Pablo Martín Sánchez: «No hay historia sin memorias personales»

«El día que nací yo» es una copla sobre la mala estrella de quien la canta. Pablo Martín Sánchez nació cerca de Reus el 18 de marzo de 1977 y su estrella literaria brilló hace cuatro años con «El anarquista que se llamaba como yo» (Acantilado), primer título de una trilogía que ahora prosigue con «Tuyo es el mañana».

El día en que nació el autor había huelga general en Italia, en el Congo iban a matar al presidente Marien Ngouabi y el BOE anunciaba un nuevo indulto en España. «Nací tres meses antes de las elecciones y tres meses después de la Ley de Reforma Política, el año de la matanza de Atocha, las mil manifestaciones y los constantes atentados de ETA». La Historia a partir de la intrahistoria que cuentan seis personajes a lo largo de veinticuatro horas. Ni un minuto más. Doctor en Lengua y Literatura por la universidad de Lille, lo califica a la francesa: una «tranche de vie» verbalizada por una niña de doce años, un profesor, un empresario, un galgo corredor, un cuadro… «Escribir la Historia es componer un relato a partir de las memorias personales. Hablar de Memoria Histórica es un oxímoron».

Actor antes que novelista, el autor de «Tuyo es el mañana» ha rendido homenaje a George Pérec con la combinatoria de las voces del sexteto, cada personaje con su propia música. Una novela que evoca 1977 para hablarnos de cuando el acoso escolar todavía no se llamaba «bulling» y el robo de recién nacidos era todavía un rumor que cuarenta años después devino en estruendosa noticia: «No es una novela política, sino de un momento político del país, una forma de acercar la Historia en mayúscula a mi propia historia», subraya. La alternancia de los relatos va dejando espacios en blanco que el lector verá completados.

Después de abordar el primer tercio de siglo y la Transición, Pablo Martín Sánchez culminará su trilogía con una novela abarcará de los años noventa hasta mediado el siglo XXI». De momento, recordará a su tocayo: aquel anarquista que trabajó de ebanista, murió en un pueblo cerca de Montpellier y le consagró como escritor.