libros de vino y rosas
«El cocodrilo»
Fiódor Dostoievski. Gadir Editorial. Traducción: Enrique Moya Carrión. Ilustraciones: Eugenia Ábalos. 108 páginas. 16 euros
manuel de la fuente
Dostoievski es uno de los más formidables y desconsolados escritores de todos los tiempos. Hombre y novelista atormentado, supo ver las angustias y los desasosiegos del hombre que sobre los duros lomos del siglo XIX empezaba a asomarse a las turbulentas y ... confusas aguas de la contemporaneidad .
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Sus grandes obras dibujan perfiles desosegadores de la psicología humana, sumergen al lector en las simas del dolor, en los retorcidísimos recovecos del alma de nuestra atribulada especie que el autor de «Humillados y ofendidos» recorrió como pocos, probablemente trazando los primeros esbozos de lo que con el tiempo sería el existencialismo . Las obras de Fiódor Dostoievski son, de aquí a la eternidad, un manual exhaustivo, una guía completa, para adentrarse en los rincones, a menudo siniestros, de la condición humana.
Pero este hombre que sufrió el cautiverio en Siberia (ya un gulag a mediados del XIX), la enfermedad y un sinfín de penalidades también fue capaz, aunque no a menudo, de trenzar historias de un finísimo e irónico humor, rozando el surrealismo, la caricatura, moviendo los hilos de la carcajada en el lector. No es, quizá, el Dostoievski que pasó a la historia, pero este cambio de registro le hace aún más grande.
La burocracia de la Gran Rusia
Es el caso de un pequeño cuento, escrito hacia 1865 cuando el novelista tenía 44 años, llamado «El cocodrilo» , la disparatada historia de un funcionario que es devorado por el caimán en el zoo de San Petersburgo. Sin embargo, el tal funcionario no muere... y ahí comienza la ironía de Dostoievski, hincándole los colmillos a la avaricia y la vanidad humanas, al incipiente desarrollo del mundo capitalista, a la mastodóntica burocracia de la Rusia de todos los zares. Dostoievski tira de la madeja del grotesco humor de Gógol , y hace de Kafka unos cuantos años antes de que explote el singular talento del escritor praguense.
Cuando las obras «menores» son de este calibre solo vale la reverencia. Y el disfrute, el gozo y la delicia de leer páginas tan deliciosas como estas, también deliciosamente ilustradas y traducidas en esta bellísima edición. Reír a mandíbula batiente con Dostoievski , una sorprendente maravilla.
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