Enrique Krauze: «Hundir el centro privilegia los extremos. España está jugando con fuego»
El historiador mexicano ingresa en la Real Academia de Ciencias Políticas y Morales como académico de honor con un discurso sobre Weber
Pacto con el independentismo: «Hay pasos históricos que cuando se dan es muy difícil dar marcha atrás. Se romperá una concordia básica»
Guerra entre Israel y Hamás: «El siglo XXI comenzó con la casi diabólica reaparición de la guerra santa, y olvidarlo es un grave error»
Benigno Pendás: «España tiene una deuda histórica con la moderación»
Madrid
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Iniciar sesiónHistoriador, escritor, editor, Enrique Krauze (México, 1947) ha dedicado buena parte de su trayectoria a forjar puentes de diálogo entre Hispanoamérica y España. «Este ha sido uno de los sentidos de mi trabajo, incluida la revista 'Letras Libres', vincular culturalmente las dos orillas del ... Atlántico», reflexiona, a unas horas de ingresar en la Real Academia de Ciencias Políticas y Morales como académico de honor. «Yo quisiera pensar que puedo hacer un aporte de dimensión latinoamericana a los trabajos de esta Real Academia de tanto abolengo», dice, en la que hoy se presentará con la lectura del discurso 'El realismo trágico de Max Weber'. Intelectual en unos tiempos poco proclives a la reflexión, reivindica su labor: «Yo quisiera vivir en tiempos más aburridos, con el mundo en paz y que los intelectuales estuviéramos un poco desempleados, pero por lo visto esto no se nos da».
—Ha vuelto la guerra al Oriente Próximo...
—No tengo adjetivos para calificar los hechos del 7 de octubre. La decapitación de bebés, el asesinato de ancianos... y todo grabado en imágenes que Hamás subió a las redes sociales. Eso debió haber provocado una reacción de rechazo mundial, no menor a la de las Torres Gemelas. Y no ocurrió así porque un sector importante de la opinión y de la prensa internacional llegó al extremo casi de culpar a las víctimas de su propia muerte. Hamás es un grupo terrorista que tiene dominada, incluso secuestrada, a la propia población palestina. Lo que les importa es la desaparición de Israel. Este crimen me provocó un inmenso dolor, no solo por ser yo mismo descendiente de una familia judía emigrada desde Polonia que se salvó del Holocausto, sino como ser humano.
—¿Cómo se ha llegado a esta situación?
—Ha habido errores en la dirigencia israelí, antiguos y recientes, gravísimos. Yo mismo, en los años 80, llegué a publicar en la revista 'Vuelta', que dirigía Octavio Paz, testimonios de intelectuales israelíes de altísimo nivel, que habían insistido en la devolución de los territorios ocupados. Tengo la convicción de que si en 1967 se hubiesen devuelto esos territorios ocupados y convertido Jerusalén en una ciudad internacional, probablemente era el momento para abrir un auténtico proceso de paz. Esa oportunidad se perdió. El agravio que ha significado desde entonces la ocupación sobre los territorios del margen occidental y Gaza ha sido una bomba de tiempo. Pero admitiendo todo esto hay algo irreductible, que Hamás es un movimiento terrorista fundamentalista que busca no solo la desaparición y el exterminio de Israel –si pudieran lanzar una bomba atómica lo harían–, sino también la dominación de Occidente mismo. El siglo XXI comenzó con ese peligro, con esa casi diabólica reaparición de la guerra santa, y olvidarlo es un grave error. Olvidarlo fue un grave error de Netanyahu, y olvidarlo también es un error por parte de Occidente, España incluida. Esa bomba de tiempo no solamente pende sobre Israel, sino pende sobre Occidente mismo.
«Hamás es un grupo terrorista que tiene dominada, incluso secuestrada, a la propia población palestina. Lo que les importa es la desaparición de Israel»
—¿Cuánto tiene que ver el populismo en estas guerras y en la radicalidad de algunos gobiernos?
