Josué Bonnín de Góngora pone música a los versos de 'Poeta en Nueva York'

Aunque el compositor y pianista Josué Bonnín de Góngora se ha acercado a esos versos de una forma inédita hasta ahora, ya que les ha puesto música, ofreciendo una lectura tan inusual como hermosa. El proyecto forma parte de un libro que acaba de publicar la editorial Akal y en el que también participa el pintor José Manuel Ciria , encargado de trasladar a un lenguaje plástico actual la potencia de las imágenes poéticas de Lorca.

«Yo tengo compuesto el 'Romancero Gitano' entero y se lo ofrecí al editor de Akal. Estuvimos charlando y él me propuso 'Poeta en Nueva York'. Yo le dije que para ponerle música no valdría sólo mi pura subjetividad, hay que aproximarse lo máximo posible a la subjetividad del poeta y estamos hablando de Lorca… Tuve que habitar otra vez el 'Poeta en Nueva York' casi dos o tres años», cuenta Bonnín de Góngora sobre el germen de la obra.

El músico reconoce que «fue un reto fuerte, muy duro». De hecho, cuando compuso 'Ciudad sin sueño' pasó dos noches en el hospital. «Fue durísimo, yo no volvería a pasar por eso. Me acerqué con mucho miedo, porque es uno de los poemarios más crípticos del siglo XX. Tenía un poco el espectro lírico de Góngora. En 'Poeta en Nueva York' las imágenes son primas hermanas de las de las 'Soledades' de Góngora . Lorca va recuperando su propia identidad de amor a través de un camino iniciático», explica sobre el proceso creativo.

¿Y cómo debe aproximarse el lector a una obra tan extraordinaria? En opinión de Bonnín de Góngora , «con un tremendo amor hacia la poesía. Descifrar las imágenes de Lorca es muy complicado, a pesar de las fuentes de las que bebió. Lorca era un alma que denunciaba la falsedad o la mentira, y la verdad sale por donde puede, porque es como los fluidos… 'Poeta en Nueva York' es un poemario profundamente humano, es un inmenso nocturno, si se quiere de la conciencia del mundo o de la conciencia lírica o poética».

El compositor y pianista asegura que terminar «este proyecto ha supuesto una inmensa alegría, porque el trabajo ha sido un camino muy difícil. Dentro de mi catálogo de obras, que son muchas obras con vida autónoma, es una obra importante». Lo «único» que Bonnín de Góngora lamenta es que su padre «no ha llegado a tiempo para verlo… No se puede abstraer uno de los hechos que le pasan, y este hecho ha marcado esta obra», sentencia.