cartas a la ciudadanía

Infinita Ter

«Ter es distinta porque sí, sin tener que mover un músculo, como un gato es un gato, sin poder evitarlo»

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03/08/2024 a las 17:58h.

Hay humanos que se terminan muy pronto. Uno habla con ellos, les escucha un par de minutos, y enseguida sabe cómo serán todas sus opiniones. Piensan en base a moldes prefijados, siguiendo con angustiosa precisión una cuadrícula que jamás sorprende.

Otros duran más ... , aunque también terminan. Poseen cierto criterio personal y de vez en cuando nos maravillan diciendo algo inesperado. Hay un tercer grupo, deslumbrante y raro, que parece no acabarse nunca. Podemos hablar con sus integrantes durante muchísimo tiempo y siempre consiguen desconcertarnos. Son valientes y les importa bien poco lo que esté aceptado decir en cada momento, pero si tenemos paciencia y los interrogamos a lo largo de varios encuentros, comprobamos que ellos también terminan y que su magnífica singularidad se acaba. A partir de ahí, se ven obligados a rellenar los huecos diciendo, sin pensarlo, lo que otros propusieron antes que ellos.

Y por fin llega el cuarto grupo, del que hoy quería hablarles. Se trata del conjunto de las personas infinitas. ¿Existen? Afortunadamente, sí. No sé cuántas hay, pero por experiencia puedo afirmar que no son muchas. Hoy les presentaré a una de ellas. Es una youtuber y su nombre es Ter.

¿Qué quiero decir al afirmar que Ter es infinita? En realidad, la mejor forma de responder es pidiéndoles que miren sus muchos vídeos colgados en Youtube. Habla de arquitectura (es arquitecta), pero también de cualquier otro asunto que a ella le interese en ese momento, como las plantas de interior, los ríos caudalosos o el culo de Kim Kardashian. Al verla, uno nunca sabe qué va a ocurrir a continuación. Es como esos cuartetos de Beethoven de su última época; acostumbrados a oír música, entrenados en deducir lo que va a llegar, pensamos que una melodía acabará con unas notas, pero siempre llegan otras, obviamente mejores, que nos dejan maravillados.

Y la sensación que tenemos al ver el trabajo de Ter es que esa constante sorpresa nunca va a terminar. No es debido a que sus ideas sean inagotables o que haya encontrado, como en un cuento, un pozo milagroso del que brotan las ideas. Nada de eso. Ha encontrado un pozo, claro, pero no el de las ideas, sino el de ella misma, porque Ter, en realidad, y en contra de lo que les dije hace un momento, no habla de arquitectura, ni de ríos caudalosos, ni de plantas de interior. Ter habla de Ter, porque ella es el pozo del cuento.

La obra de Ter nos regala a todos una reflexión: ¿Cuántos de nosotros podríamos ser también infinitos si nos pusiéramos a ello? En realidad, todos, pero para lograrlo hay que hacer algo complicadísimo de tan sencillo. Nos bastaría con atrevernos a decir lo que pensamos, al margen de si es aceptado, dejando escapar pensamientos taponados por el miedo a lo que otros puedan decirnos. Ella lo hace siempre, vídeo tras vídeo, pero sin esa antipática tendencia a querer ser diferente, sin esa originalidad forzada, tan convencional en el fondo. Ter es distinta porque sí, sin tener que mover un músculo, como un gato es un gato, sin poder evitarlo.

Entre usted en Youtube ahora mismo, mire sus vídeos y déjese maravillar por el talento y la alegría de vivir. Se emocionará, reirá, aprenderá, y verá cómo en pocos minutos su mundo se hace enorme. No sé si ella leerá este artículo. Si lo hace, le haría solo una crítica: sus vídeos tardan mucho en llegar. Da mucha rabia tener que esperar tanto. Deberían ser más frecuentes, por el bien de los que apreciamos su arte, y algo me hace pensar que también por el de ella misma. He dedicado muchas horas a ver sus vídeos, desde que la descubrí hace años. Y por eso quiero agradecerle el precioso tiempo que he pasado con ella.