Teddy Wayne: «La industria musical es mucho más despiadada que la editorial»
El autor indaga en el servilismo de la fama en «La canción de amor de Jonny Valentine», parodia de una biografía de estrella infantil del pop
Teddy Wayne: «La industria musical es mucho más despiadada que la editorial»
Autor revelación de las letras estadounidenses gracias a la frondosa y tragicómica «Kapitoil», Teddy Wayne aparca los turbios excesos de Wall Street para adentrarse en la aún más turbia industria del pop de la mano de Jonny Valentine, un querubín de once años que ... pasea de escenario en escenario exhibiéndose como la (pen)última estrella infantil.
Un notable cambio de registro que, sin embargo, le sirve para abordar en clave satírica las servidumbres de la fama y reflexionar en «La canción de amor de Jonny Valentine» (Blackie Books) sobre el éxito precoz y los ídolos de barro, sí, pero también sobre la explotación infantil, las relaciones familiares pendientes de un hilo, y, en fin, la anormal vida de un crío aupado al estrellato por Youtube y convertido en una desdichada máquina de generar dinero.
-¿Qué le llevó a meterse en el pellejo de un estrella del pop de once años?
-En 2010, una chica a la que daba clases particulares estaba leyendo la autobiografía de Miley Cyrus , «Miles To Go», y se me ocurrió parodiar este tipo de libros. Una hora después me di cuenta de que podía ser una buena novela si lo trataba de un modo más serio. Además, yo mismo estaba sufriendo una serie de emociones encontradas después de publicar «Kapitoil», mi primera novela: de pronto, aquello en lo que has estado trabajando en privado sale al mundo y se convierte en un producto.
-Lo fácil es ver a Jonny Valentine como un calco de Justin Bieber, pero da la sensación de que hay más.
-Leí mucho sobre Michael Jackson, pero también sobre otras estrellas infantiles del pasado como Jackie Cogan o Shirley Temple y de ahí a Tatum O’Neal, Drew Barrymore y la cosecha actual de adolescentes y preadolescentes convertidos en celebridades de la música y el cine.
-Se diría que el concepto de estrella del pop explotable desde la infancia es algo genuinamente americano.
-Es probable que sea algo más americano, ya que nosotros adoramos la juventud, pero ahí está, por ejemplo, Jordy, el rapero francés de cuatro años que apareció en los noventa.
-En alguna ocasión ha dicho que no hay demasiada diferencia entre las industrias musical y editorial. ¿Son ambas igual de despiadadas?
-Tienen algunas similitudes, sí, pero la industria musical es mucho más despiadada. Al fin y al cabo, la gente que trabaja con libros solo intenta sacar grandes obras, y lo hace por no demasiado dinero. También hay gente así en la industria musical, sin duda, pero desde que se ha convertido en un negocio gigantesco, opera con un sensibilidad basada en los beneficios.
-Pese a la diferencia que hay entre los dos libros, tanto el Karim de «Kapitoil» como el Jonny de «La canción de amor…» parecen compartir el desconcierto de verse inmersos en un mundo en el que todos quieren aprovecharse de ellos.
-Los dos son seres ingenuos con talentos explotables.
-¿Hasta qué punto concibe sus libros como una manera de reflejar la cara más inclemente de la sociedad capitalista?
-Las dos novelas apuntan hacia ahí, pero espero que sea algo menos contundente que eso. O, por lo menos, más ambiguo. ¿Quién de nosotros no lo vendería todo por millones sabiendo que, de lo contrario, se mantendría en la miseria? Si tienes un hijo con talento para ser un estrella y eres una madre soltera que trabaja en un supermercado y él está destinado a una vida parecida, ¿realmente serías capaz de resistirte a ponerlo a trabajar? Es fácil juzgar desde lejos, pero estas preguntas son siempre más difíciles cuando estás involucrado.
-No sé si la elección de la voz, esa primera persona, es una manera de evitar la condescendencia y crear una mayor empatía con el personaje de Jonny.
-He intentado rechazar cualquier cosa demasiado excesiva o satírica, dejando que la comedia venga de los personajes y no de acumulaciones absurdas. Ya es un mundo lo suficientemente satírico: no hay necesidad de exagerar.
-Supongo que es inevitable preguntarle acerca de la música que usted escuchó mientras estaba escribiendo el libro.
-He escuchado mucho a The Clash, mi primer amor musical, para aprovechar la ira inarticulada de Jonny. Y, por supuesto, he investigado en el teen pop-de Bieber, One Direction, Taylor Swift... No está del todo mal.
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