Amélie Nothomb: «Un terrorista de Al Qaida no tiene ningún interés literario»
La autora belga, que escribe tres novelas por año, acaba de publicar «Una forma de vida» (Anagrama), su decimonoveno título en español
sergi doria
Amélie Nothomb: vestido negro, sombrero de copa y veinte novelas bajo el brazo, desde que en 1992 debutara con un título que es una declaración de principios: «Higiene del asesino». Alta cultura y humor negro como el mejor chocolate belga. Escribe tres novelas ... por año y acaba de publicar «Una forma de vida» (Anagrama), la número diecinueve en español.
—¿Qué ha cambiado en su literatura en estas dos décadas?
—Entre las primeras y las últimas hubo una inflexión con «Estupor y temblores» que me situó por primera vez en las listas de best sellers: cambió mi vida, pero no mi forma de escribir, ni mis ritmos de trabajo. La prueba es que sigo fiel a Albin Michel, aunque he recibido ofertas de otras.
—«Una forma de vida» se centra en la obesidad y abordó la anorexia en «Biografía del hambre». ¿El cuerpo es una forma de ver el mundo?
—Lo verdaderamente importante es cómo habitamos nuestro cuerpo: para la mayoría de gente acaba siendo un problema.
—¿También para usted?
—Yo he estado más rellenita y luego adelgacé: ¡Soy como un Robert de Niro de la literatura! Últimamente mi cuerpo no ha cambiado, pero mis libros siguen adelgazando.
—Este no sobrepasa las ciento cincuenta páginas…
—¡Y me gustaría escribir una novela con sólo cuarenta páginas! La experiencia conduce a la eficacia expresiva. Eliminar lo que es inútil.
—De cada tres novelas deja dos en el cajón. ¿Cómo decide cuál?
—Me guío por el olfato. Hay historias que «huelen» demasiado y no son todavía publicables. La escritura no ha de oler y debe reposar.
—«Una forma de vida» es literatura epistolar. Usted escribe cartas de puño y letra. ¿No utiliza el e-mail, ni Twitter, ni Facebook?
—Mi relación con las nuevas tecnologías es cero. No poseo ordenador y no sé cómo funciona. Nada de e-mails. Escribir a mano es más personal.
—¿Las cartas le enseñaron a escribir?
—A partir de los seis años escribía una por semana y a los once le tomé gusto, aunque todavía no tenía conciencia de escritora. Una carta es un texto que dedicas a otra persona. Hay mucha gente que me envía cartas a la editorial y yo respondo sin saber a quién me dirijo.
—En la novela, un soldado obeso destacado en Irak…
—Es un personaje de ficción. Lo que sí que es cierto es la epidemia de obesidad que padecen los soldados norteamericanos. Pongo en relación la Historia del mundo con la pequeña historia de Amélie en su escritorio.
—La Amélie personaje prefiere mantenerse en el plano del lenguaje…
—El lenguaje es para mí el grado máximo de realidad. Veo un objeto y llega la palabra justa para denominarlo, por eso mi literatura es tan autobiográfica: me sirve para describir esas cosas que en primera instancia no alcanzo a comprender. Soy capaz de llegar muy lejos en nombre de mis convicciones semánticas.
—Dedicó su primera novela a Céline. ¿Es mejor no conocer personalmente a los escritores que admiramos?
—Me ocurre al revés. Conocer personalmente escritores poco importantes que no había leído y leerlos.
—En sus novelas disecciona la mente criminal. Francia acaba de sufrir la masacre de Toulouse. ¿Cómo lo ve?
—Un terrorista de Al Qaida no tiene ningún interés literario.
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