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Cuando treinta mil chavalillos quisieron libertar Jerusalén en el año 1212

Se publica «La Cruzada de los Niños», de Marcel Schwob

Cuando treinta mil chavalillos quisieron libertar Jerusalén en el año 1212 jean-gabriel Daragnès

manuel de la fuente

Aquel verano, el 16 de julio concretamente, la coalición cristiana capitaneada por Alfonso VIII de Castilla había vencido a los moros en las Navas de Tolosa y había conseguido que el curso de la eterna guerra de la Reconquista contra los musulmanes cambiara de rumbo.

Probablemente también cambió la Historia de Occidente . Porque en Tierra Santa los Cruzados sufrían derrota tras derrota ante los hijos del Islam . La bofetada que Alfonso les dio en las Navas fue un soplo de aliento y esperanza para la Cristiandad y para el Papa Inocencio III . Pero entre los cristianos seguía ardiendo la llama de la desilusión por no poder liberar Jerusalén .

Era, pues, el verano de 1212, y un niño francés había tenido una revelación: se le había aparecido Jesucristo y le había pedido que organizara una Cruzada infantil para libertar la Ciudad Tres Veces Santa . Debían atravesar el Mare Nostrum y una vez ante las puertas de aquella Jerusalén dominada por la Media Luna su bondad y su inocencia rendiría sus murallas.

¿Mito, leyenda?

Mito, leyenda, historia, realidad, poesía, sea lo que fuere, la Cruzada de los Niños es uno de los episodios más hermosos de la historia de la Vieja Europa. Unos cuentan que 30.000 chavalillos franceses se unieron a la causa y se encaminaron a Marsella para embarcar. Otros añaden que algo similar ocurrió en tierras alemanas y que los niños fueron hasta Génova para cruzar el mar.

Iban en apretada compaña, dándose calor los unos a los otros, compartiendo las bayas de los bosques, los frutos silvestres. Los hombres huían de ellos como la peste. Las mujeres les recomendaban que volvieran a sus casas, que sus padres tendrían el alma partida por su ausencia.

enrique flores

Cuentan las crónicas que consiguieron embarcarse, que varios barcos zozobraron en Cerdeña , que los supervivientes fueron engañados y vendidos como esclavos a la morería, que alguno llegaría con el tiempo a ser principalísimo hombre de la Iglesia. La historia es tan bonita y tan hermosa que debemos creer que fue realidad, que la verdad de la inocencia algún día podrá imponerse sobre la Tierra.

Mucho tiempo después de lo que cuentan los cronicones un escritor francés y genial, pero un gran desconocido para muchos, Marcel Schwob recogió el testigo de la historia y escribió una bellisima (y tristísima) crónica novelada de aquellos hechos: «La Cruzada de los Niños» .

Schwob fue un mito para Gide, Borges y Faulkner

Muerto en 1905 con apenas 38 años, la obra de Schwob fue reconocida como fundamental para la suya propia por André Gide ( «Los alimentos terrestres» ), Borges , Faulkner ( «Mientras agonizo» ) y nuestro Luis Alberto de Cuenca ( «El libro de Monelle» ), autor de la traducción que ahora realiza Reino de Cordelia/Rey Lear , con bellísimas ilustraciones de Jean-Gabriel Daragnès , de la obra de Schwob . Son apenas sesenta páginas, pero de una hermosura y melancolía desbordantes.

Inspirado por aquella historia, Bertolt Brecht escribió uno de sus más desgarradores poemas, ambientado en la II Guerra Mundial y el Holocausto . Pero, para acabar, volvamos a las palabras de Schwob : «Mantenemos, así, una gran esperanza, y ronto veremos el mar azul. Y al final del mar azul está Jerusalén . Y el Señor dejará llegar a su tumba a toso los niños. Y las voces blancas sonarán en la ncohe».

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