El Festival de Aix-en-Provence se inaugura homenajeando a la Francia moderna
Es fácil sentirse cómodo en el Festival de Aix-en-Provence. Cualquier visitante sabe que encontrará intérpretes de confianza con un significativo número de franceses
Representación de 'Samson'
Es fácil sentirse cómodo en el Festival de Aix-en-Provence. Cualquier visitante sabe que encontrará intérpretes de confianza con un significativo número de franceses; que habrá directores musicales y de escena importantes dispuestos a implicarse en aventuras artísticas que se presentan con carácter de ... estreno antes de su difusión por otros escenarios del mundo; que el repertorio histórico menos transitado se fundirá con el más moderno de manera natural… Desde que el festival lo dirige Pierre Audi, hará unos seis años, las ideas se han perfilado mucho más, de manera que Aix-en-Provence es en este momento un laboratorio en constante renovación.
La edición 2024, que acaba de comenzar, parte de tres ejes fundamentales que ordenan las representaciones escénicas como núcleo de la programación y se expanden a conciertos, recitales y otras posibilidades musicales. El centenario de Puccini se celebra con 'Madama Butterfly' como guiño a lo más convencional, con la veterana regista Andrea Breth y el director Daniele Rustioni. Lo francés, que este año es una apuesta explícitamente indiscutible, se refleja en 'Pelleas y Melisande' de Debussy con presencia de Katie Mitchell y Susanna Mälkki, en la reinvención de 'Samson' de Rameau y en la fusión de las dos 'Ifigenias' de Gluck, 'en Aulide' y 'en Tauride' en una misma sesión. Y desde aquí surge una idea esencial: ¿qué hacemos con el teatro musical?, ya sea como revisitación del pasado o discusión en el presente. Un programa doble con las 'Ocho canciones para un rey loco' de Peter Maxwell Davies y 'Fragmentos de Kafka' de György Kurtág tratará de descubrir posibilidades escénicas de la mano del australiano Barrie Kosky. Pero igualmente lo han hecho los proyectos sobre Gluck y de Rameu, espectáculos inaugurales en los que se aborda la reconstrucción con resultados diversos.
'Iphigénie en Aulide' (1774)
- Libreto Billi du Roullet
- Música Christoph Willibald Gluck
- Intérpretes Corinne Winters (Iphigénie), Russell Braun (Agamenmon), Véronique Gens (Clytemnestre), Alasdair Kent (Achille), Nicolas Cavallier (Calchas), Soula Parassidis (Diane), Lukáš Zeman (Patrocle), Tomasz Kumięga (Arcas), Le Concert d'Astrée
'Ifigenia en Aulide' e Ifigenia en Tauride' son dos óperas de Gluck situadas en el vértice de la reforma operística abordada en el último cuarto del siglo XVIII con el fin de someter el género a la verosimilitud dramatúrgica antes que al virtuosismo de su ejecución. El terreno es fértil para el director de escena Dmitri Tcherniakov siempre dispuesto a arañar en las relaciones personales, los conflictos y las analogías. Ifigenia es hija de Clitemnestra y Agamenón quien debe sacrificarla para garantizar la travesía de la flota hasta Troya. Años más tarde, el paso de Aulide a Tauride supone que la noble, que ha sido salvada en el último momento por la diosa Diana, debe seguir al oráculo que determina que los primeros extranjeros que pisen la isla serán sacrificados para aplacar a los dioses del Olimpo. Aparecen su hermano Orestes y el amigo Pílades quienes lograrán salvar la vida 'in extremis', una vez reconocidos. Ifigenia es víctima en la primera obra y ejecutora en la segunda, asunto que perturba a Tcherniakov y al que trata de responde de manera un tanto oscura (o al menos así se percibe).
En realidad, la duda es irrelevante pues lo que se impone en el espectáculo ofrecido en el Grand Théatre de Provence es la voluntad narrativa y la claridad del mensaje, afortunadamente mucho más transparente que en otras propuestas firmadas por Tcherniakov con una sofisticación que llega a alcanzar lo inaudito. Desde el punto de vista espacial se vuelve sobre la muy usada ejecución escenográfica (en Aix es todo un clásico) definida por una casa de paredes traslúcidas con diversas habitaciones. El lugar se convierte en laberinto y en él se inserta el drama y el proceso de destrucción de la convivencia. Todo queda a ojos vista del espectador quien se convierte en 'voyeur' de una aniquilación inevitable.
'Iphigénie en Tauride' (1779)
- Libreto Nicolas-François Gulilard
- Música Christoph Willibald Gluck
- Intérpretes Corinne Winters (Iphigénie), Florian Sempey (Oreste), Stanislas de Barbeyrac (Pylades), Alexandre Duhamel (Thoas), Le Concert d'Astrée
- Directora musical Emmanuelle Haïm
- Director de escena y escenógrafo Dmitri Tcherniakov
- Lugar Grand Théatre de Provence, Aix-en-Provence.
- Fecha 3-VII
'Ifighénie en Aulide' parte del muy descriptivo libreto de Billi du Roullet frente al más ideológico de Nicolas-François Gulilard para 'Ifighénie en Tauride', lo que facilita que esta familia de vestimenta contemporánea se someta a un situación extremadamente tensa. A partir de un proceso que es habitual en su trabajo, Tcherniakov resume el argumento apenas se ha iniciado la representación mediante una acción pantomímica que asume el carácter de premonición. Juega muy bien con el coro que coloca como agente indispensable u oculta en su labor de comentarista. Asume la presencia latente de la guerra como fondo motivador del conflicto a partir de varios muñecos verdes que sirven de juego infantil en paralelo a la acción. Sin duda este es uno de los trabajos más evidentes de Tcherniakov y también uno de los elaborados con más lógica. La mitología es un estricto conflicto familiar que resulta proclive para un director al que tanto le gusta inmiscuirse en las vidas ajenas.
