Ferlosio: «Con las anfetaminas llegué a ver en la pared un Descendimiento del Cristo»

El autor confiesa que «El Jarama» es «la novela que más aborrezco», y destinará el premio a obras en su casa

Ferlosio sacó una linterna para deslumbrar a los periodistas /ÁNGEL DE ANTONIO

El Ministerio de Cultura concedió ayer el premio Nacional de las Letras a Rafael Sánchez Ferlosio, autor de «El Jarama», una de las obras cumbre de la Literatura española, que su autor tiene olvidada en la noche de los tiempos y novela que aborrece más ... que nada en el mundo. Hace un lustro, cuando Rafael Sánchez Ferlosio se disponía a pasar la tarde escribiendo, una llamada del Ministerio de la cosa «agobió» al «inmortal» (como le bautizó Delibes): a Ferlosio le acababan de dar el Cervantes. Ayer, antes de que la ministra Sinde le telefoneara para comunicarle la concesión del Nacional de las Letras (primer autor que lo obtiene después del Cervantes) los periodistas ya le habían asaeteado a preguntas en su casa mientras el genio mascullaba: «¡Vaya, hombre, ahora que tenía que escribir un artículo!». ¿Proyectos de futuro, don Rafael? «¡Pero si me puedo morir mañana, soy muy viejo!»; Háblenos de su obra literaria... «Estoy muy mayor, y no sé hablar por teléfono».

A Ferlosio no le quedó más remedio que desplazarse desde su barrio de la Prospe al Paseo de Recoletos, sede de su sello Destino, para atender a la Prensa. Por allí resoplaba y no paraba Ferlosio, con bastón, traje, bufanda y linterna, mientras arponeaba a tirios, troyanos, Obama, Zapatero, Rajoy y todo quisque que se asomara a El Jarama, novela incluida. «¡Es la que más aborrezco», zanjó. «A mi edad me dan muchos premios y este ya lo tenía en ensayo», se presentó. ¿Tiene sueños, aunque sean eternos? «¡Ya no sueño con nada, hombre!». ¿A qué destinará los 40.000 euros del galardón? «Me los gastaré en obras en mejoras en mi casa familiar de Coria [Cáceres], y he tenido una nieta».

La política, «¡un desastre!»

Confiesa Ferlosio que ha encajonado la ficción porque tiene la cabeza en otros menesteres: «En la Guerra, en los problemas internacionales, en los desastres políticos y militares...» A Obama le atizó un croché de izquierdas: «No está haciendo nada. Lo primero que tiene que hacer es reñir con Israel. Ha cedido en la ocupación de territorios de Cisjordania. Erró al nombrar a Hillary ministra de Exteriores, que dijo: «Podemos devolver Irán a la Edad de Piedra». Luego va a Israel, y allí encantados, dándose besitos con Peres, dicendo que la amistad de EE. UU. con Israel será eterna gobierne quien gobierne...». Y resoplaba Ferlosio.

Sobre la política española Ferlosio confesó que le preocupa la «incompetencia del Gobierno y de la oposición»: «El viejo personalismo español se ha restaurado. Serán imaginaciones maliciosas, pero tal y como se comportan se es poco malicioso. ¡Un desastre!» Y la cultura le parece «muy mal»: «Es un instrumento de control social». Ferlosio confesó que no volverá a la «obsesión lingüística» (que desarrolla en su ensayo «Guapo y los isótopos») «porque ahora no hay anfetaminas, como en los 70, un invento relativamente útil para la gramática por sus efectos alucinógenos. Con las anfetaminas llegué a ver en la pared un Descendimiento del Cristo de la Cruz». Y remataba -«¡worst-sellers!»- mientras sacaba una linterna para deslumbrar a los fotógrafos: «¡No más fotos! ¡No más fotos!...»

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