Harry Potter: las raíces portuguesas de la saga de J.K. Rowling
De Oporto a Caldas da Rainha seguimos las huellas de la saga literaria de J.K. Rowling, que atrae a los devotos de las aventuras del joven mago desde que la escritora británica vivía en el norte de Portugal
La niebla se despliega como una de las señas de identidad de Oporto cuando deja atrás el verano. No resulta raro caminar por la Ribeira o cruzar a Vila Nova de Gaia sin verse envuelto en esa bruma persistente que dura mucho más que las primeras horas del día y convierte el emblemático Puente Don Luis I, construido según las directrices de Gustave Eiffel, en una especie de buque fantasmagórico varado entre las dos orillas de la desembocadura del Duero.
Han transcurrido 30 años desde que una veinteañera británica desembarcó a orillas del Océano Atlántico para ganarse la vida como profesora de inglés en la Universidad de Oporto. Desconocía entonces J.K. Rowling que estaba a punto de dar forma a la historia que bullía por su cabeza: las aventuras de un mago adolescente que llevaba tiempo rondando su imaginación y terminó de definirse en el norte de Portugal, con ese clima nebuloso que activa las claves de la imaginación y el misterio.
Pero así fue, y hoy pueden seguirse sus huellas al sur de Galicia para recordar su casi año y medio de estancia en la ciudad del vino, para recordar que allí se gestó la saga literaria (y posteriormente cinematográfica) de mayor éxito mundial. Nada menos que 500 millones de libros ha vendido en todo el planeta esta serie terriblemente inglesa, pero aderezada con un toque portugués.
Subimos por la Rua das Carmelitas y nos aproximamos a la Torre dos Clérigos. Allí, en el número 144 de esa animada calle, se alza la librería más famosa de todo el país vecino, Lello, escenario de algunas escenas de las películas de Harry Potter.
Ni siquiera la onda expansiva de las palabras de la autora ha conseguido borrar su leyenda: «Nunca visité esa librería de Oporto, ni sabía de su existencia. Es preciosa y ojalá la hubiera visitado, pero no tiene nada que ver con Hogwarts».
¿Sería una maniobra para despistar? No lo sabemos, pero realmente es difícil de creer por una sencilla razón: la sede central universitaria se encuentra a menos de 200 metros, cruzando a la otra acera. Entonces, francamente, tiene que haber una explicación oculta para que Miss J.K. pronunciara semejante sentencia verbal.
‘Potteradictos’ molestos
Ahora que los turistas británicos han vuelto a Portugal, no resulta complicado ver otra vez las colas en la entrada (de acuerdo, más pequeñas que antes de la pandemia) para hacerse una fotografía en la preciosa librería, donde destaca una gran escalinata que deja boquiabiertos a los fans. Rowling ha recibido una avalancha de mensajes de ‘potteradictos’ que la han inundado en los últimos meses. «¿Por qué dices esto ahora? ¿Qué pretendes?», «¿eres consciente de que hay miles de personas que han viajado a Oporto expresamente para poder visitar este local?», «estamos muy desilusionados, que lo sepas», «lo que pasa es que no le habrán dado la parte del ‘pastel’ que les pedía y por eso ha decidido proclamar que nunca estuvo allí» o «pero si está al lado de la Universidad, es imposible que desconociera su existencia». Las frases, de todo tipo y condición, se acumulan en una avalancha, mientras el mago con gafas no deja de subyugar a más y más devoradores de sus andanzas.
Con todo, el peregrinaje a Lello continúa, pues no es tan fácil descabalgar a los lectores (y espectadores) más acérrimos. La controversia se extendió de tal manera que la propia Rowling se vio obligada a calmar los ánimos y a salir de nuevo a la palestra, tal era el «tsunami», según dijo. Por eso, ella misma proclamó un mensaje que se interpretaba como una especie de compensación: «Si sirve para animar a los que se sienten defraudados por lo que dije sobre la librería, quiero que sepan que solía ir a escribir al Café Majestic, en la Rua Santa Catarina de Oporto. Es, realmente, el café más bonito en el que he escrito nunca».
En efecto, este histórico local, ubicado en el número 112 de la calle más comercial de la segunda ciudad lusa, está en pie desde 1921 (es decir, fue fundado 15 años después que Lello) y era uno de sus refugios favoritos cuando la escritora residía en Oporto. Por detrás del Mercado de Bolhao y del Teatro Sá da Bandeira, ese es el punto exacto.
Encontrar un sitio libre en las mesas del Majestic siempre ha sido una misión de titanes. Lo único que ha frenado las filas de clientes ha sido el estallido mundial del coronavirus, aunque Oporto ha sabido esperar el momento de la recuperación.
