Rodrigo Blanco: «La literatura venezolana ha logrado sobreponerse al chavismo»
El autor venezolano publica su segunda novela, 'Simpatía', en la que aborda consecuencias de un país en bancarrota como el abandono de perros
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Iniciar sesiónResidente en Málaga desde hace dos años y medio, después de pasar otros tres en París tras abandonar Venezuela por la asfixiante crisis provocada por el chavismo, Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981) está considerado como uno de los jóvenes escritores latinoamericanos más prometedores. ... Con 'The Night' , traducida a varios idiomas y acreedora de varios premios, certificó que en él había mucho más que un escritor de cuentos. Ahora presenta 'Simpatía' (Alfaguara), su segunda novela, en la que se sumerge en la vida de Ulises Kan, un joven huérfano que recibe el encargo de crear una fundación de perros abandonados. Una tarea nada sencilla de abordar en un país en ruinas.
—Con la lectura de la novela queda claro que una de las consecuencias de la crisis de Venezuela es el abandono de mascotas.
—En esta novela yo sitúo la acción en un contexto que tiene que ver, no tanto con la crisis política como tal, sino con los efectos de un país en bancarrota, en el cual muchos millones de personas han decidido emigrar e irse del país. Un daño colateral de este proceso de emigración masivo ha sido el abandono de perros. Gente que se va del país y los abandona. Es una imagen muy dolorosa del deterioro social del país.
—En 'Simpatía' están presentes la corrupción política, la corrupción policial…
—Sí, hay una serie de intereses oscuros donde se refleja una corrupción endémica que atraviesa todas las estructuras del país. Es la contraposición al 'leitmotiv' de la novela: la fundación que debe crearse en tiempo récord para darle acogida a los perros de la calle y encontrarles un lugar. 'Simpatía' tiene una apuesta esperanzadora a través de la imagen de los perros. Quizá a eso se refiera uno de los personajes cuando habla de que el país merece una segunda oportunidad.
—¿Se puede decir que el libro se adscribe a la literatura comprometida?
—El principal compromiso de un escritor es producir obras que se sustenten por su valor estético. No creo que la literatura tenga que ser la plataforma para la pronunciación de un mensaje político, cultural o filosófico, aunque esos elementos siempre están presentes. En mis dos novelas, yo parto de un contexto de la situación política en mi país, pero eso es solo un marco para el desarrollo de la cantidad de historias y personajes que van más allá de lo coyuntural. Soy consciente de que lo que yo escribo tiene una perspectiva de lectura que apunta hacia lo político, aunque no es mi prioridad.
—En el libro hay varias referencias a 'El Padrino'.
—Es la película que más me gusta, no solo por la historia en sí, sino por cómo está contada. Francis Ford Coppola dijo que 'El Padrino' no era una historia de la mafia, sino la historia de una familia. Me pareció un punto de vista muy inteligente. En efecto, es lo que mueve y motiva la historia. En este caso para mí también se fue desarrollando así mi novela, a pesar del contexto social y político que la enmarca. Todo ocurre de puertas adentro de la casa que están remodelando para la fundación de perros. Y en esa vida interna se activa un tipo de dinámica familiar entre los personajes.
—Un personaje dice: «Aquí, en cambio, uno siente la guerra, pero no la ve». ¿Es eso lo que ha vivido en Venezuela?
—Una de las grandes tragedias de la historia de esta crisis venezolana, como dice Jon Lee Anderson , es que se han visto todos los estragos de una guerra, pero sin la guerra. Cualquiera puede ver que todo está destrozado, en una crisis tremenda, y a la vez la vida parece continuar de forma cotidiana. Una de las cosas más dramáticas es ver esos niveles de destrucción, que han seguido una pauta muy sinuosa hecha por el chavismo pero que no puede reconocerse en los esquemas clásicos de una dictadura como la de los años 70 o en conflictos como el de Siria. El único país que tiene un éxodo parecido al de Siria es Venezuela, pero sin tener esa experiencia de la guerra en los términos visibles. Ha habido una política sistemática del Gobierno chavista de exterminio de la población venezolana, bien sea a través de los grupos paramilitares que han asesinado a decenas de miles de personas o de una herramienta de corte estalinista como es el asesinato de la población a través del hambre o de las penurias del sistema de salud.
—¿Por qué salió de Venezuela?
—Salí en noviembre de 2015. Era profesor universitario y daba clase en unas condiciones cada vez peores, con un salario irrisorio. Fui uno de los tantos venezolanos profesionales que fueron formados por el país y que tuvieron que emigrar. Pudimos hacerlo de una manera ordenada: tomado un avión y emigrando con una oportunidad de trabajo en Francia. No ha sido ni remotamente lo difícil que ha sido para los millones de personas que están emigrando a pie o cruzando el río o en peores condiciones a través de la frontera.
—¿De qué manera conversa la literatura venezolana con la actual situación política?
—Extrañamente, la literatura venezolana ha logrado transformar en algo positivo toda esta crisis. Hay tantos escritores fuera de Venezuela que nos hemos visto obligados a tratar de ubicar nuestra literatura en nuestros países de llegada. En los últimos años cada vez es más frecuente ver a escritores venezolanos publicando en España, o con traducciones. Es el caso de Juan Carlos Méndez Guédez , Juan Carlos Chirinos o Karina Sainz Borgo . Creo que ya se está subsanando cierto 'jet lag' de la escritura venezolana con respecto a otras escrituras latinoamericanas. Y era algo que se arrastraba desde el 'boom'.
—¿Cómo ve la situación política en España?
—En España me pasa lo mismo que en Francia, donde también hablaban de lo mal que estaba el país. Hay un discurso entre la intelectualidad hablando de una crisis constante que, cuando uno lo compara con los números objetivos de la economía, respeto de los derechos humanos o de libertades, no está plenamente justificada. España es una sociedad avanzada, con un sistema democrático que funciona, con unas instituciones que funcionan, aunque obviamente debe ser vigilada constantemente.
—En una columna reciente para ABC Cultural escribió sobre el manifiesto que desde cierto sector de la cultura lanzaron contra Ayuso.
—Me chocó muchísimo ese manifiesto por lo disparatado del encuadre del mensaje. Se trataba de unas elecciones previstas por la Constitución y el sistema político. Uno leía ese manifiesto y parecía que estuviera todavía en el ambiente de la Guerra Civil española. Eso me produjo un poco de risa tierna, y a la vez entiendo la seriedad que puede haber detrás de esas confusiones. Como todo inmigrante agradecido, yo tiendo a ser bastante optimista con respecto a la situación de un país como España, que me parece el mejor país del mundo.
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