Los jóvenes dan la espalda al bono cultural

A dos meses de que expire el programa de 2022, apenas ha movilizado 53 millones de los 194 presupuestados

El gasto medio de los jóvenes es de 210 euros, cuando las tarjetas monedero son de 400

El 'vuelva usted mañana' de los jóvenes con el bono cultural: «Está siendo una odisea»

Miquel Iceta, ministro de Cultura, con el bono cultural joven EFE

El Gobierno de Pedro Sánchez apostó por el bono joven como su principal apuesta en materia cultural. Para ello movilizó 210 millones, el 15 por ciento del presupuesto total del Ministerio de Cultura. La oposición criticó la medida al considerarla «electoralista», pues iba dirigida ... a los jóvenes de 18 años... los nuevos votantes. Pero Iceta siempre defendió que este esfuerzo contribuiría al «renacimiento» de un sector muy castigado por la pandemia y a generar nuevos hábitos. Las cifras, en cambio, se están quedando muy lejos de los objetivos iniciales. En el tramo final de la convocatoria del año 2022, Cultura apenas ha conseguido movilizar 52,9 millones de euros de los 194 que pretendía inyectar al sector, un 27 por ciento del total.

El balance provisional que ha podido consultar este diario a través de Transparencia, correspondientes a los once meses que van de octubre de 2022 a agosto de 2023, es francamente mejorable. Para empezar, de los 488.794 jóvenes que podían haberse apuntado a esta ayuda de 400 euros para invertir en cultura, solo lo hicieron el 57,60 por ciento. De estos, once meses después todavía había un 10 por ciento que no había usado sus tarjetas monedero. Y entre los que sí han tenido a bien tirar del bono cultural, apenas han gastado la mitad de los fondos disponibles. El gasto realizado (52,9 millones) por los jóvenes subvencionados solo llega al 47,4 por ciento del total (112,6 millones) que podrían haber hecho.

Los datos ofrecidos por Transparencia no son definitivos, pues aún queda por cuantificar el mes de septiembre y las compras que puedan hacer los últimos en apuntarse, en octubre del año pasado. Cultura, en respuesta a una pregunta de ABC, eleva el gasto total «a más de la mitad de la cuantía presupuestada», tras realizarse «casi dos millones de operaciones», pero sin ofrecer más cifras ni acotar el periodo temporal. El ministerio se aferra a esta provisionalidad para no realizar aún una valoración del funcionamiento del bono cultural 2022. «Lo haremos cuando concluya el periodo de disfrute, para lo que en muchos casos todavía quedan dos meses», señala el gabinete de prensa de Cultura.

Entre octubre y agosto, el gasto medio del 90,1 de beneficiarios que sí han usado alguna vez el bono cultural es de 210 euros. Esto es, cuando falta poco para que esta subvención expire, los jóvenes se están dejando sin gastar casi la mitad del dinero de una tarjeta de 400 euros, a repartir de la siguiente manera: 200 para artes en vivo (teatro, conciertos, cine, museos, toros...), 100 para productos físicos (libros, discos...) y 100 para productos digitales (videojuegos en línea, prensa digital...). El 58 por ciento de los 52,9 millones movilizados han ido a parar a las artes en vivo. El 13,22 por ciento corresponden a productos físicos y el 6,66 por ciento a consumo digital. «El gasto se ha repartido bastante», señala Cultura.

Por sexos, las mujeres han realizado más operaciones que los hombres: 871.696 por valor de 27,3 millones frente a las 744.759 operaciones por valor de 25,2 millones de los chicos. Por comunidades, los jóvenes de Andalucía, Aragón, Asturias, Islas Baleares, Canarias, Cantabria y Castilla y León suman gastos en las tarjetas monedero superiores a la media de 210 euros. A la cola están Navarra, País Vasco y La Rioja, así como Ceuta y Melilla, todos por debajo de los 200 euros.

La campaña del bono cultural 2022 está llegando a su fin mientras Cultura lanza la de 2023, y para su lanzamiento el ministerio ha optado, igual que hizo el año pasado, por prorrogar el plazo para solicitar esta subvención al 31 de octubre. Concluido septiembre, habían solicitado la tarjeta monedero 293.218 jóvenes nacidos en 2005, un 60 por ciento del total, una cifra que sigue siendo modesta. Sobre todo, cuando se trata de una paga extra de 400 euros para jóvenes recién entrados en la mayoría de edad. Con todo, las cifras mejoran ligeramente las solicitudes de la convocatoria anterior; de no ser por la ampliación de plazo, apenas se habrían podido acoger a la ayuda una tercera parte de los potenciales beneficiarios.

La historia del bono cultural joven ha estado plagada de retrasos e inconvenientes desde el principio. Para empezar, Pedro Sánchez se precipitó en su anuncio en una rueda de prensa fuera de España para que no se le adelantara Yolanda Díaz, que andaba también a la caza del titular. Así pasó, que hasta que Iceta por fin pudo poner en marcha el proceso pasó casi un año. El ministro, para justificar este retraso, dijo que en Francia habían tardado tres años en «aplicarlo en plenitud». Y España lo aplicó sin ningún tipo de prueba piloto. «Nosotros en el primer año lo haremos en todo el país», señalaba el titular de Cultura a modo de disculpa.

Luego llegaron los problemas técnicos y la burocracia de la Administración. Hubo multitud de quejas de jóvenes, que en las primeras semanas vieron cómo no había manera de darse de alta en la web habilitada al efecto. «Está siendo toda una odisea. La web se abrió el 25 julio, y ese día lo intenté. Me meto cada día y me encuentro innumerables fallos. Nunca he logrado llegar hasta el final», dijo en su día un afectado a ABC. Y eso que Cultura destinó 15 millones para la «colaboración» y «apoyo en la gestión tecnológica» del programa. El otro inconveniente que sufrieron los jóvenes fue la obligación de tener un certificado digital para hacer las gestiones; un 'vuelva usted mañana' que llevó a Cultura a flexibilizar las condiciones para apuntarse.

Los chicos no fueron los únicos que se quejaron. Las empresas adheridas al programa también sufrieron lo suyo... fueron muchas las que se quejaron de la lentitud de la Administración a la hora de darles de alta. Y, para rematar, la negativa de Iceta a incluir los toros entre las actividades financiadas por el bono cultural acabó con una demoledora sentencia del Tribunal Supremo que obligó al ministro a rectificar, pese a las quejas de Podemos, que lo terminó aceptando con la nariz tapada. «Ha habido un fallo del Supremo y desde luego que lo vamos a acatar», terció en su momento el ministro.

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