El hijo de Harry
No puede olvidarse que, cinco años atrás, Lello albergó el lanzamiento mundial de ‘ Harry Potter and The Cursed Child. Parts I & II ’, cuya autoría oficial corresponde a Jack Thorne, basándose en una historia original de Rowling y John Tiffany. La obra representa un salto de 19 años en el tiempo con el objetivo de retratar la época de crecimiento de Albus Severus Potter. Y, claro, el Majestic se inundó igualmente de aprendices de magos.
«Siempre fue difícil ser Harry Potter y no resulta más fácil ahora que es un trabajador del Ministerio de la Magia cargado de trabajo, marido y padre de tres niños en edad escolar. Mientras Harry lucha con un pasado que se resiste a quedarse donde pertenece, su hijo más pequeño, Albus, tiene que luchar con el peso de un legado familiar que nunca quiso. Pasado y presente se funden de forma amenazante, justo cuando padre e hijo descubren una verdad incómoda: a veces, la oscuridad proviene de los lugares más inesperados». Esa era la llamada de atención que cautivó aquella noche del 31 de julio de 2016 a miles de devotos del ingenioso Harry.
La noche y la madrugada vivieron un aluvión de visitantes en los alrededores del edificio neogótico de Oporto. El tráfico se cortó y la policía realizó un despliegue especial para que el acontecimiento se desarrollara sin problemas.
José Manuel Lello, descendiente de la familia que puso en pie la espectacular librería, no cabía en sí de gozo. Se abrieron las puertas y se desató la locura entre aplausos y gritos. Las brujas y magos no podían más de impaciencia, todos a la caza del resguardo que acreditaba el cotizado ‘yo-estuve-allí’. La cuesta hacia arriba desde la Avenida de Aliados echaba chispas y Oporto reforzó su posición como capital internacional de la saga. La ilusión parecía no tener fin y los disfraces de Harry Potter salpicaban la multitud a simple vista. La Batalla de Hogwarts, donde cayó derrotado Lord Voldemort, sobrevuela desde entonces el centro de la ciudad lusa, que se aferra al márketing y a la aureola derivados de J. K. Rowling. Corría el año 1991 cuando una joven de 25 años con sueños de letras se trasladó a Oporto. Residía frente a Vila Nova de Gaia y escuchaba a Tchaikovsky de forma obsesiva. Tanto es así que los Lello quisieron rendir tributo a la exquisitez de sus gustos musicales haciendo sonar una selección de piezas del compositor ruso todas las tardes, a la hora del té.
Refugio de Rowling
Cuando la lluvia apretaba en Oporto (algo muy habitual), Rowling se refugiaba en su fantasía, la misma que hoy se ha convertido en una marca registrada cuyo valor global supera los 7.500 millones de euros.
El periodista local Jorge Arantes se cruzó en su camino una tarde en un bar de la Ribeira. No era un lugar especialmente romántico, pero se enamoraron, se casaron (el 16 de octubre de 1992) y… terminaron divorciándose tres años después. Su relación solo puede calificarse de tormentosa, lo que empujó a aquella muchacha que pecó de ingenua a sumergirse en esa ficción que ya comenzaba a perfilar.
Los problemas económicos afloraban y el ‘terremoto’ doméstico estaba servido. En medio de este panorama, Rowling se quedó embarazada de una niña, Jessica Isabel, hoy al borde de los 30 años y a la que se vio obligada a criar como madre soltera. De ahí que terminara huyendo de Oporto: no por la ciudad, sino por los fantasmas de las turbulencias. Eso sí, la ‘saudade’ pervive en su memoria y, de hecho, una vez le preguntaron por Salazar Slytherin, un personaje fundamental en el complejo entramado de la serie de novelas.
«¿El nombre de Salazar viene de los tiempos en que usted vivió en Portugal? Existe una figura portuguesa llamada Antonio de Oliveira Salazar», le inquirió un experto en su obra refiriéndose al déspota que instauró las tinieblas al otro lado de la frontera durante 44 años, hasta su muerte en 1970, aunque la agonía política se prolongó cuatro años más de la mano de Marcelo Caetano, justo hasta la Revolución de los Claveles. Respuesta: «Sí, me inspiré en Salazar».
Pero la ruta de Harry Potter en Portugal también se detiene 92 kilómetros al norte de Lisboa, en el enclave mágico de Caldas da Rainha. El conocido como ‘castillo de Harry Potter’ sorprende a quien se acerca al Parque Don Carlos I, un conjunto de senderos y lagos que cautiva a los visitantes con ese aspecto que parece recién salido de un cuento. O, mejor dicho, de un episodio de la saga de raíces lusitanas.
Su parecido con el colegio de Hogwarts, feudo de la hechicería por obra y gracia de Rowling, atrae cada vez a más fieles de estos avatares literarios. La coqueta localidad portuguesa vive pendiente del destino de este chaval con gafas redondas, con mirada inocente y una capacidad para sembrar la ilusión en millones de adolescentes (y no tanto).