«El Jarama» cumple medio siglo

En la noche de Reyes del año 1956, un escritor de 28 años llamado Rafael Sánchez Ferlosio era galardonado con el premio Nadal por una obra que creó escuela y que abría un nuevo cauce en la literatura española tras la guerra: la veta del objetivismo

EFE Rafael Sánchez Ferlosio, en 1956, junto a su entonces esposa, Carmen Martín Gaite

TEXTO: ANTONIO ASTORGA

MADRID. Ferlosio no lee novelas. Le aburren. Ferlosio es un espíritu libre, un cruce de influencias que se pelean y abrazan entre sí. Ferlosio no puede soportar las guerras de agresión o de venganza. Ferlosio piensa que en el terreno literario «no ... ha salido nada bueno después de Kafka», a quien él jamás se atrevería a imitar. Y de su obra, cumbre de la literatura española, ni hablar. Porque Ferlosio es el autor de «El Jarama». ¿Le sigue abrumando «El Jarama», don Rafael? «Esa novela la tengo perdida ya en la noche de los tiempos», afirma.

Perdido o no, «El Jarama» lleva medio siglo sin secarse. Hoy se cumplen cincuenta años desde que, en el Hotel Oriente de Barcelona, se diera a conocer la existencia de este gran río literario del que han bebido todos los narradores que en España han sido. La Noche de Reyes de 1956 se fallaba (o mejor dicho, se acertaba con) la XII edición del premio Nadal, al que concurrían 241 obras. Entre los finalistas figuraban títulos como «La rama obscura», del poeta antequerano José Antonio Muñoz Rojas; «Bearn o la sala de las muñecas», de Lorenzo Villalonga; «Enterrar a los muertos», de Juan Guerrero Zamora; o «Bienaventurados», de Ángel María de Lera. Fueron necesarias siete votaciones para que «El Jarama» ganara el Nadal. En todas y cada una de ellas la obra de Ferlosio obtuvo siete votos. Y siete eran los miembros del Jurado: Ignacio Agustí, director de Destino; Juan Ramón Masoliver, Néstor Luján, Juan Teixidor, Sebastián Juan Arbó, José Vergés y Rafael Vázquez Zamora, que actuó de secretario. «El Jarama» fue encumbrado, pues, por unanimidad. La calidad de la obra resultó incuestionable para aquel Jurado, sus primeros lectores, y hoy permanece inalterable. Así es la rosa. Las deliberaciones fueron retransmitidas por radio «a todas las ciudades importantes de España», cuentan las crónicas de la época, «y seguidas con la máxima atención no sólo por los periodistas locales, sino también por muchos corresponsales de agencias y publicaciones extranjeras».

«Sólo escritor profesional»

Ferlosio era el hombre más perseguido en aquella Noche de Reyes. El autor de «El Jarama» descansaba «plácidamente en un hotel de Granada», según los testimonios periodísticos de aquel momento. Ferlosio confesaría a los reporteros que fueron a recibirle al aeropuerto de Barcelona -adonde llegó la noche del 7 de enero junto a su esposa Carmen Martín Gaite-, que «quisimos escuchar la radio, pero no supimos a quién acudir para estar a la vera del receptor. Optamos, finalmente, por el descanso». Ferlosio se enteró de la obtención del Nadal cuando se desayunaba a la mañana siguiente de la Noche de Reyes con los periódicos «El Ideal» y «Patria» de Granada. No pudo negar que la noticia del Nadal le produjo un sobresalto, pero se sobrepuso inmediatamente. «Las noticias, buenas o malas, suelen repercutir en mi estómago, aunque no sufro ninguna úlcera en él. Pero no me afectó más. Desde luego estoy contentísimo», declaró a «La Vanguardia Española».

