Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades

Nuccio Ordine, el defensor de los clásicos: «Soy fiel a las causas perdidas»

El pensador italiano, autor de 'La utilidad de lo inútil', ha sido distinguido con el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades

El arqueólogo de las humanidades, por César Antonio Molina

Los libros más importantes de Nuccio Ordine

Nuccio Ordine es autor del ensayo 'La utilidad de lo inútil' pep Dalmau | EP

Nuccio Ordine (Diamante, 1958) aprendió a leer en un pueblo sin escuela. Había una maestra, y daba clases en una habitación de su casa. Eso era todo. Por lo que sea, en ese entorno nació un lector voraz y un profesor apasionado y un amante ... de sus placeres: el papel antiguo, las relecturas, lo añejo; hablar con los muertos. A él le gusta citar (le gusta citar mucho, ya verán) 'Memorias de Adriano', de Yourcenar: «Mi primera patria fueron los libros». Sí, pero la segunda, la del pasaporte, fue Italia. El hogar de Italo Calvino, de Roberto Calasso. Como ellos, Ordine ha hecho del pasado presente, y ha buscado los hilos que nos unen con la tradición para rescatar las palabras que no deben ser olvidadas. Las que pueden salvarnos. «No creo que sea una especialidad de los italianos. Creo que tiene que ver con la suerte de haber tenido buenos profesores. Por eso me gustaría dedicar este premio a los maestros que, en silencio, con los sacrificios de cada día, permiten a niños pobres de todo el mundo acceder al conocimiento. Y que consiguen, así, que nuestra sociedad sea un poco más justa e igualitaria», dice al otro lado del teléfono, al poco de enterarse de que lo han distinguido con el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023. «Qué honor, qué honor».

Ordine, que ahora da clases de literatura italiana en la Universidad de la Calabria en Rende, y que acumula títulos y reconocimientos de muy distintas partes del mundo (de Francia a Brasil, pasando por Rusia y, por supuesto, España), se convirtió en una 'celebrity' de las humanidades (perdón) con la publicación en 2013 de 'La utilidad de lo inútil' (Acantilado), un libro que más bien era un manifiesto contra la mercantilización de la universidad y en defensa del saber porque sí. No tardó en convertirse en un 'best seller', y se tradujo a más de veinte idiomas. El título, como ha explicado tantas veces su autor, hace referencia a Aristóteles. Un día le preguntaron para qué servía la filosofía, y este respondió que era inútil. Lo mismo sentenció Oscar Wilde en 'El retrato de Dorian Gray' sobre el arte. «Solo es realmente hermoso lo que no sirve para nada. Todo lo que es útil es feo, porque es la expresión de alguna necesidad y las necesidades del hombre son ruines y desagradables, igual que su pobre y enfermiza naturaleza. El rincón más útil de una casa son las letrinas», escribió Ordine ahí. Y también recordó que el término escuela proviene del griego 'scholé', «ocio, tiempo libre». Qué casualidad.

«Llevo décadas intentando proteger la escuela y la universidad de la deriva mercantilista, tratando de que la gente comprenda que la literatura, la música, el arte, la filosofía… que todas esas disciplinas que hoy en día son consideradas injustamente inútiles en nuestra sociedad, porque no producen dinero, son las materias fundamentales que sirven para que nuestra humanidad sea más humana», asevera. ¿Y va ganando la batalla? «En los últimos años he tenido la oportunidad, sobre todo en España y América Latina, de encontrar hermanos de armas para esta batalla. Esto me permite ser optimista. Pero el problema no es ganar o perder. Yo siempre he sido fiel a las causas perdidas. Tenemos que hacer lo que hacemos no porque esperemos ganar, sino porque es necesario para nuestra vida. Es necesario para mi visión del mundo», sentencia.

Esto último, confiesa, lo aprendió del 'Quijote', una de sus pasiones más encendidas. De hecho, en 2012 publicó una edición bilingüe de la novela de Cervantes… «El 'Quijote' es una obra fundamental. Las batallas del hidalgo nos hacen comprender que hay valores en nuestra vida que tienen que ser defendidos, aunque vayan a la contra del mundo. Porque don Quijote nos enseña que hay derrotas gloriosas. ¿Qué significa esto? Que yo puedo perder una batalla pero al mismo tiempo esta derrota puede crear la posibilidad de que otras personas aprecien los valores que defiendo... Lo gratuito, lo inútil, lo desinteresado, son palabras que no están en nuestro diccionario hoy en día, pero que son fundamentales para movernos en el mundo. Yo confío en transmitirlas».

