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Noé Expósito: «Ortega es, antes que nada, un filósofo, y solo desde sus tesis filosóficas cabe entender con rigor sus otras propuestas»

'La ética de Ortega y Gasset. Del deber al imperativo biográfico' (UNED 2021) ofrece una panorámica general de la ética del filósofo español, tomando como hilo conductor la fenomenología de los valores y la 'ciencia estimativa', esbozada por Ortega entre 1913 y 1923

Tras haber leído algunos textos de Ortega y Gasset al cursar Filosofía en Granada, Noé Expósito Ropero se aproximó realmente a la obra del filósofo y ensayista español durante sus estudios de Máster en la UNED. Fue decisiva la lectura de dos libros que motivaron y sentaron las bases de su propia investigación: ' Figuras de la vida buena. Ensayo sobre las ideas morales de Ortega y Gasset ' (2006), de José Lasaga , y ' La fenomenología de Ortega y Gasset ' (2012), de Javier San Martín . Fue con ambos autores y profesores con quienes realizó su trabajo de fin de máster y su tesis doctoral, de donde procede el libro ' La ética de Ortega y Gasset. Del deber al imperativo biográfico ' (UNED 2021). Un texto que también plantea un diálogo abierto de filosofía española contemporánea.

- ¿Qué le atrajo de la filosofía de Ortega y Gasset?

Fue precisamente su carácter eminentemente práctico lo que más me atrajo de su pensamiento, su concepción de la filosofía «como una resolución de mantener la serenidad ante los problemas pavorosos», según leemos en múltiples pasajes de su obra; es decir, la praxis filosófica entendida como un «imperativo de verdad, lucidez y autenticidad» arraigado —aunque oculto y adormecido— en cada uno de nosotros, de ahí el punto de partida de su filosofía: la vida humana de cada cual, individual e irreductible a cualquier colectivismo, concebida como «realidad radical», según la propia expresión orteguiana. Tales son las ideas que recorren y articulan toda su obra, ya desde su primer libro, 'Meditaciones del Quijote' (1914), donde encontramos un importante epígrafe titulado, precisamente, 'La luz como imperativo'. Ortega es, por tanto, antes que nada, un filósofo, y solo desde sus tesis, conceptos e ideas filosóficas cabe entender con rigor y precisión, esto es, sin tergiversación, sus propuestas estéticas, políticas o sociológicas, por citar algunas de las disciplinas en las que también ha tenido —y sigue teniendo— una gran influencia.

- ¿Qué aporta este libro al estudio de la obra de Ortega y Gasset?  

El objetivo central del libro es ofrecer una panorámica general de la ética de Ortega, tomando como hilo conductor la fenomenología de los valores y la 'ciencia estimativa' esbozada por nuestro filósofo entre 1913 y 1923, es decir, en la primera etapa de su pensamiento. Recordemos que Ortega empieza a publicar en la primera década del siglo XX y muere en 1955. Así, atendiendo a su trayectoria biográfica e intelectual, suele considerarse que su 'filosofía primera', su obra de madurez y más rigurosamente articulada, nos la ofrecería solo a partir de 1929, en la etapa que él mismo consideró como su 'segunda navegación', plasmada en escritos tan célebres como '¿Qué es filosofía?' (1929), 'Pidiendo un Goethe desde dentro' (1932) o 'La idea de principio en Leibniz' (1947). Conforme a esta idea de las dos 'navegaciones', ha sido habitual entre sus intérpretes, ya desde el primer libro dedicado a su ética, publicado en 1958 por José Luis L. Aranguren , partir en sus investigaciones de estos textos de madurez, prestando menos atención —incluso desatendiendo o desconsiderando— sus primeros escritos. Sin embargo, lo que intento mostrar en mi libro es que Ortega fundamenta toda su ética, incluso toda su filosofía posterior, en la mencionada 'ciencia general del valor' o 'ciencia estimativa', como él la denomina. En palabras del propio Ortega, «Ética y Filosofía del Derecho, Estética y en cierto modo la Sociología tendrán que reorganizarse partiendo de la Estimativa o ciencia general del valor», según afirmaba en su importante Discurso para la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de 1918, un texto clave en toda esta problemática que, sin embargo, quedó inédito hasta 2007, tras su publicación en el tomo VII de las nuevas Obras completas en la editorial Taurus/Fundación José Ortega y Gasset. De todo ello no hemos tenido notica hasta muy recientemente, gracias también a la publicación en Revista de Estudios Orteguianos entre 2016 y 2017 de las importantes 'Notas de trabajo sobre Estimativa', editadas por Javier Echeverría y Dolores Sánchez, desconocidas hasta entonces. Todo esto nos demuestra que el estudio filosófico, técnico y riguroso de los valores, lo que técnicamente se denomina «axiología», juega un papel central en su ética, a diferencia de lo que ha sido comúnmente asumido por la mayoría de sus intérpretes, ya desde el citado libro de Aranguren, quien, en cierta medida, sentó las bases o, como solemos decir, el 'paradigma' interpretativo predominante hasta nuestros días.

- ¿Qué implica en el estudio de la obra del filósofo español este cambio de paradigma? 

Para comprender el alcance de este cambio de paradigma en la obra de Ortega tenemos que referirnos, siquiera brevemente, a una cuestión compleja y muy discutida entre los intérpretes, ya desde la publicación de otro libro fundamental, 'La voluntad de aventura: aproximamiento crítico al pensamiento de Ortega y Gasset' (1984), del profesor Pedro Cerezo , quien puso de manifiesto la estrecha relación de Ortega con la fenomenología, fundada por Edmund Husserl (1859-1938), una de las corrientes filosóficas más importantes del siglo XX, consolidada internacionalmente y plenamente vigente en nuestros días, a la que se adscriben algunos de los filósofos contemporáneos más relevantes, nombres como Martin Heidegger, Max Scheler en Alemania o Maurice Merleau-Ponty, Jean-Paul Sartre, Emmanuel Lévinas o Paul Ricoeur en Francia, por citar solo algunos de los más conocidos. Ortega, tras una primera etapa de formación en Alemania, entre 1905 y 1912, sumergido, como él mismo nos relata, en la filosofía neokantiana, predominante en la llamada Escuela de Marburgo , donde estudió con algunos de sus más importantes representantes, asume en 1913, año en que Husserl publica una de sus obras centrales, 'Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica', un cambio de paradigma filosófico en el que fraguará desde entonces todo su pensamiento. Este cambio de continente filosófico, asumido expresamente por Ortega, tendrá consecuencias decisivas en todas las dimensiones de su filosofía, desde su teoría del conocimiento, reformulada en un significativo texto de ese mismo año, 'Sensación, construcción, intuición' (1913), hasta sus ideas políticas, sintetizadas en la famosa conferencia 'Vieja y nueva política' (1914), pasando, por supuesto, por una revisión profunda de su método, de su forma de hacer filosofía, de ahí la tesis central del profesor San Martín según la cual la fenomenología es la filosofía de Ortega, tesis de la que parto en mi investigación y trato de aplicar en el estudio de su ética. Esto implica, o nos exige, por un lado, una importante revisión de la obra del propio Ortega, intentando extraer todas las consecuencias filosóficas de ese cambio de paradigma, y, por otro lado, una discusión crítica de los distintos trabajos dedicados hasta la fecha a esta temática. De hecho, a lo largo de los nueve capítulos que componen el libro voy exponiendo y discutiendo las distintas lecturas que los intérpretes nos han ofrecido de la ética orteguiana durante las últimas décadas, por lo que, en cierta medida, el libro plantea también un diálogo abierto de filosofía española contemporánea.

- ¿Qué se descubre de Ortega y Gasset al leer su obra desde esta nueva perspectiva?

Yo destacaría dos cuestiones que me parecen muy importantes, que me limito aquí meramente a enunciar, sin poder detenerme en ellas. La primera tiene que ver con las dos formas que nos plantea Ortega de hacer filosofía. Una sería la forma 'literaria', basada en metáforas, figuras retóricas, etc., y otra sería la forma 'técnica', esto es, «el discurso conciso, abstracto y riguroso», según sus propias palabras. Ambas tienen sus pros y sus contras, pero, para Ortega, esta última sería «la única forma satisfactoria», puesto que sería la que nos permite formular con precisión y sin ambigüedades nuestros conceptos, que son, en realidad, el material de trabajo del filósofo. Ortega cultivó magistralmente ambas formas, pero en no pocas ocasiones se pierde de vista, tras la hojarasca literaria, sus ideas y formulaciones más técnicas y estrictamente filosóficas, de ahí que muchos lo hayan considerado un literato, ensayista o periodista antes que filósofo. Frente a esta idea, pensamos que Ortega es un filósofo de primer orden, y este se nos revela, mejor que de ninguna otra forma, al ser leído desde el paradigma fenomenológico, es decir, desde la forma técnica y precisa en la que el propio Ortega fragua su pensamiento. La segunda cuestión importante, estrechamente ligada a la anterior, tiene que ver con la fundamentación de su propia filosofía, en nuestro caso, de su ética. Esta podría parecer una cuestión menor, pero, del mismo modo que un periodista o un juez se ven obligados a comprobar, justificar y legitimar sus fuentes, pues de ello dependen su autoridad y su credibilidad, lo mismo sucede en el caso del filósofo con los conceptos que emplea. En el caso de la ética, Ortega advierte, por ejemplo, que resulta prácticamente imposible hablar de ética sin emplear la noción de 'valor' sin embargo, nos dice, son pocos quienes se molestan en ofrecer una mínima definición de tal noción, y no digamos ya una fundamentación rigurosa. Tal es, justamente, la tarea del filósofo, de ahí la importancia de la mencionada 'ciencia general del valor' o 'ciencia estimativa', clave de bóveda, pues, de la ética de Ortega y, en realidad, podemos añadir, de toda ética. Se trata, en realidad, del debate, plenamente actual, entre relativismo y universalismo, entre una ética que rechaza cualquier fundamentación y se resigna al relativismo, o una ética que, reconociendo las diferencias y los deberes o imperativos que Ortega denomina 'subjetivos', propios de cada individuo, persigue, con todo, una justificación y fundamentación que supere el relativismo. Ortega aboga por esta última opción.

- ¿Qué obra de Husserl, el fundador de la fenomenología, nos recomienda para comprender la relación entre la ética de ambos filósofos?

Sin ninguna duda, las lecciones de 'Introducción a la ética', dictadas por Husserl en los semestres de verano de 1920 y 1924, recientemente traducidas a nuestra lengua por los profesores Mariano Crespo, Luis R. Rabanaque y Mariana Chu , publicadas en una magnífica edición en la prestigiosa Editorial Trotta. Estas lecturas de Husserl, Ortega y, en la medida de mis posibilidades, del libro que presentamos, creo que pueden ofrecerle al lector una panorámica general de la ética que reivindicamos desde la filosofía fenomenológica.

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