Esa historia se explicó siempre de manera fragmentada y casi nadie sabía cómo había acabado. El relato completo había quedado difuminado por las intoxicaciones, por las mentiras, por los errores… Era una gran historia que no se había explicado nunca de manera completa y, sobre todo, que no se había explicado desde el punto de vista de la víctima. Quedé con ella y me dijo que no quería colaborar, pero que no podía prohibirme investigar. Me pidió que no le hiciera daño.

La narración del libro es muy cinematográfica, podría funcionar también como un guión de podcast.

De hecho el libro es posterior al podcast que hice en Catalunya Ràdio, 'El segrest' (El secuestro), con 25 capítulos, que recoge la misma historia que el libro. Lo que pasa es que el libro es más maduro, más redondo. Literaria y narrativamente, es mucho más fino. Si hablásemos de vinos, el podcast es un crianza y el libro un gran reserva. Lo más importante de 'La farmacéutica' es el punto de vista. Para mí la protagonista, sin ningún tipo de duda, era Maria Àngels Feliu. La he colocado a ella en el centro de la historia. Todo lo demás se mueve alrededor de ella. He reforzado su papel y luego lo he acompañado del resto: antagonistas, secundarios… He intentado que sea como una novela de aventuras clásica. La diferencia con la novela negra es que hay príncipes azules que rescatan a la heroína, y aquí no: la realidad siempre es más retorcida.

En este caso se mezclan la ineptitud policial, la corrupción y la intoxicación mediática. ¿Nos dice algo este libro de lo que fueron los años noventa?

Creo que es un buen retrato. Es un caso de negligencia colectiva que retrata una época. Está la Guardia Civil –y esto pasa en cualquier pueblo de la geografía–, que venía de Madrid sabiendo más que nadie y al final no se entera de nada porque los vecinos del pueblo ni hablan con ellos. Con un gobernador civil, hoy director general de Tráfico, pasota y prepotente, con una mirada un poco suprema de la situación. Y luego los medios de comunicación, que informaron del día a día a través de filtraciones y de invenciones, alimentando el morbo.

El poder judicial también estuvo en la luna: la instrucción fue muy floja y a la farmacéutica la declararon oficialmente muerta. Tardaron nueve meses en revocar el auto porque no sabían cómo aceptar que la Justicia se había equivocado, porque a efectos jurídicos la Justicia no se equivoca nunca. El sistema falló. Todo lo que podía salir mal salió mal. El sistema colapsó con este caso, fue incapaz de dar ninguna respuesta positiva. Todos los actores que intervinieron en esto fueron hombres. La única resistente fue una mujer. Esta señora resistió sola ante la imbecilidad y las negligencias masculinas.

¿A qué fuentes ha recurrido para investigar el caso, cuál ha sido su método?

He trabajado sobre todo con el sumario y con el juicio, que fue el primero que se retransmitió en directo con señal institucional en España. Todo quedó grabado. He tenido acceso a ella y la he trabajado de arriba abajo. Duró más de dos meses y medio. Hay centenares de horas de grabación. El material base más importante han sido los once mil folios del sumario. Cuando Maria Angels fue liberada declaró ante la Guardia Civil durante días, y todo eso está grabado. Después, se sometió a exámenes psicológicos y forenses, y todo se plasmó en informes. He hablado también con testigos directos de aquella situación. Los secuestradores lo contaron todo cuando fueron detenidos, aunque luego en el juicio se negaron a hablar. Todo lo he contrastado para llegar al relato que creo que más se corresponde con lo que pasó.