«La poesía no da para comer, sólo para merendar de vez en cuando»
El Palacio de la Magdalena de Santander se convierte por unos días en punto de encuentro de quince jóvenes poetas que reflexionan sobre su arte en un seminario dedicado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo a la «Poesía española reciente»
La joven poeta gallega Yolanda Castaño, de 28 años, añade a la opinión que recoge el titular que «cuando, por fin, consigues publicar, las ediciones son muy limitadas. Hay que estar en primerísima línea para poder vivir de esto». Con ella coincide Rafael Espejo, andaluz ... de 29 años, para quien «quizá sea posible vivir del entorno de la poesía, pero nunca de una obra». «Tradición y renovación», dice Espejo. Para este cordobés que estudió Filología Hispánica en Granada, la tradición se filtra a través del lector, porque «el lector es antes que el poeta». Para él, ambas, tradición y renovación, son necesarias, pero «no me gusta ser consciente de lo que hago, los planes a priori castran la creatividad del poeta».
Yolanda Castaño, cuyas obras están publicadas en gallego, opina que «tratar de renovar sin conocer la tradición y ser consciente de que formas parte de ella no vale», aunque «no podemos hablar sólo de influencias literarias», porque lo que más cuenta es la experiencia personal en un sentido amplio, «una canción, una película, un anuncio, algo que ves por la calle».
Dicen que el diálogo con los poetas europeos es inexistente, porque es difícil que traduzcan obras de artistas noveles o con una trayectoria breve. No sucede lo mismo con Hispanoamérica, donde algunos de ellos tienen puesta su mirada. Varios han participado recientemente en Cosmopoética, un encuentro entre poetas hispanos, en el que pudieron descubrir nombres como el peruano José Watanabe o el colombiano Darío Jaramillo. En palabras de Rafael Espejo, «hasta hace 15 ó 20 años no se hacía mucho caso de la poesía reciente hispanoamericana. Ahora empezamos a hacerlo, pero esta relación debiera intensificarse mucho más». Castaño pone el ejemplo de Argentina. «Buenos Aires está plagada de gallegos que guardan celosos sus tradiciones -dice- y muchos de ellos ávidos de recibir literatura de su patria chica, que casi nunca llega».
Los premios, importantes para empezar
Parece que la competición y el arte están reñidos. Sin embargo, ganar algún certamen es una de las pocas formas de comenzar una trayectoria. Todos saben que lo más difícil es publicar la ópera prima, por eso ven los concursos como un mal necesario para comenzar a abrirse hueco en el panorama literario. Ganarlos no garantiza nada, ni siquiera que la obra sea la mejor, pero es una oportunidad, una ayuda.
Algunos de los jóvenes poetas opinan que el mercado literario está saturado, porque se edita demasiado y se lee demasiado poco. Pero dicen que «obligar a los niños a leer no es la solución». En su opinión, habría que contagiar a los más pequeños el amor por la literatura sin imposiciones. También son conscientes de que la poesía tiene un público minoritario, pero muy fiel y cualitativamente muy interesante.
Para el director del encuentro, Luis Muñoz, el objetivo es ofrecer una visión global de la poesía española de última generación, y una plataforma desde la que debatir ideas; mientras la poeta Ana Merino, secretaria del curso, destaca la «profunda inquietud individual que tienen los jóvenes», que, lejos de entrar en un debate profundo sobre tendencias, absorben lo que más les interesa de cada una. Muñoz tiene la impresión de que ellos han dicho muchas cosas por primera vez. Quizá sea así, aunque algunos aseguran que lo más interesante se ha comentado tomando un café, una vez finalizadas las horas de «trabajo».
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