Eduardo Blanco-Amor, un autor enterrado bajo la censura cuya literatura vuelve ahora a respirar
La editorial Cátedra rescata su novela 'Los miedos' y devuelve al escritor exiliado la proyección que se le negó en vida
La censura ya no es lo que era: un recorrido por tres siglos de libros prohibidos
Madrid
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Iniciar sesiónA Eduardo Blanco-Amor no le bastó con crear revistas en gallego desde el extranjero. Tampoco bastó su literatura, también en castellano, valorada como una de las más voces más elocuentes del siglo pasado. Ni siquiera su amistad con García Lorca y el ... reconocimiento de otros literatos coetáneos. Le bastó no esconder su condición de homosexual para pasar al más oscuro agujero de la irrelevancia patria, del que hasta hace poco no comenzó a salir. Parece ser que el humilde paso del tiempo ha colocado su controvertida obra 'Los miedos' en su lugar: una edición libre de censura a disposición de los lectores en España, 60 años después.
Blanco-Amor, que nació en Orense en 1897, desde muy joven se sintió incomprendido e inadaptado en una ciudad que durante el cambio de siglo cruzaba el umbral de los 20.000 habitantes. Después de una temprana etapa como periodista en El Diario de Orense, con 22 años emigra a Buenos Aires, donde continúa como reportero para La Nación, aunque no olvidó nunca el lugar del que se fue: a casi 10.000 kilómetros de distancia, el escritor siguió impulsando la cultura de su raíz, con la creación de revistas en gallego como 'Terra', 'Celtiga', y sus primeras obras como 'Os nonnatos' o 'Romances galegos'. Pronto se ganó fama de «gay desinhibido y extravagante, en su juventud escandalosamente guapo», y además «adquirió en la capital argentina un aire cosmopolita y dandi que no le abandonaría nunca», resume el historiador Ian Gibson.
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Esa condición homosexual, «nunca ocultada», fue un muro entre su obra y el público en España más grueso que el océano que los separaba físicamente. Sumado a su significación republicana al comienzo de la Guerra Civil y su admirada amistad con García Lorca, la censura acabó enterrando la obra del escritor, que suscitaba una mezcla de repugnancia y admiración en los informes reprobatorios. El «boicot contumaz desde varios frentes» que sufrió su novela 'Los miedos' queda profundamente reflejado en la reedición a cargo de Emilio Peral Vega y que ha publicado el sello Cátedra, con la intención de desenterrar a un autor olvidado y darle el justo lugar que merece en la historia literaria española.
'Los miedos' es una novela que se desarrolla en un universo rural, primario, salvaje y violento, dividido entre «la necesidad de aparentar rectitud moral y dar rienda suelta a los instintos más elementales», en palabras de Peral Vega, a la que compara con el esperpento y la crítica moral de Valle-Inclán, y la sordidez de José Cela, aunque probablemente fue su «explicitud homoerótica», que resultaba «inédita» en la literatura española, lo que causó mayor grado de admiración y rechazo, no siempre excluyentes. La historia gira alrededor de Pedro Pablo Valdouro, 'Peruco', y su paso hacia la adolescencia, momento en el que decide junto a otros de su edad cometer todo tipo de imprudencias con la intención de causar miedos, propios y ajenos.
El «inadmisible» deseo homoerótico
Aunque la fecha de la primera edición de 'Los miedos' es 1963, la novela se dio a conocer con su presentación al premio Nadal en 1961. Para entonces, 'La catedral y el niño', de 1948, — primera novela de Blanco-Amor y «uno de los textos de ficción más destacados del pasado siglo, falto aún de una edición crítica que lo sitúe en el lugar que merece», escribe el investigador— ya sufrió el golpe de su cancelación en España y solo entró al mercado argentino. De tal manera que, oportunamente, el galardón fue a parar a manos de Juan Antonio Payno por 'El curso', y, como reveló poco después el secretario del certamen, no llegó la obra de Blanco-Amor a finalista porque «se descubriría que es mejor que la premiada».
El reconocimiento de los círculos literarios y culturales hacia Blanco-Amor y la campaña singular contra la publicación de sus letras se sucedía simultáneamente. La editorial Destino también se encargó de ofrecer una oportuna excusa para evitar su publicación. A pesar de la negativa inicial, José Verges, cofundador del sello, envía una carta al poco tiempo exponiendo lo siguiente: «Su novela es demasiado bonita y Ud. un escritor demasiado importante para que no hagamos el pequeño esfuerzo de publicarlo. (...) Voy a ser yo quien rompa ese viejo destino suyo de no poder asomarse al lector español». Después de que un primer informe de censura fuera —a ojos del redactor— de análisis bastante poco exhaustivo con la obra original y permitiera su publicación eliminando algunos párrafos, la edición se volvió una realidad.
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No obstante, se volvió a someter a censura preceptiva (parece que alguien no hizo bien sus deberes) a la que siguió un informe que señalaba hasta 23 páginas como «inadmisibles» por «amores ilícitos» y «goce onánico». Pero para entonces ya se había impreso una primera tirada de la novela y se hace patente la imposibilidad de retirar los ejemplares que ya habían llegado a las librerías. Casi esquivada la caza de brujas, una denuncia al Ministerio de Información provoca una sentencia de «mínima publicidad» y eliminación manual de los pasajes más escabrosos. La denuncia la había hecho José María Castroviejo, colaborador de Álvaro Cunqueiro y escritor de 'Los paisajes iluminados', libro que fue reeditado por Destino coincidiendo en fecha con la salida de 'Los miedos'. Es por ello que antes del comienzo de la novela, la edición actual añade una fotografía de ambos escritores en la que se lee manuscrito, sobre el negativo, «con el mierda de Castroviejo».
Así se comprende mejor aquello de «boicot contumaz desde varios frentes», que aduce Peral Vega. En su primera novela, la mencionada 'La catedral y el niño', ya se hace una descripción clerical mordaz y despiadada, probablemente realista, a la que se suman varias escenas «locuentemente reprobables», según el auto censor. Como no había manera de separar la obra de la personalidad e intencionalidad de su autor, que gozaba de incluir este tipo de componentes en su arte (también en fotografías), se patenta una amarga e infructífera relación con la censura, imprescindible, por otro lado, para entender el contexto irreverente de la misma, como también han señalado críticos como José María Pozuelo Yvancos y Andrés Trapiello.
Su descripción de encuentros sexuales entre hombres nunca fue pornográfica pero sí muy explícita en cuanto a uso de figuras conocidas y metáforas que no tapan la perspectiva homoerótica cuando el relato lo suscita. La presente edición del libro parece querer subsanar la pretensión de mutilar la homosexualidad en su obra y supone una declaración de intenciones: la imagen de portada es la de un muchacho desnudo, tapado de cintura para abajo por una rama del matorral del que parece salir. El uno de diciembre de hace 44 años, moría un autor olvidado por su patria. Por suerte, a casi todo, el tiempo da la vuelta.
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