El teatro que Tcherniakov presenta en Aix tiene la virtud de la corrección y muy poco del desafío provocador que suele ser marca de la casa. En una posición muy distinta, lo que Claus Guth hace para 'Samson' alcanza lo sobresaliente. Sigue viva la pregunta sobre qué hacer con el teatro musical, en este caso con el aliciente de que la propia obra es una mera hipótesis. 'Samson' parte de un libreto de Voltaire que fue censurado aunque llegara a publicarse, y de una partitura de Rameau actualmente perdida. El espectáculo que se presenta en Aix en el Théâtre de l'Archevêché ofrece múltiples perspectivas a partir de una factura teatral de corte estrictamente contemporáneo. La escena es una edificio en ruinas visitado por un aparejador y dos operarios que deciden sobre su reconstrucción. Incluye una estrecha pantalla horizontal con proyección de versículos del bíblico 'Libro de los jueces' en el que se narra la historia de Sansón. Una anciana rememora el recuerdo del ser perdido mientras fluye la epopeya acompañada por la música seleccionada por el director Raphaël Pichon a partir de fragmentos de distintas obras de Rameu, con la intención aunque sin la certeza de servir con fidelidad a lo que debió ser la ópera de Rameau .
En este sentido, los números musicales se superponen a transiciones de naturaleza electrónica que actúan como diégesis de la acción; el gesto se materializa a modo de gran coreografía, siempre atenta al ritmo musical y al destello de imágenes casi cinematográficas en el que tanto valor tienen las posiciones congeladas como las variaciones de velocidad o las posiciones de referencia. Entre las más contundentes está la escena anterior al cierre, con Sansón enucleado presidiendo la 'última cena' rodeado de filisteos. Anunciar la interpretación del 'Samson' de Rameau, tal y como hace el Festival de Aix-en-Provence, era una entelequia que solo podía resolverse mediante una realización quimérica. El valor como espectáculo se debe a Claus Guth en colaboración con el director musical Raphaël Pichon, ambos capaces de convertir una ruina en una realidad reminiscente y abierta a múltiples consideraciones.
'Samson' (1734)
- Libreto Voltaire
- Música Jean-Philippe Rameau
- Director y concepto musical Raphaël Pichon
- Dirección de escena, concepto y escenario Claus Guth
- Intérpretes Jarrett Ott (Samson), Jacquelyn Stucker (Dalila), Lea Desandre (Timna), Nahuel di Pierro (Achisch), Laurence Kilsby (Elon), Julie Roset (el ángel), Pygmalion
- Lugar Théâtre de l'Archevêché, Aix-en-Provence
- Fecha 4-VII
El espectáculo de Aix ha debido pasar por un largo proceso de preparación. De hecho, en el programa de mano se inserta un encarte que rectifica las fuentes musicales utilizadas lo que apunta decisiones de última hora. Se relacionan fragmentos de 'Castor et Pollux', de 'Dardanus', de 'Le Temple de la Glorie', de 'Zoroastre'… Las referencias forman una recopilación de fragmentos escogidos en una continuidad lógica pero también brillante para mayor gloria de un espectáculo que sorprendentemente se cierra con un final excesivamente abrupto. Raphaël Pichon, con su orquesta y coro Pygmalion, lo convierten en algo vivificante a pesar de convivir con un reparto que renquea por muchos frentes y cuya presencia solo puede explicarse desde la perspectiva física. Así, el barítono americano Jarret Ott ofrece un Samson de poderosa apariencia, enorme y fuerte, pero de voz inestable y calante. Destaca la soprano Julie Roset en el papel del ángel. Ella es una de los muchos alumnos de la academia del festival que se incorporan a la programación. Roset hace bonito una papel secundario que es enormemente sugerente desde el momento en el que aparece desde bajo tierra y asciende a los cielos. La soprano americana Jacquelyn Stucker como Dalila, se crece en el papel, particularmente en la media voz que domina con interesantes inflexiones expresivas. Decididamente, fuera de toda sensatez está el destemplado Achisch del argentino Nahuel Di Pierro y algo menos la mezzo Lea Desandre que avanza hasta hacer posible el papel de Timan.
Pichon es un habitual de Aix y también su Pigmalion a cuya orquesta se le han escuchado intervenciones un punto más refinadas. Con todo adquiere una dimensión fundamental la posibilidad de escuchar a Rameau con tanta voluntad de materializar afectos diversos. Sin duda, el coro es un aspecto destacable de este espectáculo y en ello se iguala en importancia al de Le Concert d'Astree, el grupo de Emanuelle Haïm, quien se presenta por primera vez en Aix y aborda también por primera vez la música de Gluck. También lo hace la soprano americana Corinne Winters, quien convierte su actuación en un 'tour de force' al encarnar en los dos óperas de Gluck el papel de Iphignénie y hacerlo de manera orgánica, con estupenda voz, poderosa intención y magnífica gestualidad. El tenor australiano Alasdair Kent da a Achile una perspectiva heroica con su voz vibrante y de timbre fácil. Y Véronique Gens pone madurez, sensatez y apostura a Clytemnestre. Son voces poderosas las del barítono Florian Sempey y el tenor Stanislas de Barbeyrac, Oreste y Pylade respectivamente. Si Pichon busca en Rameau una perspectiva esencialmente ancha y de mirada horizontal, Haim incide en el acento y en la posibilidad de dotar al drama de músculo. Caben interpretaciones más aéreas y distinguidas pero estamos antes dos directores fieles a la certeza de una contemporaneidad impía, que mira al pasado con devoción, que lo admira, pero que lo hace sin pleitesía.