Andrés Calamaro: trabajos de amistad encontrados
El músico protagoniza el podcast 'Ni chivatos, ni membrillos', que estrena Sonora este martes 21 de marzo
Andrés Calamaro: «Es paradójico que la generación de españoles que menos penurias ha sufrido sea la que ha dinamitado España»
Andrés Calamaro, con Edu Galán
Lo mejor de la amistad es que no cuesta trabajo. No me cuesta trabajo ir a tomar unos mates –él– o unas cervezas -yo- con mi amigo Andrés Calamaro y charlar. Que se vayan las horas –carajo, ¿ya se fueron?– enterrando músicas, políticas, taurinismos, ... intimidades y chanzas. De tanto manosear esos ratos pensé que era muy egoísta quedármelos para mí solo. Por eso nos propusimos encapsularlos en un programa. En audio: no necesitamos que nos veáis los caretos –bien lo sabe Jorge Ilegal–. Recomendación: poneos los cascos, cerrad los ojos, encended un algo –si fumáis–, tomad un algo –si bebéis- y entrad. Acceded a ese lugar sin fronteras al fondo de la mente de Andrés. Hemos ideado para vosotros un espacio digital, bendito pixel, donde se combinan sonidos, tertulias, entrevistas, redondillas jazzísticas, avisos con voz de mujer, 'spoken word' remezclado, inéditos de Andrés, pensamientos con sensor de movimiento. Neil Young no cae bien por estos lares, avisamos: «Well I heard mister Young sing about her/ Well I heard ol' Neil put her down/ Well I hope Neil Young will remember/ A southern man don't need him around anyhow».
Nació 'Ni chivatos, ni membrillos', el nuevo espacio de Andrés Calamaro que estrena Sonora este martes 21 de marzo. Tres capítulos inmisericordes, tres experiencias sonoras para gourmets, amparadas por el gran equipo de la plataforma que comanda Toni Garrido y con la ayuda de my wonderful Olga Castreno. No haría justicia a la mente del cantante si su programa no fuese poliédrico, necesariamente psicodélico, pase natural: en ese conjunto se topa la verdad, en ese cruce se enfrenta la libertad. Aunque encontrarla cueste: «La conocen los que la perdieron/ Los que la vieron de cerca, irse muy lejos/ Y los que la volvieron a encontrar/ La conocen los presos/ La libertad».
Al estructurar el espacio –esa cosa obligada para no aburrir– necesitábamos organizar esa libertad sin perder el sentido del humor. Por eso este audio encapsulado comienza con una señal horaria. Y después un presentador abre fuego. Fichamos varios sumos sacerdotes: José María García –¡vuelve! ¡vuelve!–, Javier Gurruchaga y Josep Pedrerol nos bendicen antes de que suene el pasodoble taurino y Calamaro sea más Jesús Quintero que nunca. Y luego Andrés comenta canciones especialísimas –Lavoe, Faces, Smash… locurón– con una persona-descubrimiento: el experto musical Alberto Vacas. Qué gustazo escucharlos, qué gustazo. Y sólo estamos empezando nuestros cuarenta minutos. Raúl del Pozo, Arcángel o Toni Garrido leen redondillas del protagonista. Y las remezclamos. Del Pozo, 'free jazz'. Lee el Maestro: «Me miran como si el loco/ Fuera este gaucho sotreta/ Por la virtud obsoleta/ De conformarse con poco». Qué oro disfrutar a Raúl y a Andrés ensayando el declamar, qué recuerdo.
La entrevista. En el primer capítulo el bombeo inclemente del Niño de Elche: ese señor a contracorriente, esa mala bestia que acabó la sesión cantando con una guitarra de Andrés. En el segundo, Juan Manuel de Prada. Con admiración mutua y con ganas de charlar sobre religión. «Juan Manuel, ¿podría una mujer ser Papa?». Y el tercero, nuestro querido Vicente Zabala de la Serna: los toros y su arte. La necesidad de reivindicación de la libertad personal. La emoción que sienten, por mucho que a mí me sea ajena –será por asturiano, quizá–, al disfrutar una corrida. Más canciones con Alberto Vacas. Y esa obsesión de Andrés: de pronto saltan discursos –'El destino del canto' de Yupanqui, 'Me caigo y me levanto' de Cortázar...– emparentados con bases musicales. Qué delicia.
En mi carrera, ya más de dos décadas, he perpetrado psicología, universidad, periodismo, teatro, cine, radio, sátira, televisión, podcast. Yo qué sé. Soy autónomo, lo siento, discúlpenme. No creo que nunca haya participado en nada tan estratosférico como 'Ni chivatos, ni membrillos'. Y lo importante: en ningún trabajo había reforzado una amistad. Así fue la creación de esta locura, eso regala ese titán hispanoargentino, cúmulo de talentos, destinatario de mi hermandad. Sí, Andrés Calamaro. El que canta 'Stay with me' de Faces al final del tercer episodio y certifica tanta felicidad.