Agustín Ibarrola, un icono de la voluntad rebelde y resistente
«La noticia de un artista perseguido en una democracia europea por el terrorismo no dio la vuelta al mundo»
Vista panorámica, por Iñaki Arteta
Agustín Ibarrola
Existirán más artistas que como Agustín Ibarrola habrán compaginado su carrera con un fuerte compromiso social, pero muy pocos. Seguramente debido a que el grado de autenticidad de ciertos compromisos es directamente proporcional a la distancia que hay del peligro a tu ... casa. O a tu propia cabeza.
La violencia tan radicalmente cercana que se ha vivido en el País Vasco ha sido contestada públicamente por no muchos artistas. Estaba en juego 'el pellejo' de cada uno. Hay fotografías que demuestran quienes sí, pero también, quienes no estuvieron en los momentos verdaderamente difíciles. Las manos de Agustín agarraron con sus diez dedos prácticamente todas las pancartas en las manifestaciones y concentraciones que se celebraron contra ETA. En primera fila, con su bigote y su permanente boina, a su edad, decíamos. Más que ejemplo, fue un icono de la voluntad rebelde y resistente.
Con Agustín, lo relevante ha sido su manera de afrontar la vida en su conjunto. Todo lo filtró bajo la autenticidad y la honestidad. Lo auténtico ha sido su talante personal y el ejercicio de su libertad personal. No solo para desarrollar su arte. El uso que hizo de su libertad traspasó temerariamente las líneas de su propia seguridad. Su obra fue atacada. La noticia de un artista perseguido en una democracia europea por un terrorismo de corte nacionalista no dio la vuelta al mundo. Le protegieron escoltas durante veinte años. Y su nombre desapareció de muchos círculos artísticos. El arte y el compromiso real es un maridaje que trae problemas.
Tras de mí, donde estoy escribiendo esto, luce el premio que el Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el País Vasco me concedió en 2006. Doble e inconmensurable regalo para mí, puesto que el diseño de la pequeña escultura es una de las creaciones que Ibarrola ha cedido cariñosamente al colectivo. El País Vasco está salpicado de monumentos suyos que homenajean y recuerdan a las víctimas de ETA. Su profundo sentimiento, no solo de solidaridad, sino de amor, hacia las víctimas del terrorismo nacionalista forma parte de lo más entrañable de su generosa personalidad.
Los que le hemos conocido y disfrutado, tenemos la certeza de que un ser excepcional pasó por nuestra vida. Pero quizás lo realmente excepcional es que la experiencia de compartir tantos momentos con una persona como él deja tatuado, con tinta delicada pero permanente, el nítido dibujo de los valores que guiaron su vida. Para usarlos en la nuestra. Descansará en paz. Y siempre en mi interior.
Iñaki Arteta Orbea es director de cine y guionista