Lorenzo Silva y Noemí Trujillo escriben la novela negra de la pandemia
Publican 'La forja de una rebelde', un libro en el que narran un doble crimen cometido durante el estado de alarma
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Iniciar sesiónEl 14 de marzo de 2020, el mismo día que el Gobierno decretaba el estado de alarma por la crisis sanitaria, Noemí Trujillo recibía la noticia de que su madre había fallecido por coronavirus. Luego llegó el duelo, un duelo difícil, como el de tantos ... otros: sin poder moverse, alejada de la familia, de los amigos, siempre guardando la maldita distancia de seguridad. Entonces no lo sabía, pero aquella experiencia acabaría siendo el germen de 'La forja de una rebelde' (Destino), la segunda novela (negra, que es el color del luto) de la serie de Manuel Mauri, que escribe a cuatro manos con su pareja, el también escritor Lorenzo Silva.
«Fue muy duro. Para mí era un desafío y una necesidad, casi, contar el lado humano de la pandemia. Contar esa dificultad de pasar el duelo en esas condiciones. Y era mi máximo interés poder hablar desde una perspectiva humana de todos los sentimientos que hemos ido teniendo. Sentimientos diversos, muy complejos, de los que era muy difícil hablar», cuenta ahora Trujillo, con cierto temblor en la voz. A su lado, Silva asiente. «No intentamos, porque sería pretencioso y hasta insensato, hacer un análisis profundo de la pandemia cuando ni siquiera ha acabado. La literatura puede analizar la realidad, pero con cierta distancia, y en este momento es prematuro. No es una novela 'sobre' la pandemia, es una novela que cuenta una investigación 'en' la pandemia».
Así que el libro empieza, precisamente, con la muerte de la madre de la mejor amiga de la policía Manuela Mauri, y a partir de ahí va desplegando un mapa que nos resulta demasiado familiar: miedo, desgaste, teletrabajo, colegios cerrados, mascarillas, nervios. El ambiente plomizo de esos meses, vaya. Y en esas un doble crimen en Alcalá de Henares para resolver, porque el mal no se acaba ni con una pandemia mundial. «Claro que el mal sigue. Es que hubo crímenes durante la pandemia. Es que hubo investigaciones policiales durante la pandemia. Hubo gente que tuvo que hacer lo que hace Manuela en la novela: buscar a la gente, interrogarla con la mascarilla, de punta a punta de una mesa larga, con la ventana abierta, o en el parque. Eso sucedió», apunta Silva. De hecho, insiste, la historia parte de un suceso real: un doble crimen perpetrado en el municipio toledano de Villarejo de Montalbán durante el estado de alarma.
Los autores dedican mucho espacio al malestar, al andar renqueante de la vida entre tanto virus. Por ejemplo: Manuela está haciendo un interrogatorio pero no puede dejar de pensar en sus hijos, que están insoportables y agresivos. O en su relación con Alberto, que está rarísimo por la convivencia forzosa entre ellos. ¿Para qué una novela así, ahora? ¿Nos sigue interesando la tragedia incluso después de haberla vivido? ¿Queremos revivirla? «La ficción te permite acercarte a la tragedia de una manera más amable. La literatura siempre la sublima o estiliza un poco, porque puedes acercarte a las tragedias despojándolas de la dimensión del dolor: todos sabemos que estamos ante una ficción, en una dimensión paralela. Además tiene un punto reparador que viene desde los griegos: lo que escribían ellos para la instrucción de la población eran tragedias, no eran comedias», responde Silva.
Para aligerar el tema y el tono de 'La forja de una rebelde', la dupla echa mano de la literatura y cierta erudición. Aparecen por ahí Rilke, Kafka, Melville, además de Arturo Barea, a quien homenajean desde el título. Dice Trujillo que mientras escribía pensaba en la Europa de entreguerras, que era una Europa devastada, y cómo en aquel momento muchos optaron por abordar la literatura como un juego, como una evasión, como un escudo, también. Por eso cita tanto a Cortázar, que «combina el compromiso del escritor y la escritura como juego», según sus palabras.
«En este libro, para contrastar el efecto trágico de la pandemia, hay un homenaje a la lectura y a los libros que nos han acompañado en todo este tiempo. Yo no sé qué hubiera hecho en pandemia si no me gustara leer. Mi escritor de referencia es Joyce. Y durante el confinamiento tomé la decisión, para aislarme de mi dolor personal, de releer el 'Ulises'. Es un libro al que me encanta volver, un libro mágico, que siempre te descubre algo, y que te hace estar en otro universo. Estábamos sobresaturados de información. Y la incertidumbre aún la tenemos… Tantos meses de pandemia han hecho que nos olvidemos de celebrar la vida. Y una forma de celebrar la vida es el amor, pero otra forma de celebrar la vida es la lectura», remata ella.
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