Carlos Edmundo de Ory: viaje del postismo al audiovisual
Si en España hubiese justicia, aunque sólo fuera justicia poética, ese venerable y sapientísimo anciano que es Carlos Edmundo de Ory, un poeta de los de antes, de los de carne (mortal y gozosa) y
Si en España hubiese justicia, aunque sólo fuera justicia poética, ese venerable y sapientísimo anciano que es Carlos Edmundo de Ory, un poeta de los de antes, de los de carne (mortal y gozosa) y hueso (milenario y profético), estaría en todos los altares de ... nuestra literatura, sería honrado en los juegos florales, y le colgarían del cuello medallas y parabienes. Pero no, porque, y puede que afortunadamente, el poeta gaditano vive en un pueblo perdido de la Francia profunda (Thézy-Glimont), alejado del mundanal ruido y de las pompas (a veces fúnebres) de los correveidiles, en una casa que, según cuentan, no sólo es una casa encendida, sino también un lugar que parece salido del magín de los hermanos Grimm.
Recién cumplidos los 84 años, un grupo de amigos encabezados por Luis Eduardo Aute, han tenido un precioso y preciso presente para el autor de «Técnica y llanto»: la edición de un proyecto multimedia (libro, DVD, canciones, y algún collage del propio vate) de título «El desenterrador de vivos» (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores).
Las canciones han sido compuestas por el propio Aute y Fernando Polavieja, que han puesto música a catorce piezas de Carlos Edmundo. El DVD contiene una película dirigida por Álvaro Forqué, que fue rodada en la ya mencionada casa del poeta, en diciembre de 2005. El libro, cuyo enjundioso prefacio («La empresa invisible de Carlos Edmundo de Ory») ha sido escrito por el académico Francisco Nieva, viejo amigo y camarada de noches y postismo del gaditano, e incluye los poemas musicados, así como varios collages nacidos del puño, la letra, las tijeras y el pegamento del autor «La flauta prohibida». Y, por si fuera poco, que no lo es, igualmente incorpora un nuevo poema, «Orinoco»: «La broma de la vida es mucha bro / Venirnos con que hay un Para un iso...»), y treinta y tres de sus impactantes aerolitos, su poesía sideral, aérea y celestial, pero no etérea ni fugaz: «Decir que las mariposas son animales / es un insulto a las mariposas».
Luis Eduardo Aute explicó en la presentación que la elección de los poemas a los que se iba a poner música fue bastante fácil, ya que como dice el pintor y cantante, «empecé a leer a Carlos Edmundo a finales de los sesenta, gracias a Félix Grande que me lo descubrió. Y puedo decir que soy un oryano de pro. Por eso, he elegido los que a mí me hubiera gustado escribir».
El poeta, que aún guarda un acento gaditano (como el de Alberti, pero más íntimo), a pesar de llevar toda la vida en Francia, sigue teniendo tantas estrellas rosas en sus labios: «Mis poemas han sido el huevo, y al romperse el cascarón ha dado el resultado de este libro, que no tiene mil hojas, pero es tan sabroso como un milhojas». El es así. O así también: «La física nuclear no me sirve para saber por qué lloro por amor». Exactamente.
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