«Diario de una Volátil»: la viñeta como espejo de la normalidad
La ilustradora Agustina Guerrero recopila en un libro las andanzas de su personaje La Volátil
david morán
¿Puede un robo, un saqueo impune a la intimidad doméstica, convertirse en algo providencial? Quizá la ilustradora Agustina Guerrero tenga la tentación de responder que sí, pero entonces recuerda los seis meses que tuvo que seguir pagando el ordenador que alguien le birló de ... su casa y ese cuento inédito que corrió la misma suerte y se le quitan las ganas.
O quizá no: ahí estaba ese cuaderno azul, discreto hogar en el que habitaba un simpático personaje con moño y camiseta de rayas, que los ladrones ni siquiera tocaron y que ahora da vida a «Diario de una Volátil» (Lumen) , colección de viñetas de humor hipocondríaco y cotidianeidad desopilante con la que Guerrero busca «la comicidad de la normalidad y aprender a reírse de uno mismo».
Antes de eso, sin embargo, La Volátil, algo así como su álter ego animado y descarado, tenía que darse a conocer. Salir de la intimidad del hogar y lanzarse a la conquista de Interne. «Tampoco puedo decir que fuese una decisión: después del robo no tenía nada más. Solo esos dibujos y un ordenador viejo», explica esta argentina afincada en Barcelona sobre unas ilustraciones que, añade, nacieron a modo de diario íntimo y personal.
El robo, otra vez el dichoso robo, le llevó a publicar viñetas semanalmente en su blog y, más tarde, a crear una Fanpage dedicada a La Volátil en Facebook. Una cuenta que, actualmente, suma más de 380.000 seguidores que, día sí día también, se ven reflejados en las cuitas domésticas y las microneurosis del personaje. La viñeta como espejo deformado de la normalidad y La Volátil como recreación bidimensional de la propia Guerrero. «Antes sí que era más yo, pero ahora tiene su propia personalidad. Es autobiográfico, sí, pero con cierta distancia», apunta sobre una creación que le sirve para canalizar impresiones sobre el amor, las relaciones sociales y las convenciones hogareñas.
De ahí viene, señala, ese nombre de La Volátil con el que intenta resumir su propia visión del mundo. «Salió así, sin pensarlo demasiado. Tenía 27 o 28 años y era bastante soñadora, siempre con los pies en el aire», explica una autora que no esconde su devoción por esa escuela de ilustradores argentinos que va de Quino a Liniers pasando por Maitena. «He crecido con Quino, que es más que Maradona en mi ámbito», asegura.
Ahora, explica, le gustaría lanzarse a crear una historia más lineal para curar el escozor que le dejó el robo de ese cuento ilustrado que había estado preparando durante cuatro meses. «Por una vez que me había animado a escribir y va y me lo roban», bromea. Eso sí:de momento, La Volátil seguirá acudiendo puntual a su cita con sus seguidores de Facebook. «Todavía tengo la necesidad de seguir contando cosas», añade.
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