Agustín Fernández Mallo, premio Biblioteca Breve 2018

Fernández Mallo comprendió que la auténtica red social es la que reúne a los vivos con los muertos: «Todos y cada uno de nosotros estamos conectados con un muerto de alguna guerra».

A San Simón viaja clandestinamente el narrador del »libro primero» para emprender un viaje en compañía de Lorca y Dalí . El protagonista del «segundo libro» es Kurt, astronauta del mítico viaje a la luna que no salió en la foto porque él llevaba la cámara. Ahora estamos en la América que vota a Trump y hace honor al verso de «Life on mars» de Bowie : «Mickey Mouse ha crecido y ahora es una vaca»; o sea, el sueño americano produce monstruos. En la tercera de las historias, una mujer recorre la costa de Normandía para pisar la tierra que alberga los restos de los cien mil hombres que perecieron el Día D . Los muertos de 1944 se «reúnen» ahora con los miles de refugiados que Europa rechaza. «Nuestra identidad no puede entenderse sin entrar el diálogo con todos esos cuerpos sin nombre que hemos ido dejando en desiertos, océanos y cunetas. Para escribir tienes que haber muerto con respecto a algo », apunta Fernández Mallo. La Unión Europea, añade, «es el primer macro-estado posmoderno formado sin violencia, mediante la publicidad y la seducción… pero la publicidad excluye la muerte de los refugiados».

El jurado -Pere Gimferrer, Manuel Longares, Ricardo Menéndez Salmón, Edurne Portela y Elena Ramírez- vio en «Trilogía de la guerra» las cualidades que los fundadores del Biblioteca Breve demandaban a la novela en 1958: calidad en la realización literaria (José María Valverde), adscripción a la problemática de su tiempo (Carlos Barral), voz europea y renovadora (Víctor Seix), estilo innovador (Joan Petit) y responsabilidad histórica (José María Castellet). La «Trilogía» de Fernández Mallo parece cumplir con esos atributos.