María Casares, la pequeña gallega que hechizó a Camus

La información daba cuenta también del recibimiento a la actriz en la estación de Chamartín, de sus planes inmediatos y de su categoría como intérprete:«No solo ha interpretado los papeles más importantes de la dramaturgia universal, sino que ha creado en Francia una auténtica escuela, de la que ella es maestra indiscutible». No hablaba, sin embargo, de su relación con quien fue el amor de su vida, Albert Camus, a quien conoció en casa del escritor Michel Leiris en marzo de 1944, y poco después comenzarían su romance. Entre ese momento y 1959 mantuvieron una abundante correspondencia –casi novecientas cartas en quince años–, que se publicó en Francia en 2017;aquellas apasionadas páginas llegaron a manos de la escritora Anne Plantagenet (Joigny, Francia, 1972) –«para mí supusieron un choque, fue una revelación», confiesa–, que decidió llevar al papel la historia de la actriz española. El libro – ‘La única: María Casares’ – se acaba de publicar en España, editado por Alba.

«Uno de mis temas obsesivos es el exilio –cuenta a ABC Anne Plantagenet–; la historia de mi familia está atravesada por él. Yo apenas sabía nada de María Casares, salvo que era de origen españo l y su vínculo con Albert Camus; la había visto en algunas películas, pero nunca sobre el escenario. Y eso era todo. Pero cuando leí sus cartas a Camus me interesé por ella; su voz, su energía, lo que había sido su vida antes y después de Camus. Y comencé a investigar más en profundidad. María concentraba varios de los temas que me interesan: el exilio, España, el amor, la pasión, la identidad femenina... Ella es una mezcla de todo eso, para mí es un personaje fascinante».

«Los vulgares hablan, la única permanece». Esta frase de Albert Camus, escrita en una carta a María Casares el 18 de junio de 1957, es el pórtico para un retrato de la actriz que la autora reconoce que no es objetivo. «Mi libro es una biografía con un punto de vista; es mi visión subjetiva. Me invento muchas cosas, pero en otras me he apoyado en la correspondencia y en otros libros, como su autobiografía; por ejemplo, cuando describo la ropa que llevaba el día en que murió Albert Camus: un impermeable y un sombrerito. He querido representar muy viva a María, no hacer un trabajo universitario o académico sobre ella».

Anne Plantagenet tiene ahora la sensación de haber conocido a María Casares. Durante los meses de investigación sobre la actriz, estuvo viviendo un tiempo en La Vergne, en la localidad de Alloue, en la casa en que vivió los últimos años de su vida María Casares –al morir la cedió al municipio–, y que es desde hace una década una residencia para actores. «Pude incluso dormir en la habitación donde falleció... Fue un espíritu benévolo conmigo».

«Ella es negra mía, viviente mía, mi querida grande, mi hermoso cuerpo, mi corazón querido , mi dormida, mi bella arena, mi finisterre, mi quemante, mi verdadera vida, mi pequeña victoria, mi pasión, mi secreta, mi bonita cara, la mujer que amo, mi luz negra, mi niña querida, tierna mía, cautiva mía, playa mía, mi deseable, mi mujer...» Así se refería Albert Camus a María Casares en sus cartas, según recoge en su libro Anne Plantagenet, donde escribe lo que significaba para la actriz el autor de ‘El extranjero’ , al que presentó a su padre, Santiago Casares Quiroga, en 1948:«Él es su dirección, su tierra firme inmutable. María tiene una confianza inquebrantable en su mutuo amor. Un amor que le obliga a superarse, a mostrar una generosidad, un sentido del sacrificio y una tolerancia de los que hasta entonces se veía incapaz. En esta historia quiere el mejor papel, el de la enamorada de gran corazón que no conoce los celos, la envidia, el instinto de propiedad, la avidez, los sentimientos mezquinos. Una heroína de teatro».

«De María me ha impresionado su fuerza, su energía, su ‘genio de la vida’, como la definió Camus –insiste Anne Plantagenet–. No tuvo una vida fácil ni feliz; muchas dificultades, muchos exilios : de su tierra, de su idioma, de sus amores... Yme asombra su voluntad, que demostró por ejemplo a la hora de actuar en francés sin acento ninguno». Su fascinación por el personaje, «que tenía un voraz apetito por la vida», no le hace cegarse. «Fue una mujer compleja, con sus luces y sus sombras; dura con los demás, porque era también dura consigo misma. No debía ser fácil convivir con ella».

Pero, concluye la autora francesa, «conoció la pequeña y la gran historia del siglo XX, a muchos personajes determinantes de su época, y es ella misma una de las grandes figuras femeninas del pasado siglo. Dejó de ser esa pequeña gallega que nació el 21 de noviembre de 1922 para convertirse en María Casares y morir, francesa, el 22 de noviembre de 1996, al día siguiente de cumplir 74 años. Construyó una identidad pasando por distintas identidades. Y fue, sobre todo, una mujer que tomó decisiones muy valientes para su época... Y una mujer muy libre ».