David Safier: «Merkel está a la altura de Messi, pero vende menos camisetas»
El autor de ‘Maldito karma’ publica ‘Miss Merkel. El caso de la canciller jubilada’ (Seix Barral) y charla con ABC sobre el pasado y el futuro de Alemania, en risa y en serio
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Iniciar sesiónCierto día David Safier (Bremen, 1966) se preguntó que qué narices iba a hacer Angela Merkel cuando dejara la política. ¿Plantar bonsáis? ¿Fumar en pipa? ¿Meterse a tertuliana? Como no tenía ni idea del asunto (nadie sabe nada de esto, en realidad), el ... autor de ‘Maldito karma’ decidió inventarse una respuesta. Y así escribió ‘Miss Merkel. El caso de la canciller jubilada’ (Seix Barral), una novela de planteamiento hilarante en la que la jefa de Europa se aburre tanto de pasear a su perro Putin que se lanza a resolver un crimen en un pueblecito de la Alemania rural.
—Pues Merkel no parece el personaje más adecuado para una comedia…
—Todo el mundo opina que Merkel carece de humor, pero los que realmente han tenido contacto con ella atestiguan que sí, que tiene un fino sentido del humor.
—¿Es falso el mito de que Alemania es un país demasiado serio para el humor?
—No tenemos una gran tradición de literatura humorística en Alemania, es cierto. Sí la había antes de que llegasen los nacionalsocialistas: había muchos autores judíos, actores, artistas… Pero muchos de ellos huyeron del país o fueron asesinados. Así que tenemos pocos autores cómicos.
—Vaya, así que los nazis también acabaron con la risa...
—Sí, se puede decir que sí, que se rompió con una cierta escuela. Y después de la Segunda Guerra Mundial ya no había una tradición con la que enlazar.
—¿Es usted un raro, entonces?
—En los años noventa, por primera vez en la tele, se intentaron hacer cosas humorísticas. Y como no había autores reconocidos, eso nos sirvió a los jóvenes, porque nos dieron una oportunidad. Y yo la aproveché a tope, a pesar de que no sabía hacer nada [ríe]. Me pagaban, y aprendí trabajando.
—¿Qué opina de eso de que la gran literatura es la seria?
—Yo también escribo literatura seria y de vez en cuando guiones serios. Y puedo decir que es mucho más difícil hacer literatura con humor que literatura muy seria. Una comedia necesita lo mismo que una obra seria: personajes bien definidos, un tema, un buen desarrollo… Y, encima, tiene que tener gracia. Por encima de todo.
—¿Nos sirve para algo, el humor?
—El humor nos ofrece la posibilidad de digerir los horrores que a veces vivimos en el mundo real. Hace poco escribí un guion con Rodrigo Cortés [el de ‘El amor en su lugar’] que parte de una obra de teatro que se hizo en el gueto de Varsovia, y que se representó unos meses antes de que los judíos fueran deportados a los campos de concentración. Era una comedia divertida, en la que se narraba la vida en el gueto. Los judíos se reían del horror que estaban viviendo en sus propias carnes... El humor nos da la posibilidad de rebajar el sufrimiento un poco.
—¿Cuándo vamos a empezar a hacer chistes con la pandemia?
—Ya hay chistes… Y seguro que dentro de unos años vamos a tener una gran comedia sobre este tema. Me imagino algo así: qué bonito eran aquellos tiempos porque me podía quedar en casa y no tenía que ir a trabajar; qué bonito era no tener que ver todos esos idiotas por ahí, celebrando sus fiestas, y poder evitar ver a los parientes, y qué mal todo ahora tengo que volver a trabajar, ojalá hubiese otra pandemia... Aunque yo no la voy a escribir.
—Ahora en serio, ¿cómo se está viviendo el fin de Merkel en Alemania?
—Los británicos dirían: more of the same [más de lo mismo]. Con el resultado electoral que hemos tenido no creo que haya grandes cambios. El que ha salido vencedor es Olaf Scholz, que no es del partido de Merkel, pero que él mismo se ha vendido como una especie de Merkel en plan masculino. Y por eso ha ganado [pausa breve]. Es que los alemanes quieren a Merkel.
—Es que es la mujer más famosa de Alemania, ¿no?
—Merkel está a la altura de Messi, pero vende menos camisetas.
—Pero eso es porque aún no se han hecho buenas camisetas de Merkel.
—Igual en lugar de hacer un libro lo que tenía que haber hecho es imprimir camisetas. Qué tonto [ríe de nuevo].
—Por cierto: Putin es un gran nombre para un perro. Tiene solo dos sílabas, que dicen que es lo suyo.
—Es verdad. Pero es que hay muchos otros políticos de dos sílabas: Merkel, Biden, Johnson… A lo mejor es que para ser políticos necesitas nombres de dos sílabas, como los perros [carcajada].
—En ‘Miss Merkel’ vemos a una señora que no soporta la jubilación. ¿No era lo fácil eso de dejar de trabajar?
—A muchos jubilados les ocurre esto. De repente no tienes nada que hacer y pierdes importancia, tu vida pierde importancia. Cuando un futbolista se retira ya no tiene a nadie que le aplauda. Y para un político también tiene que ser difícil: perder todo el poder, no poder dar órdenes… Ocurre incluso con muchos ejecutivos de empresas. Para mucha gente no es fácil eso de jubilarse.
—¿Qué piensa hacer usted cuando se retire?
—El problema de los escritores es que la jubilación depende del momento en que ya no te quieran leer, no de la edad que tengas... Yo tengo el privilegio de vivir de lo que escribo desde hace treinta años. Y tal vez pueda estar otros diez años más. Cuando me jubilen estaré medio muerto. Y muy viejo. Y entonces igual me encabrono y le doy con un palo a alguien [última risa, larga].
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