¿Soy feminista?
Reproducimos la columna publicada en 'El mundo' con la que Juan Claudio de Ramón ha sido reconocido con el premio David Gistau
Fallo del jurado de la III premio de Periodismo David Gistau
Juan Claudio de Ramón
En algún momento, el 8 de marzo pasó de ser el día de la mujer trabajadora a ser el de la mujer a ser el del feminismo. Como no se sabe bien qué es, a día de hoy, ser feminista, la fecha, que en el ... calendario litúrgico de los partidos de izquierda ha desbancado en prestigio al 1 de mayo, se ha convertido en motivo de disputa. Y es por estas calendas que a muchos (y muchas) se les hace una pregunta que, bajo un inocente disfraz retórico, esconde un inmenso puercoespín:
-¿Es usted feminista?
Sigo rumiando mi respuesta a una pregunta capaz de dejarme tieso como al asno de Buridán. Para mí, la igualdad entre hombre y mujer -tesis nuclear del feminismo- no es, como diría Ortega, una idea que tengo, sino una creencia en la que estoy. Se me hace innecesario volver de la creencia a la idea para estamparme la idea en una camiseta. Se diría incluso un escarnio a las feministas que lucharon por que la idea que pocos tenían llegara a ser creencia en que la mayoría está (#muchoporhacer sugiere que aquellas mujeres hicieron poco). Así, la pregunta únicamente cobra sentido si alude, no al núcleo indiscutido de la igualdad, sino a proposiciones complementarias abiertas a discusión entre personas reflexivas.
Juan Claudio de Ramón, ganador del III premio de Periodismo David Gistau
ABCEl galardón, creado por Vocento y Unidad Editorial, está dotado con 10.000 euros
Hay hombres y mujeres que saben que la brecha salarial existe, pero dudan de que la causa sea enteramente reducible a una discriminación por sexo; que quieren que el Estado proteja a las mujeres de una violencia que sufren en mucha mayor medida, pero no creen en explicaciones monocausales ni en asimetrías penales; que simpatizan con la mujer que denuncia, pero no hasta el punto de hacer la prueba prescindible; que piensan que el machismo de ciertos usos de la lengua no se extiende a la gramática y su sistema de formación del género; que hay lugares y momentos donde el piropo no es acoso; que comparten cargas domésticas como fruto del amor, no como imposición sindical; que están a favor de que el aborto sea un derecho, pero no creen aberrante dedicar recursos a prevenirlo; que están abiertos a debatir si hay modos de regular la gestación subrogada o la prostitución no denigrantes para la mujer; hay hombres y mujeres que saben que el límite entre cultura y biología es borroso, pero existe; que albergan reservas acerca de si toda desproporción equivale a discriminación y que, en suma, no ven machismo donde otros sí lo ven, y tanto si aciertan como si se equivocan merecen ser escuchados sin descalificativos ni excomuniones.
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Será más fácil ser feminista si hablar de todo esto no está prohibido.
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