—Este virus del populismo golpea casi indiscriminadamente a cualquier sociedad, porque ha golpeado nada menos que a la sociedad más democrática de la historia moderna, que es Estados Unidos. En 2026 se cumplirán 250 años de continuidad de esa democracia y la gran pregunta es: ¿llegará al aniversario siendo una democracia? Si Donald Trump resulta elegido presidente en 2024, no es imposible que haya desmantelado para entonces unos pilares fundamentales de la democracia americana. El populismo caracterizado por la figura del líder, que toma el micrófono y monopoliza la verdad, incita la polarización y el odio, moviliza a las masas, alienta las teorías conspiratorias y llega al poder a través de la democracia para subvertir el orden legal y finalmente terminar con la democracia, por lo visto, aparece por todas partes. Solo las sociedades más inteligentes, más responsables y más maduras, van a sobrevivir. Europa no lo ha hecho mal hasta ahora y yo confío en que Estados Unidos se salve. Aún América Latina está resistiendo. Esto es como la pandemia del Covid: no hay más vacuna que la inteligencia, la claridad y la libertad de expresión. El día que no haya esa libertad de expresión, los organismos de las naciones quedarán invadidos por el culto al líder. El culto al líder ya sabemos a dónde conduce. El siglo XX ha dejado suficientes lecciones.
—Ha dicho que Europa no lo está haciendo mal. ¿Y España?
—A mí me ha dejado muy triste ver cómo ciertos actores políticos actúan de espaldas a ese hecho extraordinario de la historia española que fue el pacto de los años 70. En Hispanoamérica, y en particular en México, la Transición española tuvo una importancia que ustedes mismos no aprecian. Nos permitió vislumbrar la posibilidad de una América Latina democrática. Si España podía, nosotros podíamos. Generaciones después, políticos españoles no solamente han olvidado, sino que parecen despreciar esos pactos y hasta negar su importancia histórica y casi su existencia. Pero la lección del siglo XX es clarísima. Ahí donde los partidos históricos de centro terminan por detestarse lo que hacen es hundir al centro y beneficiar a los extremistas. El resultado, y España sabe algo de eso, ha sido la guerra civil. En el siglo XX, siempre que el centro se hunde se privilegia la confrontación, muchas veces violenta, de los extremos. Con eso está jugando España y está jugando con fuego. Por fortuna, yo creo que el grueso de la población española sigue viviendo, creando, trabajando y atendiendo al sentido elemental de la vida. Pero por lo visto los políticos en su soberbia muchas veces olvidan esto. Me entristece mucho el espectáculo de polarización, y desde luego lo atribuyo sobre todo al Gobierno actual.
«No hay más vacuna contra el populismo que la inteligencia, la claridad y la libertad de expresión»
—¿Cree que si este Gobierno termina dándole la llave a los independentistas se romperá algo?
—Yo creo que sí. No al grado de desembocar en violencia, pero se romperá una concordia básica. Hay pasos históricos que cuando se dan es muy difícil dar marcha atrás. No quiero profetizar qué vendrá, pero Max Weber diría que el orden legal, el respeto a la libertad de expresión y, sobre todo, el sentido de responsabilidad deben ser las guías inalterables de la acción política. Weber desaconsejaba a los políticos dejarse llevar por sus convicciones absolutas. Si por voluntad de poder se establece ese pacto que usted está dibujando, yo creo que las consecuencias podrían ser muy caras. Podrían llevarse consigo el entramado mismo de la convivencia democrática. El español común valora una vida cívica de respeto que se aleje completamente de las tensiones históricas de la Guerra Civil y la dictadura. Se está provocando a ese monstruo de la discordia, que una vez que se asienta y llega es difícil volverlo a encauzar.
—¿La historia siempre es susceptible de repetirse?
—Como historiador, quiero pensar que la historia sirve. Contiene lecciones que, si se leen bien, pueden ayudar a orientar un poco a las generaciones presentes. Eso es todo. Claro, las generaciones jóvenes suelen romper con las anteriores. Ortega decía que hay un ciclo necesario entre la generación que funda un nuevo orden, lo consolida, lo critica y luego lo vuelve a romper. Ortega decía que este ciclo duraba 60 años. Espero que no haya tenido razón en esta profecía y que el ciclo de construcción que España comenzó a tener en los años 70 no termine, medio siglo después, destruyéndose.
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—Como editor que es de 'Letras Libres', ¿cuál cree que es el estado de salud del periodismo cultural?
—No me quejo. Nuestra revista va a cumplir 25 años en México y 22 en España. Nuestros lectores son en su mayoría menores de 45 años, son más mujeres que hombres y cada vez que lanzamos un número de índole política bajan nuestros lectores. En cambio, sube cuando hablamos de cine, de literatura, de poesía o de arte. Sin olvidar la política, la gente quiere entender al mundo a través de la cultura. La cultura tiene mucho que decir.
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SuscribetePeriodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la UCM y Máster ABC
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