Joker y Batman: ochenta años de duelos épicos y carcajadas letales

En realidad, Batman, caballero oscuro por antonomasia y justiciero atormentado, lleva algo de ventaja y ha llegado a 2020 con casi todos los deberes hechos y las velas sopladas –el hombre murciélago echó a volar en marzo de 1939 en el número 27 de «Detective Comics»–, pero la publicación estos días del monumental «Batman. La historia definitiva del Caballero Oscuro en el cómic, el cine y más allá» (Norma) ha propiciado un inesperado reencuentro.

O, como diría nuestro villano favorito, esto son dos que entran en la boca del lobo y se encuentran, frente a frente, con sendos volúmenes antológicos que vienen a glosar gestas y también es calofríos. «Cuando el Joker nos mira, nos echamos a temblar, porque en sus ojos vemos lo cerca que estamos de él», escribe Berto Romero en el prólogo del recién editado número especial con el que el sello ECC celebra los 80 años del más carismático, inquietante y turbador criminal nacido de una viñeta.

Deslumbrante y mordaz, este número especial viene a coronar entre muecas aterradoras, repasos históricos y cameos estelares lo que ya comenzó hace unas semanas con «80 años del Príncipe Payaso del Crimen» (ECC), volumen también retrospectivo generoso en inéditos y pistas para entender cómo aquel personaje que nació con fecha de caducidad –la idea original de sus creadores, Bill Finger, Jerry Robinson y Bob Kane, era liquidarlo en las mismas páginas del número 1 de «Batman» que le habían visto nacer en la primavera de 1940– ha acabado convertido, ochenta años después, en el único villano capaz de eclipsar a los atormentados héroes del universo DC.

En 1940, Batman ya surca con naturalidad el cielo nocturno de Gotham e incluso se prepara para adoptar a Robin, un joven trapecista que se convertirá en su mano derecha a la hora de combatir el crimen. A la historia, sin embargo, le falta algo. Un rival a la altura. Por ahí está Hugo Strange, el científico loco, pero no basta. Batman necesita a su Moriarty. A su Goliat. «Si el héroe es oscuro, serio y trágico, su villano deberá ser colorido y alegre», sopesa Robinson. «Todos los grandes héroes tienen un antihéroe y son personajes más fuertes porque se enfrentan a fuertes antagonistas», explicaría más tarde el dibujante.

Una baraja de cartas acaba por decantar la balanza: ahí está, mirándole desde lo alto del mazo, el payaso del comodín. Una sonrisa malévola, un gorro de lunático y... ¡bingo! Acaba de nacer el Joker. ¿Su primera broma? Anunciar por televisión los crímenes que va a cometer y llevarlos a cabo sin pestañear. Su marca, cómo no, la carta del payaso.

La idea original, no lo olviden, era liquidarlo tras su primera aparición, pero dice mucho de la naturaleza del personaje que fuese capaz de sobreponerse a tan prematura sentencia de muerte. El caso es que en la segunda historieta que Finger escribe para el número 1 de «Batman», el destino del Joker está sellado: se apuñala por accidente durante una pelea y muere camino del hospital. Así de fácil. O no. Porque en cuanto la tira llega a manos de Whitney Ellsworth, editor de DC, la historia da un vuelco y, con el ejemplar camino ya de la imprenta, se añade a toda prisa una modificación en la última viñeta. ¿Cómo dejar escapar tan fácilmente al opuesto perfecto del hombre murciélago?

«Sí, el Joker vivirá y, con él, la cultura popular como la conocemos hoy adquirirá una nueva relevancia, un nuevo sentido», celebra David Hernando en «Serenata nocturna. El origen del caballero oscuro», libro que desmonta, o al menos matiza, el papel de Bob Kane en la creación de Batman y de su temible rival. Con los años llegarán otros villanos como el Pingüino, Dos Caras, Ra's al Ghul o Espantapájaros, pero ninguno ha conseguido dejar la misma huella. «Es el mal encarnado; tan malicioso que va más allá de lo que podemos comprender», sentencia el todopoderoso Frank Miller.

En estos ochenta años de labios rojos, cabello verde y mirada de frenopático, el Joker se ha ido adaptando al signo de los tiempos y ha sido psicópata con profundos desórdenes mentales, ladrón de bancos algo menos aterrador, vocero del caos o terrorista de alquiler. En los años 50, la creación de la Comics Code Authority limó asperezas y amansó a un personaje que ya se empezó a infantilizar a finales de cuarenta, pero en los ochenta regresaron las tinieblas y los escorzos con « La broma asesina», el gran mano a mano entre el Joker y Alan Moore. «El Joker está ahí para contarnos las malas noticias sobre nosotros mismos», resume el guionista Scott Snyder, responsable de firmar con «Cicatrices» un nuevo viaje por la psique envenenada de tan siniestro bufón.

Un personaje que nació en parte inspirado por la aterradora interpretación de Conrad Veidt en «El hombre que ríe» y al que cada guionista y dibujante ha retorcido un poco más para poner a prueba los límites de la cordura. «Solo hace falta un mal día para sumir al hombre más cuerdo del mundo en la locura», le hace decir Alan Moore a su trágico Joker, un ingeniero con alma de comediante que lo pierde todo en cuestión de segundos: a su mujer embarazada en un accidente doméstico y su cordura tras caer en un depósito de residuos químicos. Ahora, décadas después de aquello, Gary Whitta, Greg Miller y Dan Mora presentan a un Joker profundamente turbado tras conseguir lo que siempre había perseguido. Esto es: acabar con Batman. «¿Y qué demonios hago ahora?», se pregunta antes de pasar página y encomendarse a las manos expertas de Denny O'Neil, Brian Azzarello, Gabriel Hardman, Mikel Janín, Eduardo Risso y Lee Bermejo.

Incluso nuestro Max se suma al aquelarre con una ilustración de portada que captura a la perfección las dos almas que conviven en el Joker: la del payaso guasón y la del criminal despiadado y desequilibrado. «La figura del primer plano sería el Joker muy siniestro, oscuro y peligroso de los últimos años. En su hombro, el contraste: una réplica diminuta y payasa, un Joker más ingenuo y antiguo, en estilo muy cartoon que, sin embargo, es el que está indicando al lector que el verdaderamente zumbado es el otro», relata el dibujante barcelonés al final del libro.

Era de esperar que, en su triunfal regreso a las librerías, el Joker se las tuviese que ver con su más querido archienemigo. Dicho y hecho, ahí está, haciéndole sombra, el antológico y completísimo volumen que Norma dedica al vengador enmascarado y por el que desfilan desde Michael Keaton, primer Batman cinematográfico, a Christopher Nolan pasando por firmas de peso como Dennis O'Neil, Scott Snyder y, claro, Bob Kane y Bill Finger, disputados creadores del murciélago enmascarado.

Un auténtico festín gráfico con planos del Batmóvil, fotografías de la serie televisiva de los años 60, repaso de números históricos y lista completa de trasvases entre el cómic y el audiovisual que a buen seguro conseguirá aguarle la fiesta al Joker. Así que, ¿por qué estás tan serio?