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Carlos Aganzo: «El pensamiento se está perdiendo a espuertas»

El poeta publica «Jardín con biblioteca», un libro en el que reflexiona sobre la decadencia de Occidente

El poeta Carlos Aganzo EFE
Bruno Pardo Porto

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Poco antes de que estallara la crisis económica de 2008, Carlos Aganzo escribió un poemario –«Las voces encendidas»– en el que reflexionaba sobre la crisis de valores en la que estaba sumida Occidente, y que funcionó casi como un mal augurio. Con aquel libro inició una tetralogía sobre el asunto que culmina ahora con « Jardín con biblioteca » (Cálamo), una obra que pergeñó antes de la pandemia y que, en su empeño por retratar el colapso de un mundo, ha vuelto a resultar inevitablemente profética: todos los finales se parecen, como las familias felices de «Anna Karenina».

Esta, por tanto, es una poesía que va al corazón de la decadencia contemporánea, un lugar oscuro en el que el autor intenta iluminar algunas verdades con la luz de la cultura clásica, tan recurrente. Por desgracia, Aganzo no deja de encontrar en la actualidad muestras de que sus intuiciones no van muy desencaminadas. «Es estremecedor. El otro día vimos un símbolo perfecto de esto en la entrada al Capitolio , que a su vez es un símbolo de la democracia clásica. No es que se derrumbe Occidente, es que entran en el Capitolio los bárbaros. Cae de nuevo Occidente como cayó el Imperio Romano. Los bárbaros entran, los bárbaros están por todas partes», lamenta el escritor, al otro lado del teléfono.

Dice el poeta que lo que se nos está escapando es nuestra cultura, eso que enraizamos en las palabras, hoy más diluidas que nunca en medio del ruido y las pantallas. «Es algo que tiene que ver con nuestra educación, con nuestra cultura y con nuestra lengua. Al perder un sentimiento profundo de la lengua, al perder un conocimiento del significado de las palabras, de la alta cultura, también estamos perdiendo pensamiento. El pensamiento se está perdiendo a espuertas», denuncia. Y cuando se muere el pensamiento se muere, con él, el sentido crítico. Lo que sigue a la ignorancia es la manipulación : «Nos hemos convertido en una sociedad de la mansedumbre, incapaz de distinguir la verdad de la mentira, una sociedad temerosa, facilísima de manejar».

Según su particular mirada (la poesía también es una forma de conocimiento, sostiene), la pandemia nos ha acercado a la Edad Media, no tanto por los confinamientos como por la oscuridad. Por la ceguera. «Cuando se desintegra un mundo como el de Occidente, lo que viene después es la Edad Media. La pandemia nos ha hecho todavía más débiles, más vulnerables, más fácilmente manipulables por los gobiernos de todo el mundo, empezando por el de España y terminando por el de Estados Unidos», asevera. Luego lo explicará con un símil homérico: nos estamos acercando a Troya, no a Ítaca .

El paisaje que dibuja Aganzo no es nada halagüeño, pero al menos, insiste, nos queda la poesía, que a veces brilla cuando todo lo demás se apaga. «El arte es un contrapunto social. Es algo que tiene otro desarrollo que no es exactamente el mismo que el de la sociedad. Gran parte de nuestra mejor literatura, de nuestra mejor música, de nuestra mejor pintura, se ha creado en tiempos de crisis . Los artistas han visto el dolor, lo han contado, pero también se han anticipado a lo que sucede. El arte es lo que nos va a salvar, a redimir», promete. De momento, proclama, tendremos que agarrarnos a la biblioteca y a los jardines, que es lo que más nos acerca al paraíso.

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