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ABC Cultural

Menos opiniones y más sombreros

«Si usted se indigna porque en las grandes fiestas dionisíacas del 414 a.C a 'Las aves' de Aristófanes le dieron el segundo lugar, entonces usted, amigo mío, no está emitiendo una simple opinión. Usted acaba de cumplir un acto mucho más importante: usted se acaba de poner un sombrero»

Bad Bunny
Rodrigo Blanco Calderón

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Hubo una época de mi vida, hasta hace no mucho tiempo, en que de vez en cuando intentaba contravenir mis aversiones culturales más instintivas y esforzarme por pertenecer a la masa. El último de esos intentos fue tratar de convertirme en un fan de Bad ... Bunny. Quería demostrarle a los demás, pero sobre todo a mí mismo, que yo sí entendía el fenómeno. Dediqué algunos días a escuchar el álbum YHLQMDLG, simulé un entusiasmo que no sentía y hasta recuerdo haber puesto algún tuit celebrando al «conejito». La verdad es que no entendí nada. Bad Bunny, si soy sincero, me parece un idiota. O lo más probable es que el idiota sea yo. Al menos, ahora estoy en paz con eso. Similar opinión me merece esa corriente de cine biempensante que ha producido una serie de películas ganadoras de premios Oscar, aplaudidas con especial fervor por los intelectuales de izquierda. Filmes solidarios, cursis y aleccionadores como 'Mad Max: Fury Road', 'Roma', 'Moonlight' y, la más reciente, 'Don't look up', de la que solo pude ver veinte minutos. Por nombrar solo las más representativas de esta especie de realismo social del siglo XXI, emergido no ya de la Rusia comunista sino de los Estados Unidos en la era del capitalismo pandémico y salvaje.

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