Una novela para derribar el mito de la crueldad de Pedro I de Castilla, el «buen legislador»
El escritor Julio Castedo relata en ‘Rey Don Pedro’ (Almuzara) la histórica rivalidad entre el Monarca y sus hermanos
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Iniciar sesiónEl final de Pedro I ‘El Cruel’ (‘El Justiciero’, para sus partidarios) a los pies del castillo de Montiel es uno de los episodios más conocidos de la Edad Media española, aunque también el más veces reescrito. Su hermano Enrique de Trastámara , ayudado ... por el mercenario Bertrand Duguesclin («ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi señor»), dio muerte el 23 de marzo de 1369 al Monarca castellano y zanjó, con su propio acero, un conflicto que había desangrado la península durante décadas.
Los Trastámara, ganadores de la guerra, escribieron la historia a su gusto y dibujaron un relato siniestro de Pedro I. Como el cadáver de William Holden flotando boca abajo en la piscina de ‘Sunset Boulevard’ (1950), el escritor Julio Castedo hace en el arranque de su última novela, ‘Rey Don Pedro’ (Almuzara) , que sea el propio Pedro ya fallecido quien cuente su verdadera tragedia, quien ofrezca el punto intermedio entre ‘El Cruel’ y ‘El Justiciero’ en un viaje atrás en el tiempo.
«Los historiadores no terminan de ponerse de acuerdo. La primera crónica seria sobre la guerra la escribió López de Ayala , un diplomático a las órdenes de los Trastámara, es decir, con un sesgo importante. Más tarde, en tiempos de Felipe II se revitalizó la figura del Rey y se fue al otro extremo: el justiciero. Creo que ni una cosa ni la otra, prefiero quedarme en la escala de grises, en el ser humano; era un Monarca con la crueldad habitual en los dirigentes de la época y con un contexto muy complicado», señala este escritor y médico, autor de otras cuatro novelas.
Un escenario shakesperiano
Pedro I fue Rey de Castilla entre 1350 y 1369, un periodo donde la Guerra de los Cien años seguía sacudiendo Europa, la peste negra («la landre») campaba a voluntad por el continente, siendo responsable de la muerte inesperada de Alfonso XI, padre tanto del Rey como de sus hermanastros rebeldes; y los conflictos entre Castilla y Aragón se encendían y apagaban como una bombilla a punto de fundirse. « Es un escenario shakesperiano . Una época apasionante, de gran impotencia frente a las enfermedades y de mucha religiosidad. Nosotros rezamos a la ciencia para que nos salve, mientras que ellos rezaban en las iglesias y poco a poco se fueron haciendo con una inmunidad de rebaño», señala Julio Castedo .
El autor de ‘Rey Don Pedro’ (Almuzara) dibuja en su obra a un Pedro que, frente a las adversidades políticas y familiares, desarrolló un carácter «solitario, muy pasional». «Heredó el trono con dieciséis años y se vio rápido rodeado de personas que querían manipularlo y, con el tiempo, arrebatarle la corona. Las traiciones y las decepciones fueron forjando su personalidad desconfiada», explica Castedo.
«Heredó el trono con dieciséis años y se vio rápido rodeado de personas que querían manipularlo»
A partir de la ejecución de la madre de los Trastámara , Pedro y sus hermanos se enfrascaron en una guerra interminable, cargada de actos de odio y donde cada día la primera y la última imagen que les venía a la mente era el rostro de su rival. Julio Castedo (Madrid, 1964) bien sabe lo que es obsesionarse con Pedro I, un personaje histórico muy presente en su entorno familiar: «A mi abuelo hace muchos años le hicieron un árbol genealógico que le relacionó con la esposa de Pedro, y esa creencia familiar se extendió. Aunque luego descubrimos con un estudio más serio que no era verdad, la simpatía por este Rey se quedó en casa».
Un buen legislador
Los estados hacen la guerra, pero también las guerras hacen estados. «La guerra no puede ser buena desde un punto de vista moral, pero no podemos desprendernos de su peso histórico para la forja de los estados y las naciones», señala Castedo, que narra en su novela como Pedro se vio obligado a legislar y sacar recursos de debajo de las piedras para mantener el pulso. «Pedro fue muy buen legislador, con una considerable prudencia. Reguló la mendicidad, el descanso de los domingos, la tala de bosques, el comercio de caballos, la convivencia de las tres culturas, el realengo, al señorío… Fue una persona muy sensata», apunta. Enrique de Trastámara mantendría en su reinado prácticamente todas estas leyes.
En su primer acercamiento al género de la novela histórica, Castedo ha querido aprovechar los sucesos del pasado para reflexionar acerca de la condición humana de todos los tiempos, mirar al presente desde el pasado, y no al revés. «La condición humana no varía. El endiosamiento de quien ejerce el poder. El considerar que quien te lleva la contraria te está traicionando… Hay muchas reflexiones valiosas en estos episodios que recuerdan a los políticos de la actualidad y a los de todos los tiempos», afirma el novelista.
El guerracivilismo es otro elemento resistente al paso del tiempo, al menos en España. «Ha sido raro el siglo donde no hemos tenido una guerra civil, unas más grandes y otras más pequeñas. La de Pedro en el siglo XIV fue brutal . Duró muchos años y tuvo participación internacional, con Inglaterra y Francia presentes», afirma este médico, que identifica como crónico del país el guerracivilismo: «Y cuando no hay guerra civil, nos pasamos el tiempo hablando de las pasadas».
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