'La utilidad de lo inútil' fue (y es, y probablemente será) un ensayo citado hasta la saciedad. Hay hasta varias Ted Talk sobre el tema... Además, marcó una senda, casi una misión para Ordine: la defensa de los clásicos, a la que ha dedicado una trilogía y buena parte de su vida. En 2017 volvió a la carga con 'Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal' (también en Acantilado, como toda su obra en español), donde volvía a insistir: «Si no salvamos los clásicos y la escuela, los clásicos y la escuela no podrán salvarnos». Poesía o barbarie. «Las grandes obras literarias o filosóficas no deberían leerse para aprobar un examen, sino ante todo por el placer que producen en sí mismas y para tratar de entendernos y de entender el mundo que nos rodea». Hedonismo o ignorancia.

El índice daba muestra de un recorrido caprichoso, porque el gusto siempre tiene algo salvaje, que no se puede domesticar. Así que empezaba por Saint-Exupéry y seguía por Hipócrates y luego recomendaba a Thomas Mann y a Maquiavelo y a Stefan Zweig y a Einstein y a Giordano Bruno (es uno de los mayores expertos del mundo en esta figura, a él le dedicó 'El umbral de la sombra'). Esos entre muchos otros. Eran todas lecturas que había propuesto a sus alumnos, pequeñas iluminaciones, destellos. «¿Lo primero que leí yo? Creo que fue 'Corazón', de Edmondo De Amicis, que me hizo comprender la importancia de la escuela y los buenos maestros. Tendría siete u ocho años… No he dejado de leer desde entonces. Cada época de mi vida va asociada a un libro importante. Por ejemplo, aún recuerdo el deslumbramiento que me produjo 'Cien años de soledad'. Yo, como Borges, no estoy orgulloso de las cosas que he escrito, estoy orgulloso de las cosas que he leído en mi vida», recuerda ahora.

En 2021, Ordine cerró su cruzada por los clásicos con 'Los hombres no son islas', donde el verso de John Donne inspiraba una relectura de lo antiguo en clave actual, muy en la línea de su anterior libro, ampliando así esa biblioteca ideal. «Una lengua pobre da un pensamiento pobre que explica la incultura de los políticos», decía entonces en ABC, reivindicando la necesidad de la belleza, que es, también, el enriquecimiento de la mirada. ¿Lo sigue creyendo? «Hoy en día los jóvenes tienen una métrica de escritura de ciento cuarenta caracteres. Y esa es una métrica que no permite el razonamiento. Pero la culpa no es de los estudiantes, la culpa es de una sociedad que desprecia la cultura porque piensa que solo el dinero hace la dignidad humana. Es una gran mentira».

Sobre la inteligencia artificial, insiste en que «no es una verdadera inteligencia». «Es lo que dicen sus inventores, es una acumulación de datos. Inteligencia significa imaginar cosas nuevas, pensar mundos diferentes. Y no creo que hasta ahora una máquina pueda hacer eso. ¿En el futuro? Nadie lo puede saber».

—Señor Ordine, la literatura, el arte, la filosofía… ¿de verdad crean sociedades más justas? ¿No estamos exagerando su poder?

—La cultura no es automática. Tampoco es una garantía. Pero es el único instrumento que tenemos para hacer que nuestra sociedad sea más humana [y se queda en silencio, como dejando crecer la frase].

—¿Y qué significa que una sociedad sea más humana?

—[Piensa unos segundos] Ser más humana significa que no podemos vivir en un mundo como este. Los datos dicen que el 82% de las riqueza del mundo lo tiene el 1% de la población mundial. ¿Cómo podemos imaginar un mundo mejor cuando ese uno por ciento la mayor parte de la riqueza? Hay demasiadas desigualdades, demasiados niños que no pueden estudiar, que no pueden comer. Este no es un mundo humano. No lo es.

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