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«Lolita» sedujo a Nabokov desde las páginas de «La Gioconda maldita», de Heinz von Lichberg

BERLÍN. La primera intención de Nabokov fue publicar «Lolita» de forma anónima. El diario alemán «Frankfurter Allgemeine Zeitung» ha averiguado el origen de la relación amor-odio que el autor ruso mantuvo con su «Lolita»: la novela gracias a la cual obtuvo celebridad literaria no era más que un plagio, como ya informó ayer ABC.

La «Lolita» original se tituló «Doie Verfluchte Gioconda» (La Gioconda maldita) y fue firmada por Heinz von Lichberg y publicada por la editorial Falken, de Darmstadt, en 1916, cuarenta años antes que su archiconocida hermana gemela. Era una novela corta, de 18 inconfundibles páginas. La pista sobre esta obra perdida en la genealogía literaria se la proporcionó al diario Rainer Schelling. Tras una lectura rápida, Michael Maar emprendió una investigación mitad histórica, mitad detectivesca, que ha dado como resultado el hallazgo de dos vidas paralelas y unidas para siempre por una novela.

Soldado y reportero

Von Lichberg se llamaba en realidad Heinz von Schwege. Luchó como subteniente en la I Guerra Mundial y trabajó más tarde como reportero en Berlín. Logró mucha popularidad, ya con su nombre artístico, como voz de la retransmisión radiofónica del vuelo transatlántico del Zeppelin, seguido con pasión por una Alemania ávida de aventuras épicas e inventos asombrosos. Sus intereses literarios, lejos de la épica, circulaban por los tortuosos caminos de la más profunda intimidad moral y sentimental. El hombre de mediana edad, cultivado y afectivamente plano que narra en primera persona la historia de «Lolita», realiza en el relato de Lichberg un viaje a España. Alquila una habitación con vistas al mar en una pensión de Alicante en la que no desea ser molestado hasta que conoce a la hija del dueño. Este hombre, en la novela de Nabokov, recibe el nombre de Humbert Humbert y viaja a la pequeña ciudad de Ramsdale para instalarse en una pensión a orillas del lago, donde espera trabajar con tranquilidad hasta que conoce a la hija de la dueña. Éstas que quedan expuestas son las principales diferencias argumentales entre las dos obras, que comparten además el punto de vista del narrador, la estructura y la ambigua moralidad de Lolita que se ha convertido en todo un icono de la belleza incipiente, fugaz, diabólica y dominadora.

El escritor que condensó en 18 páginas la identidad de Lolita la describía así: «El amable y hablador posadero me asignó una habitación con bellísimas vistas al mar y nada se interponía en mi camino hacia una semana de tranquilidad inalterable. Hasta que, el segundo día, vi a Lolita, la hija de Severo. Era muy joven, según nuestro concepto nórdico, y a sus sombreados ojos sureños acompañaba un extraño cabello con matices rojos y dorados. Su cuerpo era blando y flexible, de una delgadez pueril. Y su voz era llena y oscura. Pero no sólo me cautivó su belleza, sino el enigma que ella encarnaba y que se apoderaba de mí en las noches de luna llena».

El autor de estas palabras vivió durante quince años en el mismo vecindario que Nabokov, que llegó a Berlín en 1922. Durante su etapa berlinesa, el autor ruso conoció a la que sería la mujer de su vida, Vera, y adquirió reputación como escritor. ¿Conoció a Lichberg? ¿Leyó «La Gioconda maldita»? El detective del periódico alemán no presenta una prueba de contacto personal, pero sí numerosos detalles de mismos círculos sociales y culturales. Como periodista de la sección de Cultura del «Berliner Tages Anzeiger», Lichberg estuvo constantemente presente en esos quince años de la vida de Nabokov. El 30 de enero de 1933 la ciudad entera escuchó la retransmisión radiofónica de la elección de Hitler como canciller del Reich. Uno de los locutores era Heinz von Lichberg. Posteriormente se empleó en la revista «Völkischen Beobachter», publicó su último libro en 1935 («Nantucket-Feuerschiff»), y el mismo año en que Nabokov se marcha de Alemania, en 1937, se despide de sus lectores con un artículo en el «Berliner Local-Anzeiger»: «Observen ustedes cómo nosotros, la gente, caminamos por la calle rumiando nuestros sueños y deseos, aquellos que guardamos en la cámara secreta de nuestro corazón y que no tecleamos en páginas encuadernadas. O piensen ustedes que interiormente nos corroe el ardiente deseo por una determinada Loti o Anita».

Obra olvidada

El diminutivo Loti, «Lottchen» en el original, del nombre Lotte, podría haber inspirado directamente el de «Lolita». Lichberg se unió después a la Wehrmacht, luchó en Polonia y llegó a pisar París. Murió en 1951 como «teniente coronel retirado y escritor» al lado de su mujer, con la que se casó en 1921 y con la que, aparentemente, superó el huracán Lolita. Su obra de juventud fue olvidada por casi todos. Nabokov tardó décadas, varias novelas y una serie de personajes pre-Lolita antes de terminar su obra en 1954. La mejor prueba de relación entre los dos relatos es el «déjà-vu» que produce la comparación párrafo a párrafo.

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