Identifican una herramienta prehistórica en una famosa pintura francesa del siglo XV
'El díptico de Melun' de Jean Fouquet contiene la representación más antigua que se conoce de un hacha de mano acheliense
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Se denominan hachas de mano achelenses, por las halladas en el yacimiento prehistórico francés de Saint-Acheul, pero estas rudimentarias herramientas de piedra con las que nuestros antepasados humanos cortaban la carne o la madera y cavaban en busca de tubérculos hace más de ... 500.000 años tuvieron otro nombre mucho más poético. En los siglos XVII y XVIII, cuando se pensaba que eran de origen natural, se referían a ellas en los textos como «piedras de trueno disparadas desde las nubes«.
Los registros documentados más antiguos sobre estas piedras talladas en forma de pera, con escamas a ambos lados y un extremo puntiagudo, se remontan hasta ahora a mediados del siglo XVI. Sin embargo, una obra de arte revela que estos objetos ya fascinaban en Europa tiempo atrás.
Investigadores de Dartmouth y de la Universidad de Cambridge han identificado en 'El díptico de Melun', pintado por Jean Fouquet hacia 1455, lo que probablemente sea la representación artística más antigua de un hacha de mano achelense.
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Encargado por Étienne Chevalier, tesorero del rey Carlos VII de Francia y originario de Melun, el díptico está formado por dos óleos sobre tabla. En el de la derecha se representó a 'La Virgen con el Niño rodeados de ángeles' y en el de la izquierda a Chevalier con San Esteban, su santo patrón, que sostiene en sus manos un libro del Nuevo Testamento sobre el que descansa una piedra.
Ésta simboliza la muerte por lapidación del santo, el primer mártir cristiano, y los historiadores del arte siempre se habían referido a ella como una «piedra dentada» o una «piedra grande y afilada». Nadie la había identificado como una herramienta creada por el hombre. Sin embargo, Steven E. Kangas, profesor titular del Departamento de Historia del Arte de Dartmouth y coautor del estudio que publica el Cambridge Archaeological Journal, tuvo el presentimiento de que no se trataba de una mera piedra.
«Conocía la pintura de Fouquet desde hacía años y siempre había pensado que el objeto de piedra parecía una herramienta prehistórica», dice Kangas en un comunicado de la Universidad de Dartmouth. «Esto siempre estuvo grabado en el fondo de mi mente, como algo que necesitaba perseguir en el futuro».
En 2021, Kangas asistió a una conferencia en Dartmouth de Charles Musiba, profesor de antropología de la Universidad de Colorado-Denver sobre el sitio de Isimila en Tanzania, famoso por sus hachas de mano. Después del seminario, Kangas conversó con Musiba y Jeremy DeSilva, profesor y director del departamento de Antropología de Dartmouth y coautor del estudio. Al mostrarles una imagen del panel izquierdo de 'El díptico de Melun', ambos profesores coincidieron en que la piedra de la pintura parecía un hacha de mano.
Para investigarlo más a fondo, se pusieron en contacto con colegas de la Universidad de Cambridge, quienes dirigieron los análisis que hicieron al objeto de piedra pintado. El equipo descubrió que su forma era similar (dentro del 95%) a otras hachas de mano achelenses de la región donde se realizaron las pinturas.
Examinaron el color del objeto de piedra y lo compararon con el de veinte hachas de mano francesas del Achelense. Aunque los colores del díptico puedan estar distorsionados por los pigmentos y barnices aplicados, la variación de tonos amarillos, marrones y rojos fue consistente con otras hachas.
Los expertos creen que Fouquet puso mucho cuidado y detalle al pintar el objeto de piedra. Un análisis infrarrojo de la pintura vino a confirmarlo porque reveló tanto un dibujo subyacente como una pintura inferior. La pintura de la piedra había sido claramente reelaborada.
Es posible que el artista replicara en la pintura un hacha de mano real o recreara una de memoria. «Fouquet parece haber mostrado un interés especial por el objeto de piedra, probablemente porque había visto uno que llamó su atención y su imaginación«, sostiene Kangas.
Los investigadores contaron las cicatrices de escamas en la superficie del objeto de piedra pintada. En promedio, encontraron 33 escamas en la superficie, lo que era consistente con el promedio identificado en 30 hachas de mano que fueron seleccionadas al azar de sus conjuntos de hachas de mano francesas.
«Los datos de nuestros análisis de forma, color y cicatrices de escamas del objeto de piedra en la pintura fueron notablemente consistentes con los de otras hachas de mano achelenses de donde vivió Fouquet», señala el coautor James Clark, estudiante graduado en el Departamento de Arqueología. en la Universidad de Cambridge.
De Silva, por su parte, se mostró encantado con la idea de conectar un hacha de mano que ayudó a los homínidos a sobrevivir hace medio millón de años, con una pintura francesa medieval tan conocida que se enseña en las clases de introducción a la historia del arte. «Desde el Paleolítico hasta el Renacimiento y más allá, las hachas de mano han sido, y siguen siendo, parte de la historia de la humanidad», resalta.
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