«El Jarama» la empezó a escribir Ferlosio exactamente el 10 de octubre de 1954 y quedó terminada el 20 de marzo de 1955, fecha que lleva la novela. «El trabajo, empero -añadía el escritor-, ha sido más largo». Hasta el Nadal, Ferlosio -«sólo escritor profesional», se definía- nunca se había presentado a concurso alguno. «La verdad -manifestaba aquel enero del 56 el autor de «El Jarama»- es que estaba interesado por la editorial Destino». Alguien le animó a que presentara su obra con el simple objetivo de darse a conocer entre el Jurado. ¿Tiene más libros preparados?, insistía el periodista de «La Vanguardia Española» y este espíritu sabio, sutil, pulcro, libérrimo, irónico, incisivo, inteligente, nada convencional... concluía: «Espero, Dios mediante, escribir en breve otra novela. Su título podría ser «Los Encinares» y la acción se desarrollará en una comarca extremeña. Serán sus personajes principales pastores, ganaderos, chóferes, transportistas, carboneros, etc... Sobre todo, el verdadero motor de la obra radica en un espacio, en un territorio geográfico. Tengo, además, otros cuatro originales en un cajón de mi mesa de trabajo. Dos no se publicarán nunca porque no me gustan. Los otros no están terminados e ignoro cuándo lo estarán».

Patrón narrativo, fuente de ingenio

A Ferlosio y «El Jarama» se les leía en los años de Bachillerato, plan del 66. Era la llamada generación de las postrimerías de los manuales. La novela despabiló el abúlico panorama narrativo de mitad de siglo. Ferlosio ha contado en más de una ocasión cómo la escribió: recogió alocuciones del castellano hablado -que lo eran del escrito- y se inventó los diálogos para poder incardinarlas, sin que vinieran forzadas. Tal vez por eso se empleó para definir a la novela el término objetivismo. Lo hace el propio Miguel Delibes en una entrevista en ABC: «Después de la guerra se da una vía realista que tiene dos variantes: el objetivismo, de gran valor literario en general -«El Jarama»- y el realismo social que algunos han llamado «generación de la berza», que era literatura de compromiso político y burdo estilo. Yo me encuentro más cerca de la primera que de la segunda. Hablaría, quizá, de un realismo poético». Delibes, en su libro «España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela», sentencia: «Si a mí se me pidiese un nombre, uno sólo, entre los aparecidos en la novela española de posguerra, con mayores posibilidades de supervivencia, es decir, con categoría suficente para afrontar la inmortalidad literaria, yo daría, sin vacilar, el de Rafael Sánchez Ferlosio».

Basta conocer a Ferlosio para adivinar en él al hombre impar, para descubrir a través de su conversación una veta de genio y de ingenio que le individualiza, confirma Delibes al otorgarle al autor de «El Jarama» la primacía de la promoción de los «niños de la guerra»: «Para mí es el primero porque su libro fundamental, «El Jarama» se ha erigido en patrón de no pocos narradores que han ido apareciendo con posterioridad; esto es, ha hecho escuela».

«Los niños de la guerra»

¿Qué ve Delibes en Ferlosio para concederle tan amplio crédito? «Lo diré en pocas palabras: en Ferlosio se da una mezcla de imaginación, observación y sentido del humor que no veo en ninguno de sus coetáneos (...) haga lo que haga -vivir o escribir- lo hará siempre a su aire, desdeñando las rutinas y las convenciones sociales. Ferlosio quedará si él se lo propone, si él decide seguir escribiendo». ¿Qué obras suyas prefiere? «Entre «El Jarama» y «Alfanhuí», no sabría con cuál quedarme. «Alfanhuí», genial, es un libro que tiene sus enlaces con la picaresca. En cuanto al ensayista, para mí es una fuente de ingenio».

Tras «El Jarama», Rafael Sánchez Ferlosio -«en el que sólo su insobornable independencia es pareja al hondón de su ternura», como lo ha dibujado un poeta y amigo, Santiago Castelo- abandonó la novela. Él sigue lleno de agudeza y sensibilidad. Y el cauce de «El Jarama», medio siglo sin secarse.

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