Se ha escrito un crimen… detrás de otro

El periodista Carles Porta sigue el rastro de una decena de casos reales en un nuevo libro con el que reivindica la crónica negra de toda la vida pero narrada como nunca

Carles Porta, fotografiado en Barcelona Inés Baucells

Agosto de 2017. Savanna Greywind, de 22 años, acaba de encargar una pizza justo cuando su vecina le pide ayuda. Tiene que dar los últimos retoques a un vestido y necesita que alguien le haga de modelo. Le ofrece 20 dólares por las ... molestias. Savanna, faltaría más, accede. Sube las escaleras y, mientras tanto, le envía un mensaje a su madre para decirle que enseguida vuelve; que sube un momento a casa de los vecinos del apartamento número 5. Pero Savanna no vuelve. Desaparece. Se esfuma. «Nadie ha caído aún en la cuenta de que es muy raro pedirle a una embarazada de ocho meses que haga de maniquí», leemos de pronto. Un par de páginas más y se confirman las peores sospechas: el cuerpo sin vida de Savanna aparece envuelto en plástico en el río. Mientras tanto, el bebé…

Bueno, quizá para eso mejor husmear en Internet o, aún mejor, dejarse caer por las páginas de ‘Crímenes’ (Reservoir Books), libro en el que el periodista Carles Porta agavilla una decena de casos reales e ilumina la cara más oscura y turbia de la realidad. «Los crímenes nos definen como sociedad, forman parte de nuestra historia. Son nuestra otra mitad, la que no queremos mirar. Si la mirásemos más, tendríamos menos oscuridad y entenderíamos mejor cómo funciona nuestra sociedad», defiende Porta, primer espada del periodismo de sucesos y responsable de títulos como ‘Tor. La montaña maldita’, ‘Fago. Si te dicen que tu hermano es un asesino’ o ‘La farmacéutica. 492 días secuestrada’.

El reportero catalán es también la cara y la voz detrás de ‘Crims’, experiencia transmedia que nació como podcast radiofónico, saltó con enorme éxito a la televisión (primero a TV3; más tarde a Movistar +) y llega ahora a la librería para narrar casos como el Savanna Greywind, homicidio turbio y violento que conmocionó a la ciudad estadounidense de Fargo. Sí, Fargo. ¿Casualidad? Para nada. «Es una palabra fetiche, un talismán de la narrativa negra irónica. El concepto Fargo siempre te traslada a los hermanos Coen y a una situación de tragedia vivida por personajes de comedia, que es lo que pasa aquí», explica Porta sobre una de sus primeras incursiones internacionales.

De hecho, si por algo destaca este ‘Crímenes’ es por abrir el plano para explorar desde la misteriosa desaparición de los hermanos Òrrit en un hospital de Manresa al asesinato de Amaia Azkue en Zarautz pasando por el escalofriante crimen del carnaval de Ulldecona o el sorprendente y algo chapucero caso de una mujer alemana a la que resulta imposible capturar. «Nos hemos atrevido con una historia americana y una alemana básicamente por el ejercicio narrativo: la alemana, sobre todo, permite poner un poco de humor e ironía», explica. Un poco más de luz entre las toneladas de oscuridad que emanan de historias como la del asesinato de Carlos Moreno a manos de Javier Rosado y Félix Martínez, más conocido como ‘el crimen del rol’. «Ahí ves la maldad pura. Sí, se puede hablar de maldad, pero, ¿cómo la enseñas?», se pregunta Porta. La respuesta está en los fragmentos del diario de Rosado que se reproducen en el libro: «Son estremecedores. Es la maldad pura, que existe».

Este caso, añade, le permite también mostrar su manera de trabajar y el diferente enfoque que exige cada crimen según el formato en el que vaya a ser explicado. «Ese mismo diario en radio o tele no lo pondría. O lo haría de una manera mucho más reducida. En papel, en cambio, creo que hace menos daño; el papel, como dicen, lo aguanta todo. Eso mismo visto o escuchado es mucho más agresivo», ilustra. Y es que en el fondo, asegura Porta, se trata de hacer crónica negra de la de toda la vida pero narrada como nunca. «El contenido ya estaba ahí. Nosotros no estamos haciendo casos que no se hayan hecho nunca, pero nuestra manera de narrar desde el rigor y la falta de morbo creo que le da una particularidad que lo hace todo más transversal», explica.

Todo consiste en no perder nunca de vista las ‘tres R’: «rigor, respeto y ritmo narrativo». «Nosotros intentamos no ser morbosos. Son crímenes reales, sí, pero son hechos. Y la narración de estos hechos puede ser morbosa o descriptiva. Si fuésemos morbosos, creo que tendríamos menos público y seríamos menos transversales. Hay un punto en que los adjetivos que pones, la sangre que pones, deja de ser necesaria», sostiene.

Explica Porta que todo esto lo aprendió cuando trabajaba en el diario ‘Segre’ cubriendo sucesos y muchas veces llegaba a los sitios antes que la policía. «Me encontraba a las víctimas y pensaba en qué fotos iba a hacer y en cómo lo trataría, porque, claro, estaba en Lérida, así que cualquier día me podía encontrar a alguien conocido, alguien de la familia. Y hacía fotos mucho menos agresivas que la competencia. Eso se me ha quedado clavado desde entonces, y en todas las relecturas cae algún adjetivo. Te das cuenta de que no hace falta», asegura. Ahí están, para confirmarlo, casos atroces como el de los dos primos de Lloret de Mar, el turbador crimen familiar de Ca n’Amat o la desaparición de Manoli Pulido. «La realidad es guionista y juega con nosotros», zanja.

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