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Conrad, el lobo de mar de la literatura

La editorial Sexto Piso reúne por primera vez en castellano toda su narrativa breve

Conrad, el lobo de mar de la literatura abc

manuel de la fuente

Pudo haber sido un fiero pirata, pero ya no eran tiempos de esa ardiente rebeldía de las tibias cruzadas. Se convirtió en un lobo de mar desde que a los diecisiete años, cansado ya del hastío de una vida tediosa en su Polonia natal, siempre ocupada pero no sometida por rusos o austrohúngaros, decidió comenzar en el buque Mont Blanc la singladura que le ocuparía toda la vida. Se llamaba Józef Teodor Konrad Korzeniowski, se mereció un arete en la oreja por dar varias veces la vuelta al mundo, pero todo el planeta le conoce como Joseph Conrad, uno de lo grandes narradores de la historia universal, marino en los párrafos, almirante en los océanos de la escritura.

A sus imponentes novelas, «El Negro del Narciso» (1897), «El corazón de las tinieblas» (1899), «Lord Jim» (1900), «Romance» (1903), con Ford Madox Ford; «Nostromo» (1904) y «El agente secreto» (1909), se une una fantástica obra narrativa breve (veintinueve relatos) que, por primera vez, se editan en castellano en un solo volumen (1.549 páginas), que ha reunido la editorial Sexto Piso en un proyecto tan ambicioso como valiente, que sin duda merece el favor de los lectores. Su título, «Narrativa breve completa» (49 euros). Los osados traductores han sido Andrés Barba y Carmen Cáceres.

Muy admirado

Sara Vicedo, de la editorial Sexto Piso, cuenta a ABC algunos de los detalles de este proyecto tan sugerente. «Conrad es un autor muy admirado por nosotros (como para casi todo el mundo) y, de hecho, ya habíamos encargado a Juan Cárdenas la traducción de “El corazón de las tinieblas” para publicarlo en nuestra colección de Clásicos Ilustrados, cuando nos topamos con la edición en inglés de “The Complete Short Fiction” de Conrad, y nos dimos cuenta de que jamás se había publicado de manera conjunta como tal en castellano. Nos pareció una idea magnífica, simplemente porque si nos situábamos desde un punto de vista de lectores, es un libro que nos encantaría a todos leer y tener en nuestra biblioteca personal».

El siguiente paso fue encontrar gente dispuesta a llevar estos relatos al castellano, una ardua tarea, sin duda. «A partir de ahí le preguntamos a Andrés Barba y a Carmen Cáceres -continúa Vicedo- si les interesaría involucrarse en la traducción de un proyecto de tal envergadura, y el entusiasmo con el que respondieron alimentó a su vez aún más el nuestro. En cuanto a derechos de autor, no hubo problema, pues Conrad es un escritor libre de derechos. En el resto del proceso editorial, las dificultades fueron principalmente por la lógica propia de un libro tan extenso, es decir, ¿se publica en un volumen o en dos? ¿Es posible encuadernar un tomo de más de 1.500 páginas? También la portada resultó particularmente difícil de elegir, pues no es fácil representar con una imagen toda la narrativa breve de Joseph Conrad, pero finalmente nos decantamos por una imagen de William Turner que representa de manera un tanto abstracta un barco en plena borrasca en el mar, pues nos pareció que, además de que el mar es un elemento fundamental en la escritura de Conrad, la borrasca del alma humana y sus múltiples enredos y contradicciones también lo es».

Vocabulario privado

Ha llegado, pues, el momento de charlar, aunque sea por correo electrónico, con el traductor Andrés Barba, quien cuenta que «Conrad, al igual que Nabokov y otros escritores que usaron el inglés como lengua literaria pero no materna, tiene una gramática y a veces un vocabulario totalmente privado. Se trata de un inglés que no se parece a ningún otro y que a veces genera dificultades únicas».

Este esfuerzo ha costado «un año completo a un ritmo considerable y Barba también reflexiona sobre si se asustaron «mucho» cuando se lo dijo la editorial: «Un poco, en realidad nos encantó la propuesta. Es una de esas traducciones que haces sólo una vez en la vida. De las de tatuaje al final». La aventura ha sido apasionante no sólo como traductores sino también, evidentemente, como lectores. «Ha habido grandes descubrimientos de textos -subraya Andrés Barba- que hemos ido descubriendo a medida que los traducíamos y que me parecen tan extraordinarios como los más conocidos: Falk, Tifón, La Laguna, Juventud, El fin de las ataduras... Hay un montón de relatos nada conocidos que son prodigiosos. Lo que más me maravilla de Conrad es su ingenio para “idear” o “diseñar” las historias. Recomendaría tener el libro en un lugar donde se pueda ir leyendo de cuando en cuando alguno de los relatos. Es mejor no “empacharse”. Lo ideal sería leerlos completamente al azar, eso le va más al espíritu de Conrad».

A toda vela, amigos lectores.

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