'El enigma de Caín', el rompecabezas literario casi centenario que volvió a resurgir gracias a TikTok
Publicado originalmente en 1934, 'El enigma de Caín' ha sido traducido y reeditado en varios países debido a su éxito. En España, Alfaguara ofrece una recompensa de mil euros para el que lo resuelva
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Iniciar sesiónSi Torquemada levantara la cabeza, sonreiría satisfecho. No nos referimos al creador de la Inquisición, si no a Edward Powys Mathers (1892-1939) que escogió ese alias para poner el acento en el carácter torturador de sus diabólicas criaturas, los crucigramas crípticos ... que publicaba en el periódico británico 'The Observer'. También fue el autor de 'El enigma de Caín' (Alfaguara), uno de los puzles literarios más endemoniados del mundo y que ahora ha resurgido de sus cenizas gracias a la serendipia, al confinamiento... y a Tik Tok.
Publicado originalmente en 1934 con apenas cien páginas, el libro plantea un doble reto. En primer lugar, averiguar el orden correcto en el que fueron escritas, ya que se imprimieron de forma completamente aleatoria, con la dificultad añadida de que solo seis de ellas terminan a mitad de frase. Por si tuviera poco con las más de 32 millones de combinaciones posibles, hay que resolver también los seis asesinatos que contiene la historia. Mathers atizó el desafío a través de pistas falsas, callejones sin salida y juegos de palabras como los 'cuchararismos', con los que trastoca los sonidos iniciales de dos o más palabras en una oración.
No es de extrañar que solo dos personas despejaran 'El enigma de Caín' en esa primera fase, S. Sydney-Turner y W.S. Kennedy. Y eso a pesar de que la editorial ofrecía una recompensa de 25 libras. El misterio, que lleva el nombre de la primera arma homicida de la historia (la quijada con la que, según el relato bíblico, Abel asesinó a su hermano), pronto dejó de imprimirse y sus ejemplares se fueron agotando.
Afortunado hallazgo
Pero, ocho décadas después, en un giro propio del ingenio de Torquemada, entró en juego la serendipia. El Museo Shandy Hall, en el condado británico de North Yorkshire, está dedicado al legado de Laurence Sterne. Este escritor, nacido en Irlanda del siglo XVIII, trufaba sus libros de acertijos y anticipó buena parte de los recursos narrativos de las vanguardias literarias posteriores, como la escritura no lineal. Gracias a un coleccionista privado, hasta allí llego una antigua copia de 'El enigma de Caín' que no le pasó desapercibida al curador Patrick Wildgust.
Con tesón y trabajo, Wildgust consiguió resolver el acertijo y fue capaz de vislumbrar el potencial que todavía tenía la obra de Torquemada. Junto a John Mitchinson, fundador de la plataforma de publicación de libros a través de 'crowfunding' Unbound, pusieron en marcha una reedición del libro, aumentaron el premio hasta 1.000 libras y establecieron un plazo para resolverlo.
Uno de esos ejemplares cayó en las manos de Sarah Scannell, asistente en una productora de documentales sin fines de lucro en San Francisco llamada Citizen Film. Con ella se se obró el milagro de la viralización. Un vídeo en el que la joven aparece junto a una pared de su habitación empapelada con las hojas de la obra de Mathers volvió a prender la llama y su fama corrió como la pólvora hasta agotar existencias. «No esperaba que 4,5 millones de personas se unieran a mí en esta actividad», afirmaba la chica sorprendida de su propio éxito. También empezaron a llover solicitudes de traducción en otros países, claro.
Confinamiento
Entonces entró en juego el confinamiento. El cómico británico John Finnemore, el primero en este siglo que alcanzaba la solución, le reconocía parte del mérito de haberlo conseguido. Pensó que no estaba a su alcance mental resolverlo «salvo que por alguna extraña razón estuviera atrapado en mi propia casa durante meses. Sin ningún lugar adonde ir y sin nadie a quien ver. Desafortunadamente, el universo me escuchó», relataba en 'The Guardian'.
Finnemore accedió a mantener en secreto la solución y también, a participar en la complicada tarea de traducirlo a otros idiomas. Con su ayuda, los distintos traductores europeos fueron «fueron descifrando la trama y decidiendo cómo trasladar a sus idiomas respectivos las retorcidas pistas de Torquemada«, relata Simón de Samotracia, que se encargó de llevar a cabo la versión española. Siendo fieles al espíritu del libro, todos tomaron la decisión de firmar con seudónimo, que en su caso es un juego de palabras con su propio nombre, Victoria Simó.
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«El libro no solo tiene solución, sino que destila humor negro, erudición e inteligencia«, señala Simó, que califica el proceso de »complicado, un tanto adictivo y muy enriquecedor«. Para añadirle más madera, Alfaguara ha puesto una recompensa de 1.000 euros para el que consiga resolver el misterio. Tienen hasta el 31 de diciembre de 2022.
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