La civilización olvidada de El Argar gana el III Premio Nacional de Arqueología
El jurado de la Fundación Palarq reconoce las investigaciones de la UAB sobre esta sociedad única de la Edad del Bronce en La Bastida y La Almoloya
Una veintena de proyectos aspira al tercer Premio Nacional de Arqueología y Paleontología de la Fundación Palarq
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Iniciar sesiónApareció hacia el 2.200 antes de nuestra era y hacia el 1550 a.C. colapsó misteriosamente, pero en esos seis siglos la sociedad de El Argar se expandió a golpe de alabarda desde la costa de Almería, Murcia y Alicante hasta el ... interior y se convirtió en el primer Estado del Mediterráneo occidental, con ciudades como La Bastida, de hasta un millar de habitantes, y hasta un «primer parlamento europeo», una insólita sala de reuniones en La Almoloya desde la que gobernaba una rica élite que monopolizaba el poder.
¿Cómo surgió esta civilización por tanto tiempo olvidada y qué llevó a su drástico final para que no quedara recuerdo en las gentes que les sucedieron? Un proyecto de la Universidad Autónoma de Barcelona en el que participan los investigadores Vicente Lull, Rafael Micó, Cristina Rihuete, Eva Celdrán, Camila Oliart y Miguel F.G. Valério, lleva desde 2009 desentrañando la historia de esta cultura de la Edad del Bronce, única en Europa. Sus trabajos en los yacimientos de La Bastida y La Almoloya han sido reconocidos hoy con el III Premio Nacional de Arqueología y Paleontología que concede la Fundación Palarq por su carácter "innovador" y por su pretensión de intentar "desentrañar aspectos inmateriales de una milenaria civilización" que ocupó un área comparable a la superficie de Bélgica, estudiando las desigualdades sociales y sus relaciones de género y parentesco, "cuestiones de crítico interés en nuestra sociedad actual", según ha señalado Luis Monreal, portavoz del jurado internacional.
En una gala celebrada en el Museo Arqueológico Nacional, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, y Antonio Gallardo, presidente de esta asociación sin ánimo de lucro que impulsa la arqueología y paleontología española, han entregado el prestigioso galardón a esta investigación que ya quedó finalista en las dos ediciones anteriores del premio. Dotado con 80.000 euros, el primero recayó en 2018 en la hecatombe tartésica de las Casas del Turuñuelo (Badajoz), donde recientemente se han hallado los primeros rostros esculpidos de Tarteso, y el segundo recompensó los estudios en la montaña del tiempo de La Garma (Cantabria), una 'Pompeya' del Paleolítico.
El premio al proyecto 'Almoloya-Bastida: poder, género y parentesco en una civilización olvidada de la Edad del Bronce' llega a pocos días de que retomaran las excavaciones en La Almoloya, un destacado centro político de la cultura argárica. En esta ciudad de unos 200 habitantes situada en lo alto de un cerro en Pliego (Murcia) descubrieron un palacio, con varias tumbas bajo la gran sala de reuniones que han denominado 'el primer Parlamento europeo'.
Entre las sepulturas de personas humildes, destaca la tumba de una pareja principesca en un lugar preeminente, enterrada con un increíble ajuar de oro y plata. El hallazgo en ella de una diadema como las encontradas en ricas tumbas femeninas en el asentamiento almeriense de El Argar, que dio nombre a esta cultura, les ha llevado a pensar que hubo mujeres de la élite que gobernaron en esta antigua sociedad de la Península Ibérica.
Guisantes en el origen
Este verano van a dirigir su mirada a la zona sur, más saqueada en excavaciones clandestinas. Aprovechando las «toperas» de los expolios, los investigadores buscan los orígenes de El Argar entre los restos de la primera de las tres ciudades superpuestas en el lugar. «Las últimas noticias son los guisantes», comenta divertido a ABC Vicente Lull, antes de explicar la importancia que tiene la identificación de esta leguminosa, pues indica que en una primera etapa la dieta de los argáricos era más rica y no dependía tanto del cereal como en sus compases finales.
Su mundo simbólico, que les llevó a enterrar a sus muertos bajo sus suelos y no en necrópolis apartadas, «fue gestado entonces, estamos asistiendo al origen de una civilización», subraya el catedrático de Prehistoria. Porque aunque aún hay debate sobre si El Argar es o no una civilización, para ellos no cabe duda. «No se parece a Egipto ni a Mesopotamia, no levantó pirámides, ni grandes templos ni un Valle de los Reyes y tampoco tiene escritura, pero sí ciudades con edificios monumentales y una organización política propia de una civilización que se llama Estado, con una sociedad dividida en clases, una división del trabajo y centros de poder muy marcados, con el monopolio de la violencia en manos de unos pocos...», explica Rafael Micó. «Y una planificación urbanística» y «una ingeniería militar de primer orden», añade Lull.
Diademas de poder
Los estudios que han realizado de genética y parentesco les están ayudando a descubrir por qué en ocasiones los habitantes de esta cultura se enterraron en tumbas dobles. Cristina Rihuete resume que «en unos casos, los de tumbas dobles de parejas de adultos, es como si estuvieran acreditando que son progenitores. Y en otros casos, con niños, muestran que hay descendencia».
Aunque adelanta que aún es pronto para asegurarlo con rotundidad, «empezamos a ver que en esas relaciones, los hombres no parece que pinten demasiado. ¿Es cuestión de una fase? Pues no lo sé. Pero parece que en al menos estos casos, hay un principio femenino detrás de toda esa organización de esas tumbas«, añade. Además, sus últimos estudios refuerzan »la idea de que la diadema es un emblema de poder político«.
¿Significa eso que las mujeres gobiernan el Argar? «Significa ciertas mujeres de esa sociedad de clases en ese momento de la etapa final tienen esos atributos de poder», responde Rihuete.
El Argar, que erigió poderosas fortificaciones y obras de ingeniería, como la mayor balsa de agua identificada en la prehistoria europea, sucumbió de forma abrupta. «Se pasaron de listos al sobreexplotar el medio al máximo, deforestando el entorno», apuntan los investigadores, que achacan a ese «exceso» en la explotación de los recursos naturales y a las acuciadas diferencias entre el puñado de ricos privilegiados frente a la amplia población cada vez más empobrecida que la situación se volviera insostenible y la cultura de El Argar saltara por los aires en los 35.000 kilómetros cuadrados de territorio que ocupaba, prácticamente a la vez. Nadie volvió a ocupar La Bastida o La Almoloya y sus costumbres se perdieron.
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«Es un laboratorio, realmente, de todo una sociedad, un testimonio único de cómo empezaron y cómo acabaron, y una metáfora de lo que pasa aquí y ahora», advierte Lull. El III Premio de Arqueología de la Fundación Palarq supondrá un nuevo impulso para asomarse a esta ventana del pasado, que solo se conoció en la Península Ibérica y que tanto puede enseñar al presente. Así lo esperan los investigadores, que en la gala han abogado para que "este legado único tan nuestro" obtenga el "contundente apoyo que se merece".
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