'El nombre de la rosa'
El caso de los libros envenenados que ha puesto en jaque a las bibliotecas universitarias alemanas
Varios de estos centros se han visto obligados a retirar el préstamo de decenas de miles de ejemplares ante su contaminación por arsénico
Los inventos para la vida cotidiana más letales del siglo XIX
Corresponsal en Berlín
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Iniciar sesiónEsta vez no es un monje benedictino de la Edad Media el que cae fulminado mientras lee el libro II de la Poética de Aristóteles, como escribió Umberto Eco en 'El nombre de la rosa'. Ahora son los estudiantes de varias universidades alemanas ... los que corren el peligro de enfermar o incluso morir a causa de determinados libros.
Y no porque su contenido pueda alterar la estructura del mundo establecido, sino porque sus páginas están envenenadas. Cualquiera que lea esos ejemplares o se moje los dedos con saliva mientras pasa las páginas puede padecer síntomas como dolor de cabeza, cólicos y edemas. Con una lectura prolongada, no se puede descartar el cáncer.
Ante el peligro, las autoridades responsables de las bibliotecas afectadas se ven en la disyuntiva de destruirlos. Una de ellas es la de la Universidad de Bielefeld, que ha anunciado que retirará 60.000 volúmenes de sus estanterías. La Biblioteca Nacional de Austria y la Universidad y Biblioteca Estatal del Sarre también han tomado decisiones similares.
Para desvelar el misterio no ha sido necesario convocar a Guillermo de Baskerville, ha bastado un análisis químico. El culpable no es otro que el famoso verde de Schweinfurt, llamado también en la jerga de los editores verde de París. Se trata de un pigmento verde esmeralda, químicamente relacionado con el verde de Scheele y cuyas propiedades insecticidas fueron descubiertas en 1808. Su nombre científico es acetoarsenito de cobre y su fórmula química corresponde a Cu3As2O3Cu(C2H3O2)2, CuCl.
Inicialmente se comercializó en 1814 como un mero pigmento para tintas, debido a su color verde intenso. Tras atribuirse a este compuesto los envenenamientos de algunas personas que pintaban cuadros, ese uso fue prohibido. Todavía aparecen rastros de este veneno en numerosos cuadros pintados durante el siglo XIX y en libros editados, restaurados o encuadernados en esa misma época. No en vano, fue el color más popular entre los editores alemanes en la primera mitad de la mencionada centuria.
Exámenes microquímicos
El verde de Schweinfurt se utilizó para el acabado de las cubiertas de los libros y del corte, que es la parte de las páginas que queda visible hacia el exterior cuando el libro está cerrado. Su gran ventaja es que mantiene alejadas las plagas, pero el hecho de que contenga arsénico altamente tóxico tendrá ahora también como consecuencia el alejamiento de los lectores. Cuando se combina con hongos, el arsénico puede formar el gas trimetilarsina, que causa mareos y vómitos. En cantidades suficientes, podría causar incluso la muerte.
El color es fácil de reconocer a primera vista, pero para determinar su peligro real, las bibliotecas deben realizar pruebas de fluorescencia de rayos X o exámenes microquímicos sobre cada uno de los vólumenes. Y ahí topan con un grave problema: los compuestos de arsénico se utilizaron a veces en la producción de libros y publicaciones periódicas del siglo XIX «que ahora hay que revisar», señala en su página web la Universidad de Bielefeld, que advierte a continuación «sólo las encuadernaciones de cuero no se ven afectadas».
A pesar de la evidencia científica, hasta el momento no existen regulaciones legales ni recomendaciones de acción sobre cómo hacer frente a este riesgo, por lo que las bibliotecas alemanas con este tipo de libros en su catálogo están intercambiando puntos de vista para llegar a una decisión concertada.
Como medida previa, los responsables de la biblioteca de Bielefeld han retirado los 60.000 libros y revistas del período correspondiente del servicio de préstamo. También ha informado a las personas que habían tomado prestados algunos de ellos, con instrucciones precisas sobre cómo manejar los libros para devolverlos. Después de su examen químico, aquellos ejemplares que no tengan arsénico serán devueltos a la colección, pero queda por dirimir qué hacer con los que sí están envenenados.
La biblioteconomía contaba con una investigación de la Universidad de Bonn, que en 2018 analizó la sustancia tóxica contenida en numerosos libros y advirtió sobre su peligro, pero es ahora cuando, finalmente, se comienzan a tomar decisiones que otros sectores, por cierto, ya afrontaron antes. En 'Mis años de infancia', Theodor Fontane habla de la farmacia Swinemünde Adler que perteneció a su padre y cuya sala de asistentes estaba pintada del verde Schweinfurt. Como ya se conocía el peligro de la pintura, un ventilador instalado en la ventana aseguraba una constante corriente de aire.
Impresionistas
Más tarde, los impresionistas franceses pintaron con acetato de arsenito de cobre. Claude Monet, Édouard Manet y Paul Gauguin mostraron verdadero entusiasmo por él. Vincent van Gogh pintó el fondo de un autorretrato, en 1888, íntegramente con verde de Schweinfurt. Sin embargo, para entonces la sustancia cuestionable ya estaba en declive y desarrolló su efecto en menor medida. Los Sattler-Werke, los inventores del verde, habían ya abandonado su actividad y sólo quedó un caso muy delicado de residuos peligrosos: en 2016, fue necesario retirar y eliminar cientos de toneladas de tierra en los alrededores del antiguo emplazamiento de las fábricas.
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