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Henry Kamen: «Podemos miente al perpetuar el mito de España como nación en decadencia»

El hispanista publica un libro sobre las leyendas e ilusiones que han construido la realidad española a golpe de las necesidades políticas

El hispanista Henry Kamen, fotografiado en un hotel madrileño GUILLERMO NAVARRO
César Cervera

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A Henry Kamen (Rangún, Birmania) le gusta ir a contracorriente. Cada año que cumple, y ya van 83, resulta más complicado encerrarle en una corriente o una escuela historiográfica. Este hispanista es capaz de negar diez veces en una entrevista que exista la Leyenda Negra y luego defender algo tan políticamente incorrecto como que la Inquisición ha sido víctima de una deformación salvaje. Va por libre y, en caso de duda, de mentira o de mito, embiste y luego disecciona el cadáver. Lo ha hecho con la mitología catalanista y ahora lo hace con algunos de los mitos fundacionales de España: desde Don Pelayo como padre de la nación a la leyenda progresista (y artificial) de las tres culturas de Al-Ándalus.

El objetivo de su nuevo libro, «La invención de España: Leyendas e ilusiones que han construido la realidad española» (Espasa), es enfrentar la historia que los cronistas de los siglos XV y XVI imaginaron contra las evidencias. «Los políticos, de todos los partidos y todos los tiempos, siempre quieren distorsionar el pasado para servir a sus expectativas del futuro», advierte el británico en una entrevista con ABC. De la incapacidad de los españoles para ponerse de acuerdo sobre lo que significa o no ser español, más allá de las veleidades de cada tiempo, derivan parte de sus problemas actuales.

Dice usted que España es una invención.

En cierto sentido sí. Cada político y cada época han intentado imponer al resto su visión sobre lo que es España, por eso en mi libro empleo la palabra invención. Parte de lo que entendemos como la historia de España se basa en mitos creados con fines políticos, aunque sea triste decirlo. Son episodios que no tienen apoyo documental.

¿Cuándo se empezó a imaginar este pasado?

Las visiones actuales que tenemos sobre la historia fueron en gran parte creadas o imaginadas en el siglo XVI, cuando se inició la expansión de Castilla y Aragón a otros territorios. Esos cronistas, que querían subrayar la aportación de sus reyes a Europa, dibujaron un contexto imaginado, una tierra fabulosa, una segunda Roma, heredera de otros regímenes. Lo mismo han hecho otros países... Los reyes, los escritores y los políticos han anhelado siempre retocar el pasado para hacerlo coincidir más con sus deseos.

Defiende en su libro que nunca ha habido un acuerdo sobre qué son los españoles. ¿Por qué?

No hay una respuesta sencilla. En el libro analizo alguno de los problemas entre los españoles para poder llegar a acuerdos sobre sus actitudes y su experiencia histórica. Incluso en la Transición no se alcanzó un consenso, únicamente se aceptó dejar la situación tal y como era, sin ahondar en lo que había ocurrido antes. Esa falta de acuerdo sobre casi todos los aspectos de la historia de España ha salido a la luz con el fracaso del sistema autonómico. Cataluña ha demostrado que el invento de las autonomías no fue un caso de éxito.

Si alguien se declara español lo normal es que le acusen desde ciertas ideologías de ser de derechas. ¿Por qué?

Es cierto. La acusación de ser español es algo que espanta a muchos españoles. Esto se debe, en parte, a la identificación de la nación española con Castilla, que solo es una parte del país. Aquello es un impedimento a la aceptación de España como un concepto neutro. Castilla ha sido siempre un elemento hostil para algunos españoles.

No sé si coincide eso con la frase de Sánchez-Albornoz de «Castilla hizo a España y España deshizo a Castilla».

Yo descartaría a esos historiadores. La generación de la primera década del siglo XX hizo sus libros dentro del ambiente que vivió, pero no contribuyó nada a nuestra ideario de lo que es España y cómo son los españoles. Escribieron libros, bastante aburridos por cierto, donde expresaron algunas interpretaciones ya heredadas.

¿Cree usted que la historia se está usando más que nunca como arma?

No es una novedad. Todos los que tienen el poder hacen un esfuerzo para distorsionar la evolución de su país y hacerlo favorable a su contexto electoral. Boris Johnson lo hace en Inglaterra exagerando la identidad sajona y queriendo identificar a su gobierno con el de Churchill. También mienten sobre el pasado los de Podemos al perpetuar el mito de España como una nación en «decadencia perpetua» o aquel presidente mexicano, López Obrador, hablando de lo que hizo o dejó de hacer Hernán Cortés hace quinientos años. Dicen cosas que históricamente no tienen sentido y, en general, ofrecen romper con un pasado que consideran negativo.

Un mito que usted analiza con un sentido muy crítico es el de la España de las tres culturas.

Cuando yo empecé a estudiar la historia de España me di cuenta de que se estaba produciendo una tergiversación del periodo medieval por parte de los políticos para presentar el país que gobernaban como un paraíso de convivencia entre gentes de diferentes religiones. Fueron los políticos, y no los historiadores, quienes inventaron este cuadro de todos viviendo felizmente, a pesar de que sabíamos que no fue cierto, que hubo constantes masacres y que los judíos nunca fueron precisamente felices.

Este mismo mito señaló a los Reyes Católicos como quienes destruyeron esa arcadia feliz.

Según esta visión, el gran objetivo de los Reyes Católicos fue liquidar esa convivencia. Es una interpretación falsa, como también lo fue la que hizo el régimen de Franco al vincularse con ellos. Mussolini hizo lo mismo con el Imperio romano, aunque no tenían nada que ver. Y Zapatero al favorecer el mito de las tres culturas para su famosa Alianza de Civilizaciones, que era un pacto disparatado de dos regímenes de la derecha con uno de izquierda.

¿Hay relación entre esta visión negativa de España y la Leyenda Negra?

En mi libro dedico el mínimo de espacio a la Leyenda Negra. La mayoría de historiadores españoles inteligentes no aceptamos este concepto. Se puede hacer una larga lista de cosas que los extranjeros elogian sobre España y, desde luego, no parece muy creíble que vengamos británicos como yo o tantos otros a vivir aquí si existiera fuera una visión tan negativa. La Leyenda Negra es una fantasía que existe en la mentalidad de dos o tres escritores españoles.

¿Y cómo explica que cada poco tiempo algún político invoque los mismos tópicos de la Leyenda Negra?

Son los mismos temas desde el siglo XVI, es cierto, y todos igual de falsos. Pero creo que eso está relacionado con la propia distorsión que tienen los españoles sobre su historia. Es más bien como un sentimiento de inferioridad frente a otros países.

¿Considera usted que España tiene una historia anómala respecto a otros países?

Sí y no. Ciertamente en los años cincuenta y sesenta España seguía viviendo en el pasado respecto a sus vecinos, no solo por su desarrollo económico sino porque España no tenía ideas, no tenía progreso en su manera de afrontar los retos del siglo XX. Y en los siglos anteriores España tampoco podía homologarse con sus vecinos. No formaba parte de Europa en este sentido, empezando porque fue el único territorio ocupado por los árabes, lo cual creó una cultura diferente. España no compartía apenas cosas con el resto de Europa y la barrera geográfica influyó. Solo hay que comparar el progreso de Francia con el de España en el Siglo de las Luces y veremos que no hay nada en común. Los españoles apenas viajaban y no tenían conocimiento de otros idiomas, que es algo que sigue ocurriendo. La separación por el idioma afectó a la evolución del país.

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