La última postal de Toni
José María escribía 'Postales' a unos lectores a los que trató como su familia política
Muere José María Carrascal a los 92 años, un maestro en contar historias
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónA Carrascal le pusieron José María contra la voluntad de su padre. Eran otros tiempos, patriarcales y consentidos, en los que el santoral mandaba y el linaje empezaba y terminaba por la onomástica, heredada de padres a hijos y de abuelos a nietos. A ... Carrascal le pusieron José María en la pila bautismal, pero su padre siempre lo llamó Antonio. Porque sí, y salió ganando. Para su familia y hasta el último de sus días, Carrascal siempre fue Toni, como le puso y lo llamó su padre en un alarde de rebeldía y orgullo sanguíneo. Lo de José María quedó para el Registro Civil y el ABC, que desde hace más de cien años son cosas muy parecidas, casi sagradas, palabras mayores en el mundo de la comunicación y de la identidad, que en el caso de Carrascal –José María para el siglo, o para dos siglos; Toni para una familia educada en la libertad y la independencia más absolutas– eran cosas muy parecidas. Toni podía llamarse como le diera la gana. Quizá Carrascal.
José María escribía 'Postales' a unos lectores a los que trató como su familia política. Para la carnal siempre fue Toni. Enviaba y firmaba postales cuando ni siquiera existían ya buzones. Nunca mezcló lo personal con lo público. Un respeto a la familia política, a la que informaba a través de postales en las no había espacio para la confesión y la amargura. Todo era de color, o en blanco y negro. Fotos, no radiografías del alma. Lo ocultó todo con una profesionalidad que ya no se estila, con una distancia emocional y un pudor que contrasta con el narcisismo de quienes escriben de sí y para sí mismos, como si a alguien le importara por qué se llaman José María y no Toni. La semana pasada, a través del teléfono, sin mediar el audífono que le permitía mantener una conversación medianamente hilada y coherentes, nos confesó que se iba, que estaba agotado, que se moría de pena y de confusión, que le quedaban días, que no tenía sellos para más postales, que ya lo había dicho todo y que casi todo estaba ya escrito. Le quedaba, eso sí, el respeto a sus lectores, a los que nunca involucró en su agonía. Escribía postales desde la distancia y siempre las firmó como José María. Toni estaba ya en otra cosa, en otra vida.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete