«El alcohol y la nostalgia»

Este nuevo título del escritor, «El alcohol y la nostalgia» , tiene un origen bastante especial. Es una adaptación de una ficción radiofónica de cien minutos, que fue escrita en el mítico Transiberiano , durante el trayecto entre Moscú y Novosibirsk (ciudad siberiana, la tercera más grande de Rusia), que fue emitida en 2010 por France Culture .

Son apenas cien páginas, pero realmente hermosas, con deliciosa traducción de Robert Juan-Cantavella . Son, en primer lugar, un homenaje a la vieja y carismática tierra de los zares, un canto entre el amor y el odio a la cruel belleza de Moscú , a la legendaria presencia de San Petersburgo , a las miles de hectáreas de la tundra y los campos siberianos, a los metalúrgicos y héroes del realismo socialista del Metro moscovita .

Es también un recuerdo de esos hombres que allá en el extremo de Europa iluminaron la cultura y la literatura europeas: Dostoyevski , Chejov , Pushkin ... también un homenaje a los poetas que el Gulag señaló con su dedo criminal, Anna Andréyevna Ajmátova , Ósip Mandelshtam , o a los que la nostalgia y la tristeza llevaron al suicidio como Serguéi Esenin .

Y es también es un canto a la amistad, al triángulo de amor, ternura, alcohol y drogas que forman sus protagonistas, tres tipos solos, a menudo asustados, desasistidos. Dos hombres y una mujer y un destino, el de sus corazones rotos, que algún día se lo jugaron todo. El vodka se sirve frío, pero hace arder los corazones .