La Transición, aquellos años en que sudamos tinta china
La Bibloteca Nacional acoge una exposición del humor gráfico en esa época
manuel de la fuente
Fue un tiempo apasionante. Un camino que parecía sembrado de rosas, pero que no ocultaba sus correspondientes (y no fueron pocas) espinas. Días de luchar por un futuro mejor y en paz. Años en los que pedir, sin ira, libertad, días para desterrar a los ... fantasmas de un pasado oscuro y a menudo cruel, años en los que hubo que plantarle cara a aquello llamado el búnker, a los intransigentes, a los que no querían que en España se blanqueara bajo el sol la blanca camisa de la esperanza.
La gente soñaba con un porvenir de urnas, convivencia y democracia en aquellos días que pasaron a nuestra más cercana historia como la Transición. Fue un tiempo hermoso, pero fue también un tiempo de reivindicaciones, de momentos realmente difíciles, donde hubo que dar la cara.
Y con sutilísimo trazo, por no llamarlo sutilísimo eufemismo, un buen puñado de los que dibujaron una promesa de días mejores y que se partieron la cara dibujo a dibujo por ellos fueron los humoristas gráficos. Hicieron que las tragos más amargos de aquella época los pudiéramos asumir más dulcemente, nos ayudaron a sonreír cuando las cosas no tenían la más puñetera gracia, y trazaron un cuadro de carcajadas, siempre que la tijera censora (aceradamente afilada y siempre atenta hasta los ultimísimos días del franquismo) no rasgara sus dibujos y sus tiras.
Fue hermosa la Transición, pero también sudamos tinta china. Y estas palabras dan título a la exposición que alberga desde este martes la Biblioteca Nacional , «La Transición en tinta china». Dibujos, caricaturas, portadas... La muestra, comisariada por Francisco Bobillo, profesor titular de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid con la ayuda de Forges y Peridis, recoge dibujos, caricaturas, portadas de revista, tiras de los más destacados humoristas y publicaciones de aquella época.
Nombres propios
Entre ellos, Mingote, Peridis, Gallego & Rey, Forges, Máximo, Mena, El Roto, Perich, Sir Cámara, Killian, Martín Morales, Romeu, Summers, El Cubri, Ja, Quino, Ivá, Carlos Jiménez, Chumy Chúmez, Cesc... y de publicaciones, además de los fondos de la propia Bibloteca Nacional, como «Hermano Lobo», ABC, «El Jueves», Blanco y Negro, «El Cuervo», «Cuadernos para el Diálogo», «Informaciones», «Pueblo», «El País», «Cocodrilo Leopoldo», «El Papus», «La Codorniz», «Por favor», «Triunfo» y «Época». Además, la Casa Real ha prestado varias caricaturas que tienen como personaje principal la figura del Rey.
Heraldos de la libertad
Todos ellos contribuyeron a hacernos más fácil transcurrir por esos días. Fueron rebeldes, iconoclastas, rompedores, comprometidos y no se olvide que con sus dibujos llegaron a arriesgarse bastante. No faltaron las amenazas y hasta algún dramático atentado como el sufrido por «El Papus». Al fin y al cabo, en esos momentos los humoristas gráficos eran «heraldos de la libertad», como subraya Francisco Bobillo o, como destaca Peridis, «servíamos para mitigar la zozobra, éramos un excelente digestivo para las situaciones difíciles».
Francisco Bobillo destaca que «los visitantes de la exposición tendrán una imagen de la Transición seguramente distinta de la que ha sido más extendida en estos últimos años a través de series de televisión, o de los libros deBachillerato. Esta es una visión diferente, más divertida por una parte, pero también más crítica y exigente. Es la que tenían los dibujantes de lo que estaba pasando en aquellos años, y que no coincide con otras imágenes que hemos recibido».
Durante aquellos años finales de la dictadura, el humor se convirtió en una actitud rebelde. Esos dibujos nos valían para recuperar por unos momentos el sentido lúdico infantil, y recobrar gracias a la risa algún alivio. Aunque uno se ría de miedo, siempre es mejor, y puede servirnos de conjura. En esa época, los dibujos servían un contenido mucho más claro y directo, eran más asequibles para la gente de la calle, para el hombre de a pie. El lenguaje de la farsa y la comedia siempre llega antes al corazón que la tragedia.
Antigua herencia
Al fin y al cabo, todos estos dibujos y dibujantes eran herederos de una larga tradición de enfrentamientos más o menos frontales entre los humoristas y el poder, como explica el comisario Bobillo: «Esto siempre ha sido así desde que aparece este tipo de humor en el siglo XVIII en Alemania. Porque la Política se presta mucho a la guasa, el sarcasmo y la sátira. El humorista percibe las imposturas de los políticos, su lenguaje muchas veces artificial... Y lo refleja en sus dibujos. Por eso, la relación entre ambas partes es muy conflictiva. No puede haber humor gráfico complaciente, porque si lo fuera ya no sería humor La risa es una forma de disconformidad y de rebeldía. Cuando uno no se toma en serio ciertas cosas, es malo para una dictadura. Si el miedo se transforma en risa es que le queda poco para desaparecer».
Miedo hubo mucho en aquellos días («podías llevarte un porrazo por llevar el «Hermano Lobo» bajo el brazo», recuerda Forges), pero nunca nos faltó la risa. Casi siempre gracias a estos tipos que hicieron de la pluma y de la tinta (china, casi siempre) una bandera de libertad.
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