En el nombre de Wilt
El gran personaje creado por Tom Sharpe, el escritor fallecido esta mañana en la Costa Brava, hizo reír a varias generaciones con un humor que satirizaba a la sociedad británica
david morán
En una de sus últimas visitas a Barcelona, justo cuando «Wilt no se aclara» acababa de aparecer en castellano gentileza, una vez más, de la editorial Anagrama, Tom Sharpe sacó de nuevo su colmillo a relucir para espantar de un manotazo los malos ... augurios y asegurar que su delicada y renqueante salud –acababa de sufrir un infarto- no habían hecho mella en su sentido del humor. «He estado pensando en la muerte desde que tenía ocho años , es inevitable y ahora soy mayor, ¿por qué preocuparse?», aseguraba socarrón el padre de «Wilt». El mismo que, pipa en ristre, aseguraba haber llegado a Llafranc (Girona), donde vivía desde hace años, huyendo de la sanidad británica.
De lo que nunca huyó Sharpe es de las bondades del humor. Esas risa desatadas que le llevaron a vender millones de libros en su país y, sobre todo, a crear a Wilt. Wilt el alelado. Wilt el zopendo adicto al tropezón . Imposible no partirse la mandíbula viendo como Sharpe se las hacía pasar canutas a su profesorcillo e imposible no pensar en cómo se lo debieron hacer pasar sus alumnos al propio Sharpe mientras daba clases en el Cambridge College Of Arts and Technology. «Soy un realista que utiliza el humor negro», le gustaba proclamar.
Y ese humor negro siempre tenía como objetivo a Wilt, personaje en el que Sharpe logró condensar la mejor tradición del humor británico, lo mejor de Woodhouse y Waugh, para carcajearse de la sociedad británica , denunciar su arrogancia y, ya puestos, hacérselo fatal al pobre Wilt. Henry Wilt, la encarnación perfecta de la tragicomedia, un descomunal imán para todo tipo de líos, equívocos y situaciones emabarazosas y, a la postre, el reflejo deformado de un Sharpe cuya silueta se intuye tras las desventuras de Wilt. Porque, como ya escribió el periodista Llatzer Moix en un libro de conversaciones con el escritor británico, «Wilt soy yo».
En el nombre de Wilt
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