Un investigador español resuelve un enigma sobre el Partenón que ha obsesionado a los expertos durante tres siglos
Juan de Lara demuestra cómo se iluminaba el interior del templo en el siglo V a.C. para ensalzar la colosal estatua de Atenea: «El Partenón no era solo una proeza arquitectónica, sino también óptica»
Grecia y Reino Unido podrían estar cerca del acuerdo para la restitución de los mármoles del Partenón

Juan de Lara, doctor en Arqueología y profesor en la Universidad de Oxford, siempre sintió pasión por la Grecia antigua. Sin embargo, su trayectoria profesional le llevó por otro camino: por el de la producción digital. En el año 2008, creó para 'Nintendo' un ... videojuego inspirado en la Grecia clásica,'NyxQuest: Kindred Spirits', que fue todo un éxito y reavivó sus ganas de profundizar en el conocimiento de la Historia y la Arqueología. En 2013, se trasladó a Reino Unido y comenzó su tesis doctoral centrada en la reconstrucción del Partenón y otros templos de época clásica. «Quería unir dos facetas de mi vida en una sola: mis habilidades en producción digital y mis conocimientos de física, por un lado, y mi pasión por la arqueología, por otro», explica el investigador a ABC.
La Escuela Británica de Atenas acaba de publicar su última investigación: 'Iluminando el Partenón' , trabajo pionero y multidisciplinar en el que De Lara combina arqueología experimental, fuentes antiguas, tecnología 3D y simulación óptica basada en principios físicos. Gracias a esta combinación de enfoques, ha podido recrear las condiciones ambientales y arquitectónicas del diseño original del Partenón y demostrar el papel crucial que la luz desempeñaba en la experiencia visual y religiosa del templo para los atenienses del siglo V a.C.
El Partenón, que se construyó en el siglo V a.C. , formaba parte del ambicioso programa de reconstrucción de la Acrópolis ideado por Pericles. Su perfección arquitectónica y belleza atraen cada año a más de tres millones de visitantes de todo el mundo.
El interior del templo custodiaba la colosal estatua de la diosa Atenea realizada por Fidias en la técnica crisolefantina. Debido a sus materiales nobles y a sus doce metros de altura, no tenía parangón en el mundo antiguo.«Al entrar dentro del Partenón, contemplar la majestuosa escultura era, en sí misma, una experiencia única» por su monumental tamaño, los materiales empleados para su construcción y su simbólica iconografía.
La ubicación de una estatua tan imponente en un espacio tan oscuro, llevó a los eruditos a preguntarse cómo se iluminaba el interior del templo y en qué condiciones de iluminación se producía el encuentro de los visitantes con la escultura de Atenea. En el siglo XIX, algunos eruditos intentaron resolver este enigma proponiendo teorías como que los templos griegos no tenían techo, que utilizaban mármol muy fino para dejar pasar la luz solar, o que contaban con claraboyas en la techumbre.
Para resolver este misterio, De Lara ha llevado a cabo una reconstrucción tridimensional de la estructura del templo con un margen de error de tan solo 2 centímetros con respecto al diseño original. Además, ha recreado la estatua de Atenea y ha dotado a cada superficie digital de propiedades físicas reales, incluyendo sus índices de reflectancia de la luz.
Gracias a simulaciones físicas de la luz y al análisis de su comportamiento sobre distintos tipos de materiales, De Lara ha logrado reproducir con precisión la interactuación de la iluminación —natural y artificial— con la arquitectura del templo y con la estatua de Fidias, esculpida en el 438 a.C. También ha calculado la posición del sol en distintos momentos del día y del año, teniendo en cuenta que esta ha variado desde el siglo V a.C. debido a la oscilación de la Tierra. El interior del Partenón distaba mucho de la imagen blanca y luminosa que popularizó la Ilustración. Más bien, se trataba de un espacio donde reinaban la penumbra y los efectos de luz, pensados para ensalzar la imagen divina de Atenea.
Escasa iluminación
A pesar de los intentos realizados en época clásica para conseguir una mayor entrada de luz natural en el interior de los templos —como el uso de mármol brillante con función de espejo, o la ampliación del tamaño de las puertas—, estos espacios continuaban siendo oscuros. En el caso del Partenón, el oro de la estatua de Fidias reflejaba la luz solar que entraba por la puerta principal, «creando la sensación de que la diosa emergía de la oscuridad».

Según De Lara, este efecto debía ser «impresionante», especialmente durante las primeras horas de la mañana en los meses de verano, cuando se producía una alineación solar y «el sol que aparecía detrás de las montañas del Himeto, iluminando completamente la estatua de manera perpendicular y mostrando a la diosa en toda su majestuosidad y tamaño».
Además de la luz natural que entraba por la puerta principal, otros elementos contribuyeron en la iluminación del templo. Uno de ellos era un estanque ubicado frente a la estatua de la diosa, que amplificaba el efecto visual producido por la luz natural y dotaba al espacio de «un aura mágica y única».
Efectos especiales
En el siglo II, Pausanias describió este estanque del Partenón. Según él, servía para mantener en el interior del templo las condiciones idóneas de humedad relativa necesarias para la conservación de la escultura de Atenea. «Hay evidencia arqueológica en el Partenón que demuestra la existencia de ese estanque, como marcas de clavijas del bordillo y restos de marcas donde se colocaría la brea para impermeabilizar el suelo», señala De Lara.
Sin embargo, la escasa profundidad del estanque —tan solo 2 centímetros de fondo—, refuta la explicación de Pausanias. Los análisis realizados por De Lara, también demostrarían que la hipótesis planteada por algunos estudiosos modernos, según la cual el agua del estanque actuaba como un espejo que iluminaba la escultura, tampoco sería correcta porque «proyecta más luz el propio suelo de mármol que el agua del estanque».

El arqueólogo cree que el agua del estanque podría haberse empleado para crear efectos especiales, —visuales y lumínicos— sobre la estatua, al golpear la superficie con algún objeto. Es decir, que la vibración del agua generaba una especie de juego óptico, modificando la forma en la que se distribuía la luz en el templo y dando la impresión de que la estatua cobraba vida. «Los griegos eran maestros de la óptica y creaban efectos especiales para generar un aura de lo sagrado y sorprender al público. El Partenón no era solo una proeza arquitectónica, sino también óptica. Este templo, casi como un escenario teatral, estaba meticulosamente diseñado para redirigir la luz, crear atmósferas sagradas y conectar al visitante con lo divino mediante efectos especiales», señala.
De Lara quiere que su investigación traspase el marco académico y se convierta en una experiencia inmersiva de realidad virtual en museos y centros educativos, y permitir al público general experimentar la sensación de adentrarse en el interior del Partenón y contemplar la colosal estatua de Atenea.
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