Rocín Falcon y galgo corredor

Ya sabemos que la presencia del presidente Sánchez es cada vez más cara (y esto no es otro chiste por el uso del Falcon) porque incomparece destacadamente en algunas cosas. A Doñana sí. Al Cervantes no. A votar la ley del sólo sí, tampoco. El resultado de la suma, o del donoso escrutinio, da exactamente lo que le importa la Cultura.

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Carlos Granés

Había que estar hace un mes en Cádiz, en el Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), al que se llegó con un desgaste enorme por el empeño del Gobierno de meterle mano a todo. Y había que escuchar a José Manuel Albares, ministro de Exteriores y Cooperación, asegurar que todo lo relativo al español es una prioridad política para nuestro bipartito. Una prioridad, literalmente. Esa fue la palanca con la que Albares metió hasta tres ministros (contándolo a él) de manera inédita en la programación. Para convencer sobre la prioridad, lo importante que es el español en el mundo (tenemos además de las Academias de Asale, el Cervantes y ahora triplicamos las apuestas o el gasto con una dirección general de Exteriores). Y luego la vicepresidenta Nadia Calviño, que también acudió para hablar de la tecnología y la inversión y así lucir los mil millones previstos para el PERTE de la Lengua Española, como indudable prioridad del Gobierno.

Pues todo lo que importa el español en el mundo desemboca en el premio Cervantes, que los Reyes entregan este lunes en el acto más solemne y más importante de la literatura, galardón que concede España a un escritor, en este caso un poeta venezolano. Un español del mundo. Por eso la ausencia de Sánchez, rocín Falcon y galgo corredor, es símbolo perfecto de la prioridad en el desdén.

No ha pasado un mes de Cádiz y el presidente se borra del acto de entrega. Hay que medir bien los gestos. El premiado, el poeta venezolano Rafael Cadenas, ha atravesado el Atlántico a sus 93 años para recibir los honores de las manos del Rey Felipe VI y la Reina Letizia, pero el presidente del Gobierno firma la víspera de la ceremonia un decreto de representación para que acuda en su nombre el ministro de Cultura, Miquel Iceta. Que ya iba al acto que hoy se celebra en Alcalá de Henares. Como han hecho hasta ahora, desde el primer Cervantes en 1976, los ministros de Cultura y los presidentes del Gobierno sin más excepción que Sánchez, en 2019. ¡Ay, la cultura!

Por cierto, Iceta no fue a Cádiz; no es que se le echase mucho de menos con tantos ministros por allí, pero al ser el del ramo uno querría haberlo visto incluido en el 'pack'.

La lengua española se agranda cada día en las palabras de los escritores y quienes enseñan y cuidan del idioma. En el mundo, además, la agrandamos los hablantes, desde usted, querido lector, a Bad Bunny o Rosalía cuando llenan de música en español el centro de California y todos los continentes. Pero algunos políticos no la hacen más grande, visto lo visto. De hecho, hay territorios en España donde, gracias a los políticos, ni siquiera está disponible la educación en español a menos de 30 minutos de los ciudadanos, un servicio que el PSOE quiere imponer para cuestiones fundamentales y esta se antoja lo bastante en todo nuestro país.

Si la presencia de un presidente del Gobierno es cada vez más cara, por lo que sea, la ausencia de Pedro Sánchez en la entrega del Cervantes ya es barata. Es la segunda vez. Un dos por uno.