30 años sin Capote, ni uno sin sus historias

El excéntrico escritor, fallecido en 1984, sigue siendo objeto de controversias a raíz de su canónico «A sangre fría»

30 años sin Capote, ni uno sin sus historias IRVING PENN

Antonio Villarreal

Hoy se cumplen 30 años de su muerte, pero Capote sigue alimentando al mundo de historias.

Por ejemplo, la de Ronald Nye , ciudadano norteamericano residente en Oklahoma e hijo de Harold Nye, quien fue sheriff, detective, agente y finalmente director del KBI (Kansas Bureau ... of Investigation). En 1959 le asignaron la investigación de un homicidio múltiple, el de Herb Clutter, su mujer Bonnie y sus dos hijos adolescentes, Nancy y Kenyon en Holcomb, Kansas. En definitiva, su tímida celebridad vino por ser un personaje de «A Sangre Fría», la célebre «novela de no ficción» del escritor, y como tal Nye fue interpretado por un actor tanto en la versión cinematográfica homónima de 1967 como en la más reciente, Capote, de 2005.

El viejo Nye falleció en 2003 dejando en su domicilio particular un vasto archivo documental, perteneciente al KBI, que incluye toda la documentación sobre los asesinatos de la familia Clutter, atribuidos a Richard Hickock y Perry Smith, quienes fueron declarados culpables y ejecutados en 1965, un año antes de la publicación del c anónico reportaje que Capote tardó seis años en elaborar y del que dijo, en una entrevista a George Plimpton en el New York Times , que era «inmaculadamente factual».

De haber sido «A Sangre Fría» una novela o un reportaje convencional, quizá Ronald Nye no se habría visto envuelto en un juicio contra el estado de Kansas por los documentos que su padre entregó a su madre antes de morir, aliado junto a un vendedor de memorabilia llamado Gary McAvoy con quien planeaba subastarlos. Porque, si de algo han servido hasta ahora los documentos de Nye, es para seguir encontrando errores factuales en un libro en cuyo frontispicio, el autor decía: «Todo el material de este libro no derivado de mis propias observaciones está tomado de documentos oficiales o es el resultado de entrevistas con las personas directamente afectadas».

No pasó ni siquiera un año de la publicación de su, como Capote lo llamaba, reportaje creativo , cuando en junio de 1966, Philip K. Thompkins disparó por primera vez a la liebre de su veracidad con un artículo en «Esquire», para el que viajó a Kansas y habló con algunos de los personajes. Algunas inexactitudes eran menores, como el precio de venta de un caballo o su utilidad (182,50 dólares por un caballo que iba a usarse para cría frente a los 75 que escribe Capote por un caballo que iba a usarse el arado), pero otras eran centrales, como declaraciones supuestamente textuales de los acusados que diferían sustancialmente de las reales.

Nuevo juicio en Kansas

Por supuesto, es injusto mirar un trabajo de hace medio siglo -cuando se entrevistaba sin grabadoras- con los estándares de exactitud del periodismo actual, pero el trabajo de Thompkins y otros demuestra que, incluso para la época, los errores factuales eran sangrantes. En su biografía de Capote publicada en 1988, Gerald Clarke afirmaba que la última escena de «A Sangre Fría» era directamente inventada.

Los papeles de Nye demuestran ahora que incluso ese apoyo de Capote en los «documentos oficiales» del KBI es más que cuestionable. Algunos detalles se hicieron públicos, mostrando que ni el detective Alvin Dewey era tan brillante ni el KBI tan eficaz como los retrató Capote, quien dicho sea de paso fue tratado excelentemente por ambos, obteniendo acceso de primera mano a Documentos demuestran que el KBI no mandó un detective, como relata«A Sangre Fría»documentos como, por ejemplo, el diario de la niña Clutter. Además, los documentos demuestran que el KBI no mandó a un detective a la casa del sospechoso esa misma noche, como relata «A Sangre Fría», sino que esperó cinco días para hacerlo.

El juicio entre el hijo de Nye y el estado está lejos de concluir. El año pasado, el juez Larry Hendricks prohibió cautelarmente la venta o publicación de los archivos , lo que provocó un curioso efecto: Ronald Nye anunció que iba a publicar su propio libro «A Sangre Fría» con las notas de su padre. El pasado jueves 21 de agosto, el juez Hendricks ordenó al estado de Kansas desclasificar más documentos de la época que Nye ha solicitado para preparar su defensa, entre ellos todos los archivos clasificados del KBI sobre los asesinatos de los Clutter.

¿Saldrán de este escarceo más pruebas contra la honestidad del Capote periodista? En una efeméride como esta, habría sido más sensato celebrar el periodismo de Truman Capote reivindicando trabajos como sus entrevistas en «Playboy» o «El duque en sus dominios», su fenomenal perfil de Marlon Brando publicado en el «The New Yorker» en 1957. Pero así es Capote, siempre estuvo más cómodo en las páginas de actualidad que en los obituarios.

30 años sin Capote, ni uno sin sus historias

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