Italia planta cara a los activistas climáticos: multas de entre 10.000 y 60.000 euros por vandalizar bienes culturales
Los ingresos serán donados al Ministerio de Cultura, para que se utilicen principalmente en la restauración de los bienes dañados
Militantes ecologistas atacan con pintura la estatua del Duomo de Milán
Corresponsal en Roma
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Iniciar sesiónEl Gobierno italiano ha dicho basta al vandalismo contra el patrimonio cultural. El Consejo de ministros aprobó un proyecto de ley en el que se especifica que «además de las sanciones penales ya previstas, habrá una multa administrativa entre 20.000 y 60.000 euros, ... para quien destruya, disperse, deteriore o inutilice, total o parcialmente, bienes culturales o paisajísticos propios o ajenos». En el proyecto de ley también están previstas multas para otros casos menores, diversos a los anteriormente citados: «A quien desfigure, manche o destine bienes culturales a un uso perjudicial o incompatible con su carácter histórico o artístico, la multa será de 10.000 a 40.000 euros. Los ingresos -añade el texto del Gobierno- serán donados al Ministerio de Cultura, para que se utilicen principalmente en la restauración de los bienes dañados».
Gennaro Sangiuliano, ministro de Cultura de Italia: «La hegemonía cultural de la izquierda no ha creado valores positivos»
Ángel Gómez FuentesJurista y periodista con una larga trayectoria en la RAI, explica en una entrevista con ABC la revolución de Giorgia Meloni en el sector de la cultura
El ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, pretende sancionar a cualquiera, desde ultras del fútbol hasta turistas maleducados, que cometan actos que pongan en riesgo el patrimonio cultural. Incluso subirse a una estatua o zambullirse en una fuente, o inscribir iniciales en el Coliseo... actos vandálicos que son frecuentes, sobre todo en las ciudades turísticas, serán castigados a partir de ahora. En los últimos meses se han registrado varios episodios que han indignado a la opinión pública. El último ocurrió el pasado 1 de abril, cuando tres activistas -dos hombres y una mujer- vertieron un líquido negro elaborado con carbón vegetal en la fuente de la Barcaccia, célebre obra del escultor Pietro Bernini, padre de Gian Lorenzo, situada en la Plaza de España, al pie de la escalinata de Trinitá dei Monti. Los tres jóvenes pertenecían a Última Generación, una red de activistas que lleva tiempo realizando acciones no violentas para llamar la atención de los medios, la política y el público sobre las graves consecuencias del calentamiento global. La lista de los episodios vandálicos contra bienes culturales es larga. Cabe destacar también, porque tuvo gran repercusión nacional, la pintura naranja (lavable) arrojada a las paredes del palacio Vecchio de Florencia, el pasado 17 de marzo, y antes (2 de enero) se echó pintura roja a la fachada y puerta principal del Palacio Madama de Roma, sede del Senado. Nadie olvida tampoco los activistas con las manos pegadas con las manos pegadas al cuadro 'La primavera' de Botticelli en la Galería de los Uffizi.
Ante esta serie de episodios graves a monumentos símbolo de algunas ciudades italianas, culminando con el citado de la Barcaccia, el ministro de Cultura, Genaro Sangiuliano, dijo ¡basta!: «La acción contra la Fontana della Barcaccia en Plaza de España es la gota que colma el vaso. Es hora de decir basta: nos encontramos ante una acción sistemática de vandalismo contra el patrimonio artístico y cultural que nada tiene que ver con la protección del medio ambiente», escribió Sangiuliano en Twitter. El propio ministro ha explicado la filosofía que inspira la decisión del Gobierno: «Los ataques a monumentos y sitios artísticos causan daños económicos a la comunidad. La limpieza requiere la intervención de personal altamente especializado y el uso de maquinaria muy costosa. Quien realiza estos actos también debe asumir la responsabilidad económica».
Los ambientalistas de Última Generación anuncian que seguirán con sus actos de desobediencia civil: «Estamos preparados para la represión y no nos asusta -comenta un portavoz-. No podemos parar, el clima no